Este avance, considerado un hito en el campo de la robótica suave, marca un punto de inflexión al eliminar la necesidad de componentes electrónicos o ensamblajes complejos en la fabricación de estos dispositivos.
Los robots desarrollados son de pequeño tamaño, aproximado de la palma de una mano, y cuentan con cuatro patas. Están fabricados íntegramente con un material plástico flexible y se accionan mediante presión de aire comprimido. Una vez impresos, los dispositivos se conectan a una fuente de aire y son capaces de caminar inmediatamente sobre la propia máquina que los creó.
La robótica blanda, basada en materiales maleables como plásticos suaves, ofrece múltiples ventajas frente a los sistemas robóticos convencionales. Entre sus posibles aplicaciones se encuentran sectores como la desmantelación nuclear, la biomedicina o la exploración espacial, donde la flexibilidad y adaptabilidad de estos dispositivos puede ser crucial.
Hasta ahora, el uso real de estas tecnologías se ha visto limitado por la falta de procesos de diseño y fabricación estandarizados, así como por su alto coste y la necesidad de conocimientos técnicos especializados. La propuesta de la Universidad de Edimburgo busca precisamente derribar estas barreras y democratizar el acceso a la robótica suave.
Con el objetivo de fomentar el desarrollo colaborativo, el equipo ha hecho públicos los diseños del Flex Printer, facilitando su reproducción y adaptación por parte de otros investigadores y creadores. Los resultados del estudio se han publicados en Device, una revista científica de la prestigiosa editorial Cell Press, y la investigación ha sido financiada por el Engineering and Physical Sciences Research Council (EPSRC) del Reino Unido.
El proyecto está liderado por el ingeniero Maks Gepner, con la colaboración de Jonah Mack, ambos doctorandos del Centro de Formación Doctoral en Robótica y Sistemas Autónomos, y bajo la supervisión del profesor Adam A. Stokes, director del Instituto de Bioingeniería de la universidad escocesa.
Precisamente, Gepner explica que “antes, imprimir con estos materiales era un proceso que podía llevar años. Con nuestra nueva plataforma, cualquiera puede crear cosas que antes parecían imposibles”. El investigador añade que este desarrollo supone “un cambio radical tanto para ingenieros como para artistas” y ha mostrado su confianza en que esta tecnología impulsará una nueva generación de avances científicos.