El naranja subraya volúmenes, acelera la lectura de las superficies y, de paso, rinde homenaje a la cultura racing y a los safety cars que nos enseñaron que la visibilidad también puede ser estética.
¿Por qué el naranja funciona tan bien en coche? Porque lleva el foco donde interesa: realza hombros, marca pasos de rueda y dibuja la silueta a distancia. En clave de CMF (colores, materiales y acabados), esta tonalidad saca brillo a lacas con metal flakes, a fibras expuestas y a detalles en negro brillante o titanio; y cuando cae la noche, dialoga con luces de posición, DRL (luces de circulación diurna) y transparencias para convertir cada frontal en máscara.
Nuestra selección combina iconos y rarezas en clave de culto, todos en naranja, para demostrar cómo un mismo tono puede contar historias distintas. Una pasarela naranja para mirar el diseño con sonrisa maléfica… y con criterio.
El nuevo hiperdeportivo analógico de Garagisti and Co, el GP1, devuelve la conexión hombre-máquina con V12 atmosférico y cambio manual y, para nuestra noche, se viste de naranja cobrizo metalizado sobre carbono visto: una calabaza que vira a cobre según la luz y que afila el wedge inspirado en Gandini, subrayando tomas NACA, S-duct y difusor sin alerones teatrales.
Porsche 911 Carrera 2.7 (1974) del artista Manu Campa en naranja sólido, con kit de carrera de la época y parachoques period-correct. Luce dorsal blanco, llantas de cinco radios y “cola de pato” clásica: la calabaza de Stuttgart lista para hacer “trick or treat” en cada curva.
Alfa Romeo 155 V6 Ti DTM: la naranja Jägermeister que incendió los 90. Bajo su piel de turismo late un V6 2,5 l que sube más allá de 11.500 rpm, ronda los 490 CV y envía la fuerza a las cuatro ruedas. Aletas anchas y alas de prototipo: actitud de culto, pura calabaza y carbono para Halloween.
McLaren W1 en spec original: naranja papaya arriba y carbono expuesto abajo. Lo vimos de cerca en Pure McLaren Silverstone 2025 y, en vivo, esa división cromática afila las proporciones, baja visualmente el centro de gravedad y enmarca tomas, aletas y el paquete de aerodinámica activa. Naranja para el espectáculo, negro técnico para la función: Halloween con pedigrí de Woking.
Kimera EVO37 “Anya” visto en Lago di Como este mayo, vestido en Rosso Taormina: un rojo camaleónico que al sol vira de amarillento a naranja y granate. Sobre las formas del 037 renacido, el tono realza hombros y aristas y cambia de carácter en cada ángulo; un ejemplar realmente especial.
Pagani Utopia Sport visto en Moda Miami: homenaje directo al Zonda Cinque (2009) con Arancio Saint Tropez sobre carbono visto y un CMF interior en Nero Alcantara/Cuero con costuras naranja. La referencia es clara y aquí se traduce en actitud: calabaza de alta costura por fuera, fibra y sombras por dentro. Halloween, versión Módena.
GMA T.50 (chasis 458044, placa 44/100): naranja satinado con acentos azul eléctrico, llantas gris satinado e interior azul. Una de las unidades con más kilometraje, la vimos rodando por el Reino Unido desde Goodwood FOS (llegó y aparcó en el público), luego en España, en San Sebastián. Una spec que grita tanto como su presencia: calabaza con destellos azules, perfecta para Halloween.
Lamborghini Countach 25th Anniversary de Mario Escudero, pintado en Arancio Miura, el color calabaza más exclusivo de Sant’Agata, único así de fábrica. Con aproximadamente 15.000 km, este V12 5.2 Downdraft (455 hp) sigue hechizando la noche: conserva pintura e interior originales, monta escape ANSA y luce los “puntitos fantasma” en la tapa del motor, huella de los compuestos con kevlar de la época.
Bugatti Veyron 16.4 en bitono Sepia Brown / Orange Tibet, la mezcla más Halloween de Molsheim: calabaza y chocolate sobre una silueta que impone incluso al ralentí. Pertenece a la colección de Simon Kidston y lo vimos en Rétromobile de París 2025, dentro del Kidston Vault, donde el contraste entre el naranja saturado y el marrón profundo convertía cada arista en máscara.
Por dentro, cuero marrón oscuro que baja la intensidad cromática y deja que el exterior haga el truco (y el trato). Un Veyron para la noche: sofisticado, teatral y con un CMF que grita “edición de coleccionista” sin decir una palabra.
McLaren F1 GTR #11R en Historic Orange con la parte inferior en negro brillante y logo de Franck Muller: la calabaza y negro más icónica del paddock. No ganó Le Mans, pero es el único GTR convertido por McLaren a versión de carretera; compitió con Giroix Racing, fue usado discretamente por Mercedes-Benz como mula para el CLK GTR, y volvió a su especificación original. Un truco y trato de pura resistencia.