Según explica el investigador científico Robert Martone, en la revista americana Scientific American, hay motivos legítimos subyacentes a estos esfuerzos. La memoria ha sido llamada "el escriba del alma", y es la fuente de la historia personal de uno. Algunas personas pueden tratar de recuperar recuerdos perdidos o parcialmente perdidos. Otros, como los afectados por el trastorno de estrés postraumático o el dolor crónico, pueden buscar alivio de los recuerdos traumáticos al tratar de borrarlos.
¿Hay cosas de las que todos debemos tener miedo o que debemos o no debemos hacer? Las posibilidades distópicas son obvias
Los métodos utilizados para crear recuerdos artificiales no se utilizarán en humanos en el corto plazo: ninguno de nosotros es transgénico como los animales utilizados en el experimento, ni es probable que aceptemos múltiples cables de fibra óptica e inyecciones virales implantados. Sin embargo, a medida que las tecnologías y las estrategias evolucionan, la posibilidad de manipular los recuerdos humanos se vuelve aún más real. Y la participación de agencias militares como DARPA invariablemente hace que las motivaciones detrás de estos esfuerzos resultan sospechosas. ¿Hay cosas de las que todos debemos tener miedo o que debemos o no debemos hacer? Las posibilidades distópicas son obvias.
Crear recuerdos artificiales nos acerca a aprender cómo se forman los recuerdos y, en última instancia, podría ayudarnos a comprender y tratar enfermedades terribles como el Alzheimer. Sin embargo, los recuerdos llegan al núcleo de nuestra humanidad, y debemos estar atentos a que cualquier manipulación se aborde de manera ética.