El movimiento sitúa a Gelsinger de nuevo bajo los focos. No solo por el impulso que recibe xLight, sino por el debate que ha abierto la Administración Trump: la creciente tendencia a tomar participaciones en empresas estratégicas, algo que incomoda a Silicon Valley y que incluso ha llevado al gobernador de California, Gavin Newsom, a preguntar públicamente “qué ha sido del libre mercado”. A Gelsinger, sin embargo, no parece preocuparle ese ruido. Su foco está puesto en un objetivo ambicioso: romper el mayor cuello de botella de la industria y empujar una nueva etapa para la Ley de Moore.
xLight apuesta por un enfoque radicalmente distinto al de los actuales líderes en litografía. Mientras compañías como ASML dominan el sector con máquinas EUV cada vez más complejas, la startup quiere instalar enormes láseres de electrones libres en el exterior de las fábricas, capaces de generar longitudes de onda extremadamente pequeñas y, por tanto, chips mucho más avanzados. Para Gelsinger, esta es la vía para que la Ley de Moore vuelva a crecer al ritmo de antes.
El acuerdo con el Gobierno, que aún está en fase de carta de intenciones, forma parte de las ayudas del Chips and Science Act destinadas a empresas emergentes con tecnologías consideradas estratégicas. Gelsinger reconoce que aún queda trabajo por cerrar, aunque confía en que la operación salga adelante. Y no es el único convencido. El fundador de xLight, Nicholas Kelez, llega de liderar desarrollos cuánticos en PsiQuantum y de dos décadas trabajando en grandes instalaciones de rayos X. Su visión se basa en un principio sencillo: separar la generación de luz del propio escáner de litografía y tratarla como un recurso externo, igual que la electricidad o el aire acondicionado.
Ese enfoque, según defiende, permite romper los límites actuales y multiplicar la potencia de la luz utilizada en la fabricación de chips. La compañía prevé producir sus primeras obleas en 2028 y poner en marcha su primer sistema comercial en 2029. Para ello, ya negocia la instalación de su primera máquina en el campus NY CREATE, en Nueva York.
La carrera no será sencilla. Otras startups, como Substrate, ya han anunciado inversiones millonarias para crear nuevas herramientas de litografía desde cero. Pero Gelsinger no los ve como rivales directos, sino como posibles clientes en el futuro. “Si Substrate tiene éxito, podrían necesitar nuestros láseres”, apunta.
La relación de Gelsinger con la Administración Trump añade otra capa a la historia. Él mismo presentó xLight al secretario de Comercio meses antes de que fuera confirmado en el cargo. No obstante, asegura que la participación pública será mínima, sin derechos de veto ni asiento en el consejo. “Es una inversión minoritaria. Necesitamos que esta empresa tenga éxito por el interés nacional”, resume.
xLight ya ha recaudado 40 millones y prevé cerrar otra ronda en enero. A diferencia de las empresas de fusión o computación cuántica, no necesitará miles de millones para demostrar su tecnología, algo que juega a su favor.
Para Gelsinger, este proyecto va más allá de una inversión. Es la oportunidad de seguir influyendo en un sector al que dedicó 35 años y que, pese a su abrupta salida de Intel, no está dispuesto a abandonar. Él mismo reconoce que dirigir diez startups a la vez es suficiente para mantenerlo motivado, aunque entre bromas asegura que ahora, por fin, ha podido “devolver los fines de semana” a su mujer.