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El protagonista del primer paseo espacial

Alfred Worden narrando en las instalaciones de Motorola Solutions en Cracovia su experiencia con el primer paseo espacial de la historia
Alfred Worden narrando en las instalaciones de Motorola Solutions en Cracovia su experiencia con el primer paseo espacial de la historia (Foto: Adrián Cascante)

De la luna a Cracovia, el paseo de Alfred Worden con Motorola

Por Adrian Cascante
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adriancascante7gmailcom/15/15/21
sábado 14 de septiembre de 2019, 11:30h

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Este año se cumplen 50 años desde que Neil Armstrong pisó la luna por primera vez y dio comienzo a una nueva era; para celebrarlo y hacer honor a ello, Motorola ha invitado a Alfred Worden, el capitán del módulo Apolo 15 y primer hombre en dar un paseo espacial, a sus instalaciones en Cracovia, creando, una vez más, una relación entre los astronautas y los equipos de radio que los acompañaron en el trayecto estelar.

Fue en 1963 cuando Motorola decidió firmar un contrato con la NASA para crear dispositivos especialmente diseñados para viajar en un cohete y proporcionar comunicación entre los astronautas y la tierra. Estos dispositivos, ahora ya algo obsoletos en comparación con la tecnología actual, transmitían voz, biometría, telemetría y datos de las naves a la tierra, a través de ondas de radio.

Los equipos de radio de Motorola conectaron a la NASA con las misiones espaciales

Una compañía que poco tiene que ver con la expansión que ha logrado en la actualidad. Cuatro edificios, más de 2.000 empleados y el segundo espacio de investigación más grande con el que cuenta la empresa Motorola después de sus laboratorios en Estados Unidos está en Cracovia. La empresa de comunicación desarrolla varios softwares para dispositivos, destacando los softwares de radio.

Lo que ha intentado hacer Motorola en el 50 aniversario del primer alunizaje es rememorar la historia de una de las mayores hazañas de la humanidad y para ello ha invitado al comandante (ya jubilado a sus 87 años) de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos y piloto del módulo lunar Apolo 15, Alfred Worden, a sus instalaciones en Cracovia para contar cómo fue su viaje.

Alfred Worden y su viaje espacial

3 años de entrenamiento exhaustivo (70 horas semanales), un panel de control con cientos de mandos y un complejo sistema de alunizaje y reentrada, los cuales tuvieron que hacer de espaldas para poder frenar con los propulsores, ya que estaban situados en la parte posterior de la nave y no vieron ni la luna ni la tierra con sus propios ojos hasta que ya estaban en ellas; fueron algunas de las partes más complicadas para el comandante Worden.

Cuenta que fue un viaje de investigación científica y bromea sobre ello diciendo que “los que salían de la nave solo tenían que recoger piedras, yo hacía todo el trabajo” refiriéndose a su labor de mapeo de la superficie lunar.

"Los que salían de la nave solo tenían que recoger piedras, yo hacía todo el trabajo", bromea

Aclara que uno de los aspectos más importantes de la misión fue el sentido del humor; mantener el ánimo y poder conversar de forma distendida con el resto de tripulantes era lo que los mantenía ‘cuerdos’ y bromas como las que él mismo confiesa que hacía, cómo decir a sus compañeros antes de volver a la nave de la superficie lunar, que hacía ‘las labores de madre’ y les repetía: “no entráis en casa hasta que no estéis limpios”.

A bordo del cohete más pesado que jamás se había lanzado de forma exitosa, y con un vehículo lunar a bordo, el Rover, tardaron el doble del tiempo esperado en sobrepasar la atmósfera, debido al peso, pero ellos no se dieron cuenta de nada -cuenta el comandante-. Y es que no se siente ningún movimiento en el interior del cohete, pero todas las actualizaciones de su situación les llegan desde control, a través de la radio y es por eso por lo que era tan importante la comunicación. Cuando pusieron rumbo fijo a la luna y se deshicieron de las partes más pesadas de la nave, ya inservibles, lo que quedaba era el módulo central con el alunizador pegado a la punta.

Alfred Worden narrando en las instalaciones de Motorola Solutions en Cracovia su experiencia con el primer paseo espacial de la historia (Foto: Adrián Cascante)

Durante el viaje, tuvieron que hacer varias labores de corrección, según cuenta, la trayectoria se desvió algunos grados, pero gracias al sistema de transmisión de datos a través de ondas de radio, desde control, recibieron los nuevos vectores y corrigieron la ruta. También era necesario rotar la nave constantemente, ya que sin una atmósfera que les protegiera, manteniendo una posición fija, un lado de la nave se calentaría en exceso por el sol mientras que el otro quedaría congelado.

