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Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
miércoles 06 de septiembre de 2017, 12:09h

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España está situada en el extremo Suroccidental de Europa con algunos enclaves en el Norte de África. Además de ocupar la mayor parte de la Península Ibérica, está formada por dos archipiélagos (el de las Islas Canarias en el océano Atlántico y el de las Islas Baleares en el mar Mediterráneo) y dos ciudades autónomas (Ceuta y Melilla) en el Norte de África, aparte de varias islas menores en esta zona y otras cercanas a la península, como el Peñón de Vélez de la Gomera, el Peñón de Alhucemas, las Islas Chafarinas y la Isla del Perejil. Tiene una extensión total de 504.782 km2

Dicha extensión está atravesada de lado a lado por la Cordillera Cantábrica, Pirineos, el Sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena, el Sistema Ibérico, Bético y Penibético, el Sistema Costero catalán y la Cordillera Ibérica. Además, del relieve, no menor, que afecta a los archipiélagos. De hecho, es el segundo país más montañoso de Europa.

En términos de turismo, en 2016 España ha sido el tercer país por afluencia de turistas del mundo, con 75,3 MM de visitantes en 2016, por detrás de Estados Unidos y Francia; lo que lo sitúa como número uno en términos proporcionales.

Y ¿por qué hago este repaso a la geografía física y de población? Pues porque ambas magnitudes están directamente relacionadas con el término de moda: roaming.

Lógicamente, soy la primera que aplaudo el fin del roaming desde el pasado 15 de junio; un tema que seguimos desde hace años y que hemos constatado con diferentes entrevistas e informaciones a lo largo de la década. Personal y familiarmente, salgo muy beneficiada, pero no siempre nos podemos mirar el ombligo porque podemos tropezar. De hecho, no veo las cosas tan claras como parece verlo el resto del mundo y creo que, si miramos a través de un gran angular y no de un macro, estas pueden resultar un tanto diferentes.

Y vuelvo a mi teoría del relieve porque el hecho de que España está geográficamente tan accidentado dificulta y encarece, considerablemente, el despliegue de red, sea ésta del tipo que sea y, en consecuencia, nuestros costes o mejor dicho los de las compañías telefónicas, son muy superiores a los que tienen las alemanas o las holandesas, países donde un número mínimo de antenas de máxima visibilidad cubre la práctica totalidad del país.

Eso sí, la segunda magnitud analizada, el turismo, compensaba el gasto en infraestructura en relación al que tienen otras entidades de otras naciones, ya que al ser el tercer país del mundo receptor de viajeros y, por tanto de roaming (roaming positivo), los ingresos en este concepto, sin ser fijos, siempre eran considerables.

Seguro que hay algo en lo que todos estamos de acuerdo: los accionistas de los grandes operadores españoles no van a asumir la pérdida. Por tanto, ¿quién las va a pagar?

Es cierto que para suprimir la itinerancia en Europa se han pactado unas cifras mayoristas que el operador de origen debe de pagar al de destino y que esta cantidad debería aminorar el ‘golpe’; pero los medios económicos llevan un par de años advirtiendo de que el descenso de ingresos por la desaparición del roaming ascendería al 28 por ciento y, ‘por mera casualidad’, las tarifas de telefonía se han incrementado paulatinamente de forma directa o indirecta (bien por imposición en factura, bien por cambios en los planes de precios o en las campañas estratégicas).

Seguro que hay algo en lo que todos estamos de acuerdo: los accionistas de los grandes operadores españoles no van a asumir la pérdida. Por tanto, ¿quién las va a pagar? ¡Bingo!

De nuevo la economía se muestra socialmente injusta porque se va a beneficiar a aquellos que más viajan, que mandan a sus hijos a estudiar fuera o que tienen una empresa multinacional. Pero pagar más, van a pagar los abuelillos de las pallozas, los obreros inmigrantes residentes y toda esa masa mayoritaria de clase media que conforma el panorama nacional.

¿Alegría? Sí, para los pocos que somos clase media trabajadora, que viajamos por obligación, que requeríamos de datos en el extranjero y el roaming nos machacaba -lo haya suprimido el operador antes o después-.

Así es que lo dicho: ¡Alegría, alegría, alegría! Alegría, alegría al vencer; que se acaba el roaming una década después (Espero que conozcan la música).

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