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viernes 19 de enero de 2018, 13:26h

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Según una encuesta realizada por Trusted Shops, el 3% de los clientes de comercio electrónico confiesa haber escrito alguna opinión falsa, y un 10 % se planeta hacerlo alguna vez.

Según apuntaban datos de la Comisión Nacional de los Mercado y la Competencia (CNMC), el comercio electrónico creció un 23,4% durante el segundo trimestre del año pasado hasta alcanzar los 7.300 millones de euros.

Al tiempo, el tráfico hacia las páginas web de comercio electrónico en España subió un 5,58% en 2017 con respecto al año anterior, lo que revela un aumento de confianza por parte de los consumidores.

No obstante, esta confianza a menudo se ve mermada por las opiniones falsas que minan la confianza del consumidor 'millennial' perjudicando el negocio de los eCommerces.

Jordi Vives, el Country Manager de Trusted Shops, comenta al respecto que "las valoraciones falsas son una de los principales problemas del comercio online internacional. No sólo minan la confianza de los clientes y, con ello, un fundamento esencial del comercio electrónico, sino que también cuestan dinero a las empresas".

Los perfiles de los que dejan opiniones falsas en las webshop

“Las opiniones en las tiendas online son realmente útiles para otros usuarios y son muy recomendables para cualquier eCommerce, independientemente de cuál sea su índole, pero hay que tener especial cuidado con los comentarios falsos, pues pueden ser muy perjudiciales para el éxito de cualquier empresa" afirma Jordi Vives, Country Manager de Trusted Shops.

Y a colación de esta declaración, ha arrojado una clasificación sobre los perfiles que dejan este tipo de comentarios en el ecosistema de la compra-venta digital, y los ha catalogado en cuatro grupos. A saber: "el trol", "el graciosete", "el egochulo" y "el rambo digital".

Las valoraciones falsas que permite el feedback digital minan la confianza de los clientes de eCommerce

Sobre el trol, advierte que "le molestan incluso las cosas más pequeñas. Su nivel de tolerancia está por debajo del nivel del mar. Por eso vive principalmente en una cueva y desde allí busca por internet pequeñas cosas que no encajan con su limitada visión del mundo: puede ser la información de un producto, meras opiniones o imágenes. Es entonces cuando se desata. Lo hace de forma digital, exclusivamente digital. Pero de manera muy amplia. No le importa dónde. Insulta, ofende, provoca y acecha. Esa es su pasión. Es entonces cuando sale de su madriguera".

En cuanto al graciosete, Jordi Vives dice que es fácil identificarlo, es aquel que "no puede resistir el impulso de dejar un comentario a un producto o un servicio que no tiene sentido pero que, desde su punto de vista, tiene gracia. A él, y a nadie más, le parece gracioso".

Sobre el egochulo, argumenta que "en internet es donde se siente poderoso y fuerte, todo un aventurero. Ahí cualquiera puede dar su opinión, ahí se le escucha. Al menos es lo que cree. Cuando deja una valoración, aumenta su ego hasta límites insospechados. Por ejemplo: “Vaya batidora, no puedes hacer nada”, “Vaya clase de yoga. ¡A nadie le gusta la postura del perro!». En cuanto escribe un par de críticas falsas, se mira en el espejo y se siente satisfecho. En la vida real no abre la boca, pero en internet, gracias a sus opiniones falsas, es toda una autoridad".

Por último, al hablar del perfil de rambo digital, comenta que"los emojis y los insultos son las armas preferidas de los rambos digitales. Internet es su campo de batalla. Su estrategia: ¡el ataque! Sin reservas. No hay nada a salvo, ninguna pequeña banalidad queda «sin valorar» o, mejor, «sin arrasar». Él mismo tiende hacia la violencia absoluta; en su universo no existen divisiones: él es juez y verdugo en uno. Cuando su emboscada digital termina, no queda títere con cabeza".

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