El impacto de un meteorito en la Luna, movió su núcleo 22 km y por eso actúa a modo de péndulo y no rota por completo, dejando siempre un lado oculto

Ya en su viaje de regreso, el comandante Worden tuvo que salir al exterior de la nave para retirar una serie de componentes que, por el contrario, no sobrevivirían a la reentrada. Según explicó, de toda la nave, lo único que sobrevive a la reentrada es el módulo de mandos y por eso el capitán Worden tuvo que realizar su paseo espacial, el primero de la historia. Salió de la nave para desinstalar una serie de sistemas de vídeo y antenas que eran importantes por los datos que habían recopilado y cumplió su misión en tiempo récord.

“Había practicado tanto que ni siquiera me paré a pensar en dónde estaba, realicé la misión en tiempo récord y para cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, ya había terminado la misión y no tenía más motivos para seguir fuera de la nave. Fue la experiencia más divertida de mi vida, no quería volver dentro”, asegura Worden.

"El paseo espacial fue la experiencia más divertida de mi vida, no quería volver dentro"

Llega la hora de la reentrada, se gastan los últimos recursos disponibles de combustible para tratar de frenar la nave, y se abren los tres paracaídas que ayudan a que el módulo caiga al mar de forma no tan brusca cómo podría. El capitán Worden decidió girar ligeramente la nave para lograr una reentrada más ligera, pero por culpa de los pedazos de la nave que se iban desintegrando, se perdió uno de los paracaídas y tuvieron que reentrar con solo dos de ellos, no hubo problemas.

Tras eso llegaría, según narra Worden, el momento más duro de toda su experiencia de tres años. Varias semanas de pruebas físicas y mentales agotadoras, para comprobar su estado. El pulso en el espacio se le había reducido a 15 pulsaciones por minuto por la falta de gravedad y había perdido una gran cantidad de calcio de sus huesos, ya que en un entorno de gravedad 0 no es necesaria la dureza que proporciona el calcio a nuestros huesos pues no hacemos uso de ellos. El cuerpo de adapta.

Alfred Worden narrando en las instalaciones de Motorola Solutions en Cracovia su experiencia con el primer paseo espacial de la historia (Foto: Adrián Cascante)

Los viajes a Marte se podrán hacer en 30 o 40 años

El negocio de la venta de piedras lunares


Durante una entrevista para la BBC, el entrevistador preguntó al comandante si la NASA se dedicaba a vender piedras lunares. ¿La respuesta de Worden? Asentir con la cabeza. El comandante explicó que “en todas las misiones que la compañía espacial ha realizado en la Luna, se han llevado objetos para poder venderlos como piezas que han estado en la Luna y se han recolectado muestras de rocas con el mismo objetivo”.

Tras superar toda esta experiencia, Worden cuenta cómo al alistarse en la NASA, su objetivo jamás fue ir al espacio y mucho menos estar en la Luna. Ahora que ya ha estado allí piensa que la Luna “no significa nada para nosotros”, la única utilidad que le ve es tratar de construir un telescopio sin tener una atmósfera de por medio o hacer pruebas de supervivencia espacial durante largos periodos de tiempo, a modo de entrenamiento para futuras misiones a, por ejemplo, Marte.

En cuanto a estos viajes al planeta vecino, Worden apunta a que podrían hacerse realidad en unos 30 o 40 años, a pesar de los múltiples inconvenientes que podrían surgir, como la radiación solar, de la cual no conocemos a ciencia cierta su efecto en los seres humanos a una distancia tan cercana al astro. “Podemos enviar a alguien a Marte, pero podría no volver”, advierte Worden.

Motorola, de la Luna a la ‘nube’

En cuanto a Motorola y sus instalaciones se refiere, tiene una producción principal de bases de radio, con dispositivos muy duraderos, especialmente diseñados para las labores más duras en las peores condiciones. Hay un gran número de laboratorios y fábricas por el mundo, destacando los que se encuentran en Estados Unidos, Berlín, Malasia o Cracovia. Estos equipos han superado ya las pruebas de durabilidad y eficiencia, pues han sido una parte importante de las misiones Apolo. Además, permiten comunicaciones con solo 300 milisegundos de retardo en las respuestas.

Las instalaciones en Cracovia de la compañía están destinadas al desarrollo, testeo y ayuda al consumidor, además de trabajos en procesadores de vídeo y almacenamiento de datos en la nube.

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