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viernes 29 de mayo de 2020, 09:00h

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El mundo que emerge requiere soluciones de movilidad innovadoras capaces de garantizar la sostenibilidad ambiental y urbana. Cuatro tendencias disruptivas se hacen patentes: automatización, conectividad, descarbonización y movilidad compartida. Y dentro de ellas surgen los siguientes temas: la movilidad como servicio (MaaS), la conectividad de los vehículos y el automóvil autónomo.

Las predicciones hablan de que en 2050, dos tercios de la población del mundo habitará en ciudades. Actualmente, y según la ONU, las áreas más urbanizadas del planeta son América del Norte, que presenta un 82 % de población urbana; América Latina y el Caribe, con un 81 %; Europa, con un 74 %, y Oceanía, que concentra al 68 % de sus habitantes en ciudades.

Estamos viviendo una era de auténtica revolución en los medios de transporte. Por ejemplo, las propuestas más llamativas como el Hyperloop, que consiste en viajar a través de tubos al vacío, o el straddling bus chino, un autobús que se desplaza elevado sobre el tráfico. Aparecen propuestas de vehículos menos o nada contaminantes —como los propulsados por electricidad, biocarburantes o gas natural—, y cada vez se avanza más en dotar de conectividad y autonomía a los automóviles.

Automatización, conectividad, descarbonización y movilidad compartida

La Comisión Europea ha identificado en un informe sobre movilidad cuatro grandes tendencias disruptivas que van a transformar el transporte por carretera tal y como lo conocemos: automatización, conectividad, descarbonización y movilidad compartida.

La automatización hace referencia a los sistemas que son capaces de llevar a cabo, parcial o totalmente, las tareas implicadas en la conducción, es decir, a los distintos grados de autonomía que poco a poco se van introduciendo en los automóviles.

Por su parte, la conectividad hace alusión al uso de tecnologías que permiten al vehículo comunicarse con otros vehículos y con las infraestructuras de la carretera. La descarbonización tiene que ver con la utilización de fuentes de energía alternativas, como la electricidad, el hidrógeno, los biocombustibles o el gas natural, con el fin de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero.

Finalmente, la movilidad compartida es una estrategia de transporte innovadora que permite a los ciudadanos hacer uso de distintos medios de desplazamiento de forma puntual, cuando le resulta necesario, sin necesidad de tenerlos en propiedad. También entraría en esta modalidad el carpooling, o la práctica de compartir un vehículo privado con otras personas de forma regular o para trayectos puntuales.

La movilidad como servicio

Si utilizamos la definición de movilidad como servicio (MaaS) que ofrece Juniper Research, hablamos de soluciones de transporte urbano que están integradas en una sola plataforma. A través de ella, los usuarios pueden determinar la mejor ruta al mejor precio, eligiendo distintas opciones entre distintos servicios de transporte que unen dos puntos, para lo que toman en consideración información relevante en tiempo real, como pueden ser las condiciones del tráfico, la hora del día o la demanda. Una plataforma MaaS puede incluir la red de transporte público, los servicios de vehículos compartidos (bicicletas, motos, coches) o servicios VTC. El cliente accede a todos esos servicios desde una misma app, de forma que no tiene que contratarlos por separado.

Aunque se trata de una tendencia incipiente aún, los servicios de movilidad están siendo impulsados por dos tipos de factores. Por una parte, los urbanistas y los gestores del tráfico se ven obligados a resolver los problemas de congestión de las calles, pero la construcción y la habilitación de nuevas vías son lentas y costosas, y no siempre solucionan el problema. MaaS es una alternativa para mover más personas y bienes, de una forma rápida, barata y más limpia, al añadir más variedad y flexibilidad a la oferta de transporte.

Por otra parte, desde el lado de la demanda se aprecia que el ciudadano ha abrazado con ganas estas nuevas formas de movilidad. Los servicios de carsharing contaban en 2006 con 350.000 miembros en todo el mundo, que en 2014 ya ascendían a 5 millones, y se espera, según datos de Deloitte, que alcancen los 23 millones en 2024. En 2004 solamente once ciudades en el mundo tenían programas públicos de bicicletas compartidas; hoy en día existen más de 1.000 iniciativas en más de cincuenta países.

Los servicios de movilidad constituyen un ecosistema que presenta diversos componentes. Uno de los principales es el de las infraestructuras de telecomunicaciones. Se trata de una estructura intensiva en los datos que requiere que el usuario disponga de un teléfono inteligente conectado a unas comunicaciones móviles de banda ancha, 3G y 4G, pero en un futuro, 5G.

