El Surface ha sido, desde su lanzamiento, el producto insignia de Microsoft. Pese a que en sus primeras generaciones no fue un éxito aplastante, debido a una mezcla entre lo novedoso del concepto (ligeramente complicado de entender para el consumidor, acostumbrado al portátil tradicional) y que se trataba de un dispositivo con ciertas limitaciones. Pero lo cierto es que, con el tiempo, Microsoft ha ido puliendo el Surface generación tras generación y los usuarios han respondido, convirtiéndolo en un habitual compañero de sectores como la educación.
La pantalla es de gran calidad pese a que carezca de los negros puros de un panel Amoled. Los colores son realistas y los ángulos de visión son realmente buenos permitiendo ver el contenido de la pantalla sin mirarla frontalmente sin que esta cambie de color o pierda visibilidad. Si se tuviera que mencionar un fallo este es el brillo máximo, pues en situaciones en las que usamos el Surface en el exterior con la luz del sol incidiendo directamente sobre el mismo se hace algo complicado ver con claridad los contenidos de la pantalla.
Otro aspecto a mejorar en cuanto al frontal del dispositivo son sus bordes, sus marcos, que son considerablemente anchos para lo que es el estándar de 2021. Este tamaño se debe a la decisión de mantener exactamente el mismo diseño que la generación anterior, y se podría justificar el grosor de los bordes en que al usar el terminal en modo tableta debe quedar algo de espacio para sujetarlo sin tocar, pero hay muchos otros dispositivos que incluyen marcos mucho más conseguidos sin tener el problema de toques accidentales, por lo que es una asignatura pendiente para Microsoft. Otro elemento que se sitúa en los marcos del frontal del terminal es la cámara frontal, acompañada de los sensores que habilitan el reconocimiento facial que permite acceder al dispositivo sin necesidad de incluir contraseña, mediante Windows Hello. Dicho reconocimiento facial funciona excepcionalmente bien, siendo muy preciso y rápido en desbloquear el Surface. La cámara frontal, que es de 5 megapíxeles y capaz de grabar vídeo a resolución 1080P Full HD, se ha convertido especialmente en tiempos de pandemia en una aliada imprescindible, tanto como para reuniones de teletrabajo como para videollamadas para estar en contacto con los seres queridos.
El Microsoft Surface es un dispositivo que, por sus características y portabilidad, se amolda a diferentes usos. Uno de los más frecuentes es todo aquello relacionado con la educación. Este convertible dos en 1 es el compañero perfecto para un estudiante, ligero y con múltiples opciones para tomar notas, ya sea mediante el teclado o el lápiz, ambos vendidos por separado. Pero aunque este uso está muy extendido, para cuestiones de ofimática también es una máquina muy capaz, y su uso cada vez se ha extendido más en ambientes laborales de la mano del teletrabajo. Por ello Microsoft ofrece una versión del dispositivo en su página ‘Para Empresas’ apodada como Surface 7 Pro+, con opciones más enfocadas al teletrabajo, como la posibilidad de incluir una tarjeta sim para contar con internet en todo momento gracias a datos móviles, la versión Pro de Windows 10,mayor autonomía y la posibilidad de extraer el SDD con facilidad.
Estos usos se pueden ampliar incluso a tareas más exigentes como la creación de contenido, ya sea mediante edición de video, fotografía o diseño gráfico eligiendo una de las configuraciones con mejores prestaciones de entre las muchas que ofrece Microsoft.
Esto es realmente un punto clave en cuanto al rendimiento se refiere, pues a diferencia de una tablet, que suele tener una única opción para elegir en cuanto a su hardware interno, el Surface es realmente un ordenador; por lo que se ofrece en diferentes configuraciones, y de la elegida dependerá realmente el rendimiento del terminal. Por ello es fundamental tener claro qué uso se va a realizar con el mismo. Para un estudiante una configuración más modesta será suficiente para navegar rápidamente por la web y usar aplicaciones de procesamiento de textos, y sería interesante considerar la opción de comprar el lápiz inteligente que Microsoft vende como accesorio, puede resultar útil a la hora de tomar apuntes. Por otro lado, si la idea es utilizar el Surface para tareas más exigentes será necesario mirar las configuraciones más potentes, con su consiguiente aumento de precio. Microsoft ofrece distintas configuraciones en cuanto a procesador (I3, I5 o I7, todos de décima generación de Intel), almacenamiento interno (parten de 128 GB hasta 1 TB) y memoria RAM (4, 8 o 16 GB). En cuanto al software todas incluyen, lógicamente al tratarse de un producto de Microsoft, Windows 10. El de sobra conocido sistema operativo se puede elegir en su versión más modesta ‘Home’, u optar por la más enfocada a las empresas ‘Pro’.
Por supuesto, el Surface Pro 7 será compatible con el recién anunciado Windows 11, que llegará en algún momento entre finales de este año y comienzos de 2022.
El Surface Pro 7 es una magnífica alternativa al portátil tradicional que, gracias a su condición de convertible 2 en 1, aporta una gran versatilidad. A su vez es un dispositivo elegante, bien construido y muy portable. Quizás una de las principales pegas que se le puede achacar es su precio, sin duda no es un terminal barato, pero siempre dependerá de la configuración que elija cada individuo según sus necesidades. Si se opta por las especificaciones más avanzadas podemos llegar a una factura de 2.500 euros. A esto se le debe sumar al menos el teclado, parte fundamental de la experiencia surface (150-170 euros) y también podemos incluir el lápiz inteligente (otros 110 euros). En resumidas cuentas, se trata de una máquina muy capaz que convencerá a todos aquellos que esten dispuestos a pagar el precio que marca su etiqueta.