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Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
lunes 10 de abril de 2017, 13:06h

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Yo tuve un maestro, un jefe, un grande, un ejemplo, cuyo nombre no resultará desconocido para los amantes de la prensa deportiva; su nombre: Julián García Candau. Julian, director de deportes de Televisión Española a mediados de los 80, solía corregir a su equipo con latiguillos que a todos se nos quedaron en la memoria. Uno de ellos, “que deshonesto se es de medio cuerpo para abajo y honrado de medio cuerpo para arriba”.
Y lógicamente, me acordé de aquella frase al escuchar al nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, afirmar que estaba en guerra contra la prensa y que los periodistas “están entre los más deshonestos de la tierra”. Y me dije: “a quién le importa lo que hagan de medio cuerpo para abajo, si lo que hacen y dicen de medio cuerpo para arriba es honrado y por tanto cierto y consecuente”. Aunque, si vamos un poco más allá, honrado y honesto deberían ser términos consonantes.
Tras este ‘flash back’ a mis tiempos televisivos y a mis siempre añorados jefes y amigos, lo primero que pensé es que, a simple vista y a simple oído, Trump no parece ni honrado, ni honesto y que ese discurso, que tanto conmovió a muchos y despertó la envidia de otros por patriótico, tenía fuertes dosis de chovinismo, autarquía, populismo, demagogia, racismo e irracionalidad. Por tanto, no le otorgo autoridad alguna para aseverar algo así; ya que detrás del concepto de periodistas, estamos muchos: buenos y malos, honrados y honestos, americanos y extranjeros, profesionales e incluso… muchos que no lo son y cobran por “serlo” o se comportan como ‘sicarios’ del trabajo ajeno.
Pero a esa especie de rabia que me despertó la frase de Trump le llegó inmediatamente un ‘tapón’ (valga el símil baloncestístico): la entrevista que el mismo día en que juraba el cargo el presidente, le había realizado el diario ‘El País’ al Papa Francisco, tan llena de divertidos modismos argentinos como de sentencias llenas de verdad: “No me gusta anticiparme a los acontecimientos, ni juzgar de antemano a las personas. Veremos qué hace Trump y entonces forjaré mi opinión (Y ahí tomaré mi opinión. Sic.).

Lo concreto es innegociable

Y decía también el Pontífice en esa exclusiva: “tengo un poco de miedo cuando los medios de comunicación no pueden expresarse con la ética que les es propia. Hay modos de comunicarse que no ayudan, que desayudan a la unidad. Pongo un ejemplo sencillo: una familia que está cenando y no habla, o mira la televisión y mientras, los chicos están con su teléfono mandando mensajes a otros que están fuera. Y es que cuando la comunicación pierde lo carnal, lo humano, y se vuelve líquida, es peligrosa… El mundo virtual de la comunicación es riquísimo, pero corres riesgo si no vives una comunicación humana, normal. Lo concreto de la comunicación es lo que va a hacer que lo virtual de la comunicación vaya por buen camino. O sea, lo concreto es innegociable en todo”.
Y entonces, después de leer o reproducir sus palabras, podríamos volver al concepto de post-verdad, de los titulares en condicional, de las fuentes ‘fidedignas’ con procedencia en un blog de China, de tantas y tantas cosas que continuamente denunciamos, con la sensación de predicar en el desierto y que se alejan mucho de lo concreto; de esa concreción que debe hacer que lo virtual de la comunicación vaya por buen camino.
Y mientras no sea así, mientras todo esto no se racionalice, mientras se financie el periodismo de daga al cuello, mientras se fomente el bulo, mientras se siga la ola del ‘trend’ o se busque dinero fácil a fuerza de posicionamiento, hay que reconocer con pesar que igual Trump… !Que igual Trump tiene razón!
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