Otro de los protagonistas es el proveedor de datos, es decir, el intermediario entre el operador de transportes y el usuario final. Su tarea consiste en gestionar la pasarela para el intercambio de datos a través de una app. Los operadores de los servicios de transporte también son agentes protagonistas en el modelo, tanto públicos como privados, puesto que ponen en la plataforma su oferta de desplazamiento.

El vehículo conectado

El vehículo conectado es un coche en el que el conductor, además de lo que puede ver y oír, recibe ayuda a través de otras funciones que aporta la tecnología. En concreto, aunque no vea lo que está ocurriendo en la carretera, puede saberlo porque es avisado por los sistemas del vehículo.

El coche conectado utiliza dos capacidades de la red: por una parte, un protocolo para comunicarse con el entorno y, por otra, la tecnología edge computing. A pesar de que la Unión Europea defiende el uso de la tecnología WiFi para el desarrollo de los servicios del coche autónomo, los principales operadores del mundo apuestan por protocolos de comunicación basados en el recién llegado 5G como, por ejemplo, el C-V2X (Cellular Vehicle to Everything).

Se trata de un protocolo de comunicaciones que integra tecnología V2V (vehículo a vehículo), V2P (vehículo a personas), V2I (vehículo a infraestructuras, como semáforos, por ejemplo) y V2N (vehículo a red). De esta forma, recibe información de los distintos agentes y elementos que están relacionados con la conducción en un determinado trayecto.

Por otro lado, el edge computing consiste en dotar de capacidad computacional a los dispositivos de la periferia de la red, que se encargan de recoger la información, y así evitar que esta tenga que enviarse a través de largas distancias. Es una manera de reducir la latencia —el retardo que producen las redes en transmitir la información—, ya que disponer de un tiempo de respuesta ultrabajo resulta crucial para garantizar que el vehículo no actúa con retraso en circunstancias peligrosas.

Los automóviles poco a poco van ganando conectividad. Ya existían iniciativas relacionadas con dotar de cobertura wifi al vehículo, como el servicio Car-WiFi de Orange y Huawei, y también aplicaciones como My Connected Car de Vodafone, una aplicación móvil que permite al conductor interactuar de forma sencilla con su coche a través del teléfono móvil y gestionar funciones relativas a la seguridad y la protección del mismo y de sus ocupantes.

En mayo de 2019 Telefónica lanzó Movistar Car, un servicio de conectividad e inteligencia para el coche que está disponible para todos los usuarios de telefonía móvil, independientemente de que sean o no clientes de la compañía. A través de una SIM, el dispositivo crea una red wifi 4G en el vehículo pero, además, se incluyen otras prestaciones, como la llamada automática de socorro en caso de impacto, la posibilidad de programar revisiones de mantenimiento y recibir alertas relacionadas con averías, o conocer en todo momento la localización del vehículo.

El camino hacia la movilidad autónoma

A pesar de los avances alcanzados en los campos de la movilidad conectada y autónoma, el vehículo completamente autónomo tardará décadas en llegar. Aparte de los aspectos meramente tecnológicos, existen muchas cuestiones que resolver, como pueden ser, la adaptación de las infraestructuras viarias para que puedan intercambiar información con estos automóviles, el desarrollo de un acervo legislativo que contemple esta nueva dimensión del tráfico rodado o la resolución de aspectos relativos a la seguridad de conductores y peatones.

La llegada del coche autónomo ya está concentrando esfuerzos en Europa, como el programa Trustonomy, financiado por el programa marco de investigación y desarrollo Horizon 2020. Bajo este nombre, se pretende investigar, configurar, probar y evaluar, en términos de rendimiento, ética, aceptabilidad y confianza, diferentes tecnologías y enfoques relacionados con la movilidad autónoma. Esto se hará a través de estudios de simulador y de campo, en una variedad de escenarios de conducción autónoma que permita cubrir diferentes tipos de usuarios, modos de transporte por carretera, niveles de automatización y condiciones de conducción, entre otros.

También dentro del programa marco Horizon 2020, la iniciativa INFRAMIX tiene como objetivo preparar las infraestructuras de carreteras para la llegada de los vehículos autónomos. Teniendo en cuenta lo largo y costoso que es desplegar infraestructuras viarias nuevas, la única manera de preparar la red existente para la automatización de la conducción es a través de intervenciones dirigidas, tanto físicas como digitales.

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