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Test de velocidad 4G (Foto: Fátima Cavestany)
Test de velocidad 4G (Foto: Fátima Cavestany)

La verdad sobre la 4G, dónde está el truco

miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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A veces nos preguntamos si después de ver la publicidad que los operadores están haciendo para promocionar la cuarta generación de telefonía móvil (4G) a alguien le queda claro qué es, para qué sirve o si merece la pena informarse siquiera. Y es que, esta historia, lejos de ser mágica, tiene truco; pero el truco es muy bueno.

En el año 2007, el operador japonés NTT DoCoMo realizó una primera prueba de una red de telefonía móvil con velocidades de transmisión de 100 Mbps en movimiento; unas 100 veces más de lo que, entonces, hace sólo seis años, aspirábamos o soñábamos con tener. La tecnología, que se bautizó como 'Long Term Evolution (LTE)', avanzó rápido y el paso de las pruebas con 'aparatos' tan grandes como un cajón de cerveza a elegantísimos móviles con capacidades mágicas ha sucedido en un abrir y cerrar de ojos.

La necesidad de la 4G

La multiplicación de los dispositivos móviles, así como de otro tipo de sensores, máquinas, terminales, etc. nos conducían, día a día, a un posible colapso de las redes. Hacía falta más y mejor. Autovías de cinco carriles por las que circular a 130 km/h y no autopistas de dos en las que los atascos no nos permiten avanzar a más de 20 ó 40. El símil lo podríamos tomar, incluso, de forma literal en cuanto a cifras se refiere.

Pero ¿por qué 4G? ¿Qué diferencia hay con la 3G o la 3G+? Pues esa pregunta, que está en la calle, tiene fácil respuesta. Cuando en el ámbito de la telefonía móvil hace falta una variación de infraestructuras, cuando hay que 'tocar' las antenas, las frecuencias y la red, entonces se produce un cambio generacional. Es como vivir en una casa de tres habitaciones; si nos cambiamos de edificio a uno con jardín y la superficie total en vez de ser de 100 m2 es de 300 m2, es un cambio aunque sigamos teniendo tres habitaciones ¿verdad?

Lo que ocurre es que esas mutaciones requieren muchos condicionantes y, sobre todo, al igual que nos ocurre a nosotros con la vivienda, un inmenso esfuerzo económico por parte de los operadores que son conscientes de su negocio, pero también están cansados de invertir y construir en un país en que es caro y complejo, para que el beneficio lo obtenga, principalmente, 'el movimiento okupa'; que en este caso se denominan OTTs (Over the top) y que no son otros que empresas tan populares como Google, Facebook, Microsoft o LinkedIn.

Los beneficios

Entre los beneficios que aporta una red 4G bien implementada están:

 Velocidad de descarga o de uso en 'streaming' de