MA - Es una idea en proceso de maduración y, hoy por hoy, muy sujeta a discusión; ya que cada cual la define según sus propios objetivos. De hecho, en algunos puntos, los diferentes protagonistas no sólo no planteamos principios coincidentes, sino que, a veces,son opuestos; algo que, por otra parte, ha ocurrido siempre que ha aparecido una tecnología disruptiva”.
TyC – Pero, ¿existe una delimitación del término o un foro de desarrollo? ¿Una ciudad con una farola regulada por sensor se considera Smart?.
MA - “Existen varias iniciativas de consenso, lideradas por diferentes grupos, que quieren homologar y dar contenido al término; hay universidades o, por ejemplo, la Asociación Española de Municipios Inteligentes, compuesta por unos cuantos ayuntamientos que pretenden dar un paso adelante para estandarizar el concepto. Así mismo, el Ayuntamiento de Barcelona trabaja, también, en esa dirección, creando incluso un tipo de ranking que nos permita a todos definir cómo de inteligente es o no es una ciudad.
TyC - ¿Y en España existe alguna ciudad que pueda lucir el sobrenombre de inteligente?
MA - Casi todas las ciudades españolas importantes son sensibles a la idea de Smart City e incluso muchas se están mostrando muy activas, al respecto, hasta el punto de haber realizado pruebas piloto, como Lérida o San Cugat. Pero, como todos sabemos, en este momento no hay disponibilidad presupuestaria para dar pasos profundos. Para ser una Smart City hay que poner dinero sobre la mesa; por tanto, hay muchos municipios que avanzan en este sentido pero lentamente porque requieren de inversión”.
TyC – Pero si dotar de inteligencia un pueblo o ciudad aporta empleo, riqueza, ahorro de energía, disminución de riesgos, optimización de recursos… ¿No debería ser prioritario?
MA – Efectivamente, invertir en crear empresas, empleo y bienes vinculados a las Smart Cities sería una excelente estrategia de inversión gubernamental. El futuro de las economías avanzadas pasa por generar trabajo relacionado con la innovación, el talento o la tecnología; con productos de valor añadido que podemos dominar para, simultáneamente, abandonar aquellos que en otras regiones del mundo son mucho más baratos. Ya hemos demostrado que en España cuando desarrollamos productos tecnológicos con sentido, somos punteros; como ha ocurrido con el tren de alta velocidad o las energías renovables. Además, somos capaces de exportar con éxito. Por tanto, Smart Cities podría ser sinónimo de triunfo.
TyC – Por la forma en que habla, cabría pensar que algo tan prometedor y económicamente interesante, podría llevarnos a un New Deal. ¿Esto se plantea en foros como la Federación Nacional de Municipios y Provincias?
MA - En estos momentos no existe un plan común pero sí una aproximación muy fuerte entre los gobiernos municipales y las empresas, buscando posibilidades de desarrollos que no se bloqueen por la falta de disponibilidad presupuestaria. Esto es un factor positivo de la muy negativa crisis, ya que los ayuntamientos han entendido que este tipo de proyectos requiere la involucración de las empresas privadas en colaboración o sociedad con ellos”.
TyC – Parece un camino largo…
MA - Si, y sabemos que el trayecto será complicado porque, como decíamos a nadie se le escapa que para invertir unos millones de euros en cualquier ciudad española en este momento es casi un imposible; es un reto que necesariamente pasa por proyectos mixtos público - privados, donde el sector financiero tiene un papel importante. Pero, además, el reto es dotar de inteligencia, con capacidad de selección y sabiduría, a ciudades con 2.000 años de antigüedad, estratificadas por los siglos y con calles, algunas trazadas por los romanos, donde hemos ido paulatinamente soterrado los avances según llegaban.
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