La misiva ha sido promovida por la Iniciativa de Campeones de IA de la UE, liderada por la firma de capital riesgo estadounidense General Catalyst, y firmada por empresas como Mercedes-Benz Group, BNP Paribas, Lufthansa, Publicis Groupe, Prosus o Siemens Energy. Todos piden retrasar los capítulos de la norma relativos a los modelos de propósito general, como ChatGPT, y los sistemas de IA de alto riesgo.
Uno de los focos de crítica es el código de prácticas que debe guiar a las empresas en la aplicación de la ley. Su redacción, inicialmente prevista para mayo, acumula ya meses de retraso. Además, ha sido señalado por varias compañías por exceder el mandato legal de la Ley de IA y crear un nuevo marco paralelo, sin debate legislativo.
Meta y Alphabet ya han mostrado públicamente su rechazo. En febrero, Joel Kaplan, vicepresidente global de asuntos públicos de Meta, calificó el texto de “impracticable e inviable”, y aseguró que la compañía no lo firmará si no se reformula. Alphabet, por su parte, ha considerado que algunas exigencias del reglamento “van demasiado lejos”.
También el Gobierno de EE.UU. ha intervenido. En abril, envió cartas a Bruselas y a varios países europeos instando a que se desestime el código en su forma actual.
La Ley de IA, aprobada en 2024, establece un marco legal para evitar abusos tecnológicos. Obliga a los desarrolladores a revelar cómo se entrenan los modelos, a cumplir con la normativa de derechos de autor y a implementar medidas de seguridad adicionales. Los usos prohibidos incluyen, entre otros, la identificación de personas en espacios públicos en tiempo real.
Aunque el código de prácticas es voluntario, el incumplimiento de la ley puede acarrear multas de hasta el 7 % de la facturación global de una compañía o un 3 % en el caso de modelos avanzados.
Mientras los grupos de trabajo de la Comisión, formados por empresas, expertos y defensores de derechos digitales, siguen redactando las directrices técnicas, las empresas alertan de que la falta de claridad y el calendario acelerado ponen en peligro el ecosistema digital europeo.
Firmas como SAP o Spotify, también integrantes de la iniciativa, subrayan que el objetivo compartido es una regulación eficaz, pero realista. Sin ello, advierten, Europa puede perder la oportunidad de ser referente mundial en inteligencia artificial.