Reportajes

Llamar volando

Pilar Bernat | Lunes 16 de marzo de 2015
En 2013, la Comisión Europea aprobó el uso de redes inalámbrica dentro de los aviones; desde ese momento, cada país y cada compañía aérea ha tomado sus propias decisiones y ha ido abriendo, paulatinamente, las comunicaciones a los pasajeros.

Fue Norweian la primera compañía aérea que hizo público y utilizó en sus campañas el hecho diferencial de ofrecer WiFi gratis a bordo. Pronto le siguieron SAS, Turkish Airlines, JetBlue, Air China, Philippine Airlines o Hong Kong Airlines; además de una lista interminable de nombres que optaron por el servicio de pago. Como hecho mágico, los aburridos pasajeros de ésta o aquella empresa, que buscaban variopintos entretenimientos como alternativa al sueño, fueron descubriendo la posibilidad de mantenerse comunicado sin gastar parte de su herencia en unas llamadas y la experiencia ha resultado más que satisfactoria.
Así mismo, hemos ido aprendiendo que es factible hablar con la familia o la oficina sin temor a que las interferencias tiren el avión abajo y que, dentro de poco, no sólo los pasajeros de clases preferentes irán haciendo uso de su teléfono celular, sino que será un servicio masivo y popular.

Imprescindible, un satélite
La compañía suiza OnAir, proveedor de servicios de conectividad en el aire de 15 aerolíneas, ha comunicado, al publicar su cuenta de resultados, que a lo largo de 2014, más de 13 millones de viajeros utilizaron su servicio de telefonía móvil desde un avión utilizando la infraestructura de Inmarsat SwiftBroadband (SBB), ya que el enlace satelital resulta imprescindible.
Así, después de detectar una marcación la picocelda (pequeña estación base) situada en el avión redirige la llamada hacia el satélite, a la vez que un sistema embarcado gestiona la conexión con el mismo y la evolución de todos los datos que se transmiten. Desde el satélite, se traspasa la llamada a la estación de tierra que forma parte del enlace avión-satélite-tierra. Aquí se procesa la misma y se envíТa hacia el país y red del receptor o destino final.
Como características técnicas hay que señalar que el móvil en el avión utiliza la banda de los 1800 MHz. De hecho, en España, según explica la CNMC, “las empresas que quieren prestar este servicio en las aeronaves de bandera española deben inscribirse como operadores y solicitar una concesión del espectro para usar esa frecuencia dentro del avión”.
Con el fin de no provocar interferencias, el teléfono sólo puede utilizarse a partir de 3.000 metros de altura, por lo que el avión dispone de un dispositivo que genera ruido digital y consigue que los móviles no reciban la señal de las redes de tierra. Además, de esta forma, sóo se puede tener conexión con los operadores autorizados para prestar el servicio en la aeronave quienes, a su vez, mantienen acuerdos de roaming entre compañías; igual que una llamada al extranjero.

WiFi
Tal y como explica la CNMC, en su blog, el mismo esquema de comunicaciones se utiliza para las conexiones WiFi. “La principal diferencia es que el WiFi se emite en una banda de uso común y no es necesario que el operador o la aerolínea soliciten una licencia para hacer uso del espectro.
Así, en el avión hay varios puntos de acceso WiFi (WAPs) a los que se conectan los usuarios. El router que hay en la aeronave recoge las solicitudes de acceso a internet y las encamina hacia el satélite.

Sin satélite
Si el vuelo en el que vamos embarcados se mantiene sobre tierra, es factible utilizar un sistema alternativo implantado en los EE.UU que no requiere conexión satelital y que se denomina ‘air-to-ground’.
En este caso, la picocelda realiza una conexión avión-tierra con unas antenas de telefonía que apuntan hacia el cielo y que proveen cobertura a los aviones. Desde éstas se realiza el llamado ‘handover’ o salto de celda, como si fuéramos en automóvil o en tren.
Teóricamente, la llamada no debería interrumpirse pero, ya sabemos que la tecnología no es infalible y, menos a alta velocidad.