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El GPS no ha llegado al móvil por iluminación divina

Miércoles 22 de octubre de 2014
GPS en telefonos móviles
Ya desde hace algún tiempo, los móviles de gama alta vienen incorporando de forma paulatina y mejorada servicios de localización y navegación a través de GPS (sistema de geoposicionamiento satelital).
Como con tantas cosas, la gente parecía no haber recibido el mensaje hasta que Apple anunció que su nuevo iPhone 3G incorporaba el sistema. Pero, para cuando el fonoreproductor americano salió al mercado, ya se comercializaban otros modelos que nada tienen que envidiar e incluso que están muy por encima del terminal de Jobs. Pero ¿dónde residen los secretos? Pues, como siempre allá donde muchos no quieren mirar.


No obstante, antes de continuar, queremos entonar el ‘mea culpa’ porque cometimos un error en la descripción del sistema de los de Cupertino y afirmamos que el iPhone no llevaba antena receptora de señal y, a pesar de que no hemos conseguido que ni Apple ni Telefónica nos den los datos técnicos de la misma, la masa periodística asegura que ésta se encuentra alrededor del objetivo de la cámara; por tanto, reconocemos el error y nos lo autodisculpamos con vergüenza pero como fruto de una mala traducción.
Nokia N95

Sigamos…
Si diferenciamos claramente entre navegadores GPS y teléfonos móviles con sistema de geoposicionamiento incorporado, normalmente asistido (A-GPS), tenemos que tener en cuenta determinadas cosas.
Para empezar, que la revolución o la generalización del sistema integrado en los teléfonos tiene ya unos años. Primero, se instaló simplemente como software y con los receptores GPS externos conectados a través de Bluetooth (recordemos Ruta Movistar con Wayfinder). Algunos años después, llegó la agregación de las antenas y, por último, la incorporación de las mismas en los chipsets (GPSone de Qualcomm).
Pero, sin ahondar mucho en el tema, ni remontarnos a sistemas que hace años podían parecer dificultosos, recomendamos repasar el lanzamientos de terminales como el E 90 de Nokia (uno de sus comunicadores más populares y que salió al mercado hace un año); el cual, no sólo ofrecía ya posicionamiento y seguimiento, sino navegación por voz. La aplicación de Nokia evolucionó alcanzando su mejor nivel con el N95 8GB, aunque hoy, con la llegada del N96, entre otros, se ha ido más allá.

Google Maps, la verdadera revolución
Sin embargo y aunque la recepción de posición venía implícita en los chips y se reflejaba en los menús de los teléfonos, existía el problema de la cartografía: pesada, cara si había que bajarla on-line y compleja si, en vez de un sistema on-board (interno o dependiente de a red), optábamos por uno off-board (en memorias externas).
Entonces, sin menospreciar planteamientos previos mucho más completos, llegó Google e integró en sus famosos mapas primero una opción que se llamaba ‘mi ubicación’ y, posteriormente, ‘usar GPS’.
La revolución estaba servida y no ha llegado como algunos dicen ahora, como fruto de la iluminación divina, sino como una larga evolución de más de 15 años que partió de sistemas complejos pensados para empresas (el primero que yo conocí se llamaba ‘Eagle Eye’ e iniciaba el camino hacia el seguimiento de flotas o la localización de vehículos).

Almanac y Ephemeris
Dicho esto, expliquemos que los ‘GPS’ que incorporan, hoy, los terminales multimedia basan su funcionamiento en dos fases llamadas técnicamente Almanac y Ephemeris, las cuales conforman el sistema de geoposicionamiento asistido (A-GPS).
Para explicarlo y probarlo sobre las más recientes apariciones en el mercado, hemos testeado en estos días el iPhone 3G, el Nokia N95 8GB, el Samsung Omnia y el HTC Diamond.
Para empezar, cuando pulsamos sobre la aplicación mapas de cualquiera de ellos, aparece una primera situación marcada por un círculo que nos aporta una idea del lugar en que nos en
Samsung Omnia
contramos, pero con un amplio margen; incluso de varios kilómetros. ¿Por qué? Porque la fase Almanac realiza una primera aproximación no muy precisa buscando los satélites que tenemos sobre la cabeza y apoyándose en las estaciones base de telecomunicaciones (WiFi en algunos casos, celular en la mayoría) y en un servidor que gestiona la información y que guarda los datos incluso durante meses (lo podemos comprobar porque, desde un mismo punto, solemos ver siempre en un primer momento el mismo escenario: la bolita centrada en un lugar concreto y con un círculo alrededor que nos dice, exagerando un poco, poco más que la ciudad en que nos encontramos. Este primer acercamiento es más eficaz en poblaciones donde hay muchas antenas, pero según vamos alejándonos de las grandes ciudades y las estaciones base se distancian entre sí, su efectividad se relativiza.
La magia, lo que distingue unos terminales de otros, lo que ennoblece y da categoría al sistema de localización del teléfono, es el tiempo que tarda en parpadear la bolita o la flecha que indica dónde estamos, en encontrar nuestra posición exacta y en comenzar el seguimiento; es decir, en pasar a la fase Ephemeris y recibir los datos exactos (coordenadas) de un número de satélites geoestacionarios (cuantos más, mejor) que guardan su información máximo 30 minutos. Pero voy más allá, el éxito reside en el tiempo que tarda en hacerlo en movimiento, dentro de un coche, por ejemplo. Entonces, se caen los mitos.

Oro al Diamond, plata al Omnia
Y antes de seguir, un dato para los creyentes ciegos. Teléfonos como el Omnia o el Diamond llevan en sus listas de programas los llamados ‘GPS mejorados’, software que hay que descargar (se hace en segundos), que en ocasiones hay que hacerlo cada determinado tiempo (puede ser una vez al mes) y que realmente son el ‘quid’ de la cuestión.
Una vez activados estos y circulando por la Nacional II desde Madrid en dirección Barcelona en un trayecto de 10 kilómetros, con tráfico fluido y a
HTC Touch Diamond
una velocidad de 60/80 km/hora, el ganador indiscutible es el HTC Diamond, que sobre una cartografía con imagen satelital de vista nítida gracias a la calidad de su pantalla, no tarda más de 15 segundos en situarnos con precisión pasmosa y empezar a navegar. Prácticamente lo mismo o con diferencia de un segundo y algunos metros, el Samsung. Nokia, un minuto como máximo (aventaja a los demás en que lleva navegación guiada por voz y aporta datos como el tiempo del lugar en que nos encontramos). Apple no se había conectado cuando llegamos a nuestro destino (lo que sí había hecho rápidamente un rato antes al solicitar la posición en un punto fijo, sin movimiento).
Sólo una cuestión más: cualquiera de ellos requiere una conexión a datos que, si es WiFi es gratis, pero cuando se conecta con la red del operador tarifica.

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