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Imprescindibles para el verano (III)

El diseño no deja indiferente. Mide un metro de alto por 22 de ancho. En la base se instalan los filtros. Todo el equipo es estanco para no perder las partículas atrapadas.
El diseño no deja indiferente. Mide un metro de alto por 22 de ancho. En la base se instalan los filtros. Todo el equipo es estanco para no perder las partículas atrapadas. (Foto: JLT)

Prueba del Purificador-Ventilador con sensor de formaldehído de Dyson

Aire fresco, limpio y con mucho estilo

Por Javier López Tazón
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javierlopezgmailcom/11/11/17
martes 03 de agosto de 2021, 08:30h

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Hay muchos purificadores de aire. Que, a la vez refresquen, también. Alguno, incluso, atrapará el formandehído. No sé si existirán otros que lo eliminen. Pero seguro que ninguno lo hace con el estilo de Dyson.

La contaminación creciente de las ciudades, el aumento de las alergias e, incluso, el SARS-CoV-2 han ido poniendo de moda los purificadores de aire. Marcas tradicionales como Philips lo han ido introduciendo, al principio con timidez (estaban en el catálogo, aunque no llegaban a las tiendas españolas), pero luego con más decisión.

Y, mientras unos pensaban si les compensaba entrar en el mercado europeo con una gama de purificadores de aire, marcas asiáticas como LG o Samsung la introducía en sus catálogos al tiempo que los nuevos "tigres de la electrónica" del estilo de Xiaomi buscaban su propio hueco.

La contaminación del aire en las grandes ciudades no es sólo un problema asiático y del subcontinente indio y las megaurbes americanas. Afecta a todos los países y España no se salva: para muestra las amenazas de la comisión europea y las multas impuestas a Madrid por superar los niveles permitidos.

Así que tenemos dibujado un escenario totalmente maduro: necesidad objetiva, conciencia de que el problema existe y equipos en el mercado. Y cuando se produce esta situación, las gamas se extienden desde productos de entrada muy asequibles hasta topes de gama. El que he estado probando durante estas calurosas semanas madrileñas ha sido el purificador-ventilador con detector y filtro de formandehído de Dyson, el más estiloso y uno de los más caros, si no el más: 649 euros.

¿Sólo para verano?

Vaya por delante una precisión: he incluido este equipo entre los "Imprescindibles del verano", pero no es sólo para esta época del año. De hecho, a pesar de que su nombre sea así de largo (Dyson Purifier Cool™ Formaldehyde) para incluir las funciones de purificador y ventilador, es más lo primero que lo segundo; más purificador que ventilador.

Es cierto que el sistema de ventilación de Dyson -luego seguido por otras marcas- genera una brisa refrescante continua y, en general, menos molesta que la de esos ventiladores que levantan los papeles de la mesa. La ventilación según Dyson es más sutil.

Ya es conocido que no emplea aspas sino que conduce el aire a través de una ranura que discurre a lo largo de toda la superficie del óvalo del "ventilador". Es muy eficaz para rebajar unos grados la sensación térmica. Pero cuando se están alcanzando los 40 en la calle, se necesita más potencia, más flujo de aire a más velocidad. E incluso así se echa en falta el equipo de aire acondicionado.

Hay que tener en cuenta, además, que no se puede jugar con el efecto de corriente que se genera al abrir las ventanas opuestas de la casa ya que se recomienda tenerlas cerradas para mantener la eficacia de la purificación del aire. En caso contrario, tendríamos que ir purificando todo el aire del exterior que va entrando en casa. Es la misma idea que con el aire acondicionado o la calefacción: si no cierras las ventanas, tendrás que enfriar o calentar toda la calle.

En el modo verano, el sistema lanza el aire hacia la parte frontal al modo de un ventilador, pero se puede invertir el flujo y difundirlo hacia la parte trasera, limpio pero sin que sea un chorro que refresque, idóneo para el invierno.

Limpiando el aire

El sensor y la pantalla de información son claves en un purificador. El punto es que uno no es consciente de la calidad del aire que respira hasta que lo ve reflejado en un gráfico que le muestra que el aire de la habitación contiene siete microgramos por metro cúbico de PM2.5 y otros tantos de PM10, o 0,002 miligramos por metro cúbico de HCHO...

Leído da hasta miedo no tener uno de estos purificadores cerca para que nos libre de todos esos males. Lo cierto es que, viviendo en el centro de la ciudad de Madrid, siempre que he probado un purificador los sensores han dado calidad del aire buena o muy buena. Y también ha sucedido así con este de Dyson.

Para que nos entendamos, lo que van midiendo los sensores es la cantidad de partículas que encuentran en el aire. En función de la calidad de esos sensores, podrán determinar qué tipo de partículas son. Y, lo que es mejor, no sólo que las encuentren, sino que las atrapen e, incluso, las desactiven.

Como no se trata de estar pendiente de forma permanente de la pantalla del propio purificador, contamos con una app gratuita (esto lo decimos siempre y parece obvio, pero no me fío de que alguna vez alguien comience a cobrar por ellas). En la app para el móvil, de un primer vistazo vemos el modo de funcionamiento -automático, velocidad, giro activado o no, mando a distancia...- y la calidad del aire en general: buena, 28 grados, 37% de humedad y el indicador de PM2,5 en verde (cuando estoy escribiendo esto).

Si entramos en detalle, podemos ver la fotografía del momento y los gráficos de cada una de las variables: Calidad del aire, PM2,5, PM10, COV, NO2, HCHO, Temperatura y Humedad. Para entendernos, PM son las siglas de Materia Particulada: polvo, hollín, metales, sustancias químicas orgánicas en suspensión en el aire. El número que precede a estas siglas, indica el diámetro de las misas, expresado en micras (una micra es la millonésima parte de un metro): 2,5 o 10. Cuanto más pequeña la cifra, peor, porque puede penetrar más profundamente en nuestro organismo.

Ojo, porque las siglas COV pueden hacernos pensar en el SARS-CoV-2. Y no tiene que ver. Son las siglas de Compuestos Orgánicos Volátiles. Básicamente son los responsables de los malos olores prodecentes de cocinar, combustión o incluso productos de limpieza. El NO2, el dióxido de nitrógeno procede en buena medida de los motores de combustión de los automóviles, aunque también de los gases de la cocina. Mientras que el HCHO es el famoso formaldehído.

Para filtrar todos estos componentes, el Dyson Purifier Cool Formaldehyde se vale de un filtro HEPA 13 de gran tamaño junto con otro filtro de carbono (este es uno de los encargados de los malos olores), montados de tal forma que todo el equipo mantenga la estanqueidad. De poco serviría que atrapáramos polvo, ácaros, bacterias, virus en un filtro y que luego el aire pudiera escapar por ese mismo filtro arrastando esas diminutas partículas.

El caso del HCHO (formaldehído) es diferente. Por un lado, no es que lo atrape, sino que lo descompone molecularmente cuando pasa por un filtro catalíco en agua y CO2. Por otra parte, supone una novedad, porque introduce un sensor en estado sólido en lugar de gel. La ventaja es que mientras que el primero se mantiene con el uso, los basados en gel se desgastan.

¿Peligroso o diferenciador?

Un poco en la línea de lo que consigue Apple, Dyson está a punto de lograr que todo el mundo (al menos del sector) comente sobre el formaldehído. Y es que ya había purificadores de aire que hablaban de eliminar este gas y también hay detectores, pero la marca que revolucionó la aspiración con sus motores ciclónicos ha colocado el foco sobre él.

La pregunta que cabe hacerse es si es un movimiento de marketing para diferenciar aún más su producto o si, por el contrario, el formaldehído es un enemigo peligroso oculto. Este es un gas que está presente en muebles, pinturas, barnices, papeles pintados... y que se va liberando al ambiente.

Está catalogado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer en el grupo 1, es decir, como carcinógeno confirmado para humanos y posible causa de cáncer nasofaríngeo.

La primera vez que puse en marcha el Dyson Purifier Cool Formaldehyde en casa tenía un poco de prevención, porque es una construcción antigua con muchísima madera, tanto en el propio vigamen de la casa, muebles antiguos... suelo de madera barnizado en varias ocasiones... Pero lo que el sensor ha ido indicando da cantidades prácticamente despreciables, 0,007 miligramos por metro cúbico, cuando entre 0 y 0,099 se considera como buena calidad de aire de una clasificación de cuatro niveles.

Uno de los problemas con todo este tipo de purificadores es qué hacer con el filtro. ¿Dónde se recicla? Porque, a pesar de que con el tiempo se desactiven y que Dyson haya hecho un esfuerzo por mantener todo el equipo estanco para no distribuir las partículas atrapadas, siguen ahí. Y hay que cambiarlo cada año. Por cierto, éste es otro problema: el filtro cuesta 57,77 euros.

Ahora, es el purificador-ventilador que cualquier víctima del diseño querría.

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