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Nacho Cano y Thal Ben-Shalar o los genios de la felicidad

Nacho Cano y Thal Ben-Shalar o los genios de la felicidad

Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
domingo 27 de noviembre de 2022, 09:00h

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Se apagaron las luces y una pequeña y lujosa sala de cine con tecnología Dolby Atmos nos permitió sumergirnos en la maravillosa versión sinfónica de Malinche que un genio de la música nacional e internacional, Nacho Cano, había grabado con la Orquesta Sinfónica de Londres en el estudio más famoso del mundo: Abbey Road.

Mikel Fernández Krutzaga el reconocido técnico musical español, fue el encargado de mezclar este nuevo sonido envolvente en el que cada uno de los instrumentos cobra vida y personalidad; de forma que al pulsar el ‘on’, un torbellino de sensaciones te arrastra y atrapa no sólo en el placer de oír, sentir y disfrutar de una gran composición, sino en un proceso, más o menos voluntario, de realizar una introspección analítica que te acompaña en un viaje por las turbulencias de tu propia vida.

Y allí, sentada en el sillón de los cines Ocine Urban Caleido de Madrid, esperando las preguntas posteriores que nos permitirían saber del orgullo de Cano y Krutzaga por su trabajo, de su dificultad, del uso puntero de la tecnología musical por parte del compositor y de su relación amor-odio con las redes sociales y las nuevas técnicas del marketing digital, mi mente recordó y repasó todo lo aprendido en los dos días anteriores en el encuentro que WOBI había celebrado en el WAH (IFEMA), el Foro mundial de los negocios que había traído hasta Madrid a grandes profesores de Harvard, del MIT, de empresas punteras del mundo de la tecnología, del marketing, la gestión de equipos y el ‘mindfulness’.

Tal Ben-Shalar, la edad de las ideas

Y mi primer pensamiento pautado por las notas musicales voló hasta la conferencia de uno de los principales especialistas del mundo en ‘La ciencia de la felicidad’; un gurú en el uso de herramientas inmateriales que nos permiten mejorar la productividad y vivir y lo rememoraba porque en aquel momento sinfónico, yo estaba aplicando, precisamente, lo que 48 horas antes, él nos había enseñado.

Tal Ben-Shalar; experto en liderazgo y psicología positiva, en sus charlas combina estudios científicos, investigaciones académicas, consejos de autoayuda y principios espirituales para enseñar a las personas a optimizar su éxito y su felicidad. Doctorado en Comportamiento Organizacional por la Universidad de Harvard, hoy asesora y da conferencias por todo el mundo a ejecutivos de empresas multinacionales, compañías de la lista Fortune 500 e importantes instituciones educativas.

Pues bien, Ben-Shalar consideraba en su discurso que conseguir aumentar tan sólo un 3 ó 4 por ciento los niveles de felicidad permite que nuestra productividad se dispare, además de mejorar las relaciones con nuestro equipo, con nuestro entorno personal y con nuestro sistema inmunológico. “Acabamos de salir de la pandemia -aseguraba-, hay guerra, muchas dificultades económicas y por eso la ciencia de la felicidad es más importante que nunca”.

El ponente comentó que el ensayista, matemático, investigador y financiero Nassim Nicholas Taleb había desarrollado la idea de la antifragilidad. Lo que se denomina la resiliencia 2.0; la cual constata que algo resiliente, aunque se presione, no sólo vuelve a su estado original sino que, como es anti frágil, incluso crece un poco más o responde con mayor potencia. Un ejemplo de este fenómeno son nuestros músculos tras entrenar en el gimnasio (se recuperan y crecen) y, por supuesto, el PTG o crecimiento tras un shock post traumático, lo que significa que de la superación de un trauma se sale reforzado; algo que, según él, le ocurre a casi todo el mundo. “Lo más importante es saber que ocurre, ser consciente y tener las condiciones adecuadas para aprovecharlo -consideró Ben-Shalar-”.

La paradoja de la infelicidad y el daño de las redes sociales

Pero para el profesor de Harvard existe una paradoja, ya que no se está siempre feliz y no nos damos permiso a nosotros mismos para ser, sencillamente humanos, para aceptar que todos tenemos altibajos y, considera que, a este respecto, las redes sociales están haciendo mucho daño, ya que parece que todo el mundo está siempre contento y que nosotros también tenemos que estarlo. Pero para el ponente, sólo hay dos tipos de personas que no sienten tristeza o desaliento: los psicópatas y los muertos. “Así es que si no eres psicópata ni estás muerto puedes permitirte ser humano y empezar a crecer, porque si no lo aceptas, si se apartan las experiencias dolorosas, éstas aumentan; si ocultas tus celos estos aumentan y si niegas tu envidia, te vuelves más envidioso”. De hecho, cuando intentamos no pensar en algo, ese fenómeno se intensifica y, por el contrario, cuando permitimos que las emociones fluyan finalmente desaparecen (be water my friend). “La idea es invitar a las emociones, a todas, como cuando invitas a alguien a pasar a tu casa; ya que se irán tal y como han llegado. Pero si les cerramos la puerta, se parapetarán tras ella y se harán fuertes”.

Además, eso afecta también a nuestras emociones placenteras porque si trato de bloquear lo malo, también bloqueo lo bueno. Tengo que dejar fluir la ansiedad y la tristeza o la envidia o los celos porque si no, no dejo manar la felicidad y el amor. Fue Golda Meir quien dijo que “aquellos que no sienten sus agonías, tampoco saben cómo reír”; pero Ben-Shalar cree que tampoco debemos resignarnos, que hay que tener una aceptación activa. El miedo, por ejemplo, hay que sentirlo y seguir adelante. También hay que llorar porque cuando lloramos liberamos oxitocina y opiáceos; por eso nos sentimos mejor después de llorar.

Dolby, premio Emmy de Tecnología e Ingeniería

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La necesaria recuperación, el obligado propósito y la bondad de dar

En definitiva, la psicología positiva se basa en que no hay que reprimir las emociones porque el primer paso para la felicidad es permitirnos la infelicidad; hay que ser conscientes de que el estrés es positivo porque activa nuestro sistema anti frágil, pero para que funciones hay que introducir en nuestra vida periodos de recuperación -es como estresar los músculos: si forzamos el estrés muscular nos lesionados-, hay que marcar momentos de recuperación a lo largo del día. Por ejemplo, pausas de 15 minutos cada dos horas (pasear, comer, meditar, hacer ejercicio, bailar, etc. “Si somos constantes nos dará suficiente nivel de recuperación para lidiar con el estrés -aconsejó-.

Y si nuestro trabajo no nos permite tomarnos un respiro, hay que parar cada dos horas 30 segundos cerrar los ojos y hacer tres inhalaciones profundas. Tenemos que ponernos recordatorios para hacerlo porque los estudios demuestran que al cabo de un mes se está mucho mejor y se experimenta el crecimiento. El ejercicio regular reduce el Alzheimer en un 52%; nos ayuda a vivir más tiempo, a aumentar nuestro rendimiento como líderes y como personas. “Y si no duermes, lee, haz otra cosa relajante. Todos tenemos derecho a tomarnos un día; ¡Dios lo hizo y tenía razón! Lo mismo ocurre en las carreras de coches, si no se para te quedas sin gasolina o las ruedas explotan. Es lo que se denomina ‘Burn out’.

Otros aspectos igual de importantes son tener un propósito, porque según la teoría de la apreciación del trabajo, con un propósito todos los problemas se pueden superar. “Se trata de una llamada -explicó el orador-; unos sólo trabajan esperando que llegue el fin del día o de su vida laboral; otros quieren ser jefes y evolucionar; pero otros sienten vocación, se sienten parte del sistema y cualquiera que sea el tipo de trabajo que desempeñen, entienden que tiene un significado, un valor para la sociedad. Estos últimos son los que más rinden, los más felices.

¿Y cómo conseguir que nuestro día a día sea una llamada? La psicóloga y profesora de la Universidad de Yale, Amy Wrzesniewsky, y la de la Universidad de Michigan, Jane Dutton aseguran que hasta los peores trabajos tienen parte de influencia en la sociedad y que es la orientación que se da a los mismos lo que marca la diferencia.

Por último, para Tal Ben-Shalar otro aspecto fundamental es dar, ya que “la generosidad hace feliz. Y no se trata de hacer un regalo o de dar dinero, sino de ser amable. Ana Frank dijo que siempre se puede dar algo, aunque solo sea amabilidad -aseguró-”.

Vuelta al sonido Dolby

Y allí estaba yo recordando los secretos de la felicidad con los ojos cerrados, tomándome uno de esos momentos de relax, íntimos y personales, que me había recomendado pocas horas antes el profesor Ben-Shalar, dando gracias por la oportunidad que me daba Dolby de disfrutar en su sala Atmos de una audición perfecta, contenta por compartir ese momento con amigos y compañeros y con el firme propósito de escribir este artículo por si podía ayudar a alguien a encontrar un momento o muchos de plenitud.

El año ha sido largo y penoso personal, social e históricamente. Pero me lo enseñó un genio al son de otro: el dolor hay que dejarlo atrás para salir reforzados de la experiencia. ¡Igual es hora de parar, tener un propósito, actuar con generosidad y crecer!

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