Alguien me comentó hace algún tiempo que un ilustre ‘coach’ japonés que luego supe que se llama Robert Toru Kiyosaki solía decir: “20 años más tarde estarás más desilusionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Suelta las amarras. Navega lejos del puerto seguro y atrapa los vientos favorables en tus velas”. Una máxima de motivación que se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida y, también, al tecnológico; ya que en el momento de emprendeduría, innovación, desarrollo que vivimos es fácil constatar que la crisis, ha hecho de la necesidad virtud, que la paz (mayoritaria) ha dado oportunidad a la ciencia y que de nada vale aferrarnos a un pasado que huele a moho, cuando ante nuestros ojos se abre un futuro impactante.
Los móviles -emulando a Neil Armstrong-, han sido un pequeño paso para la tecnología pero un gran paso para la humanidad
A veces realizamos los test de los teléfonos y constatamos los pasos que en este ámbito se han ido dando, pero cuando viajamos, escuchamos y descubrimos lo que el hombre ha sido capaz de hacer, semilla de todo lo que vendrá, vemos que los móviles -emulando a Neil Armstrong-, han sido un pequeño paso para la tecnología pero un gran paso para la humanidad; han sido la puerta de entrada, el punto de conexión y de inflexión para que la inteligencia se apodere de nuestro entorno y todo, absolutamente todo, cobre vida.
¿Acaso llaman los atunes por teléfono?
Fueron muchos los que se preguntaron por qué llevamos un reportaje, en el número de noviembre de Telefonía y Comunicaciones, sobre la pesca del atún, si se trata de una publicación especializada en telecomunicaciones… No, no voy a hacer ‘spoiler’ de nuestros propios reportajes, pero sí puedo decir que llevo unos meses, en que la única frase que repito de forma continua es: increíble.
Increíble que me haya sentado en el primer taxi autónomo volador y que lo de los coches autoconducidos esté en un estrato ya superado porque la evolución de los drones, con una hoja de ruta de seis a ocho años, nos permiten intuir que la vida va a saltar por los aires.
El desembarco de la inteligencia artificial y el autoaprendizaje de las máquinas, la autogestión del todo puede parecer una aberración, una búsqueda de la destrucción del genero humano, pero ¿y si descubrimos que pueden llegar a proporcionarnos un mundo mejor? El problema no está en que nos superen las máquinas, sino en lo pequeños y mediocres que podemos llegar a ser nosotros. Por eso hay que aferrarse a esta máxima: “no dejes que las desilusiones de hoy arrojen una sombra sobre los sueños de mañana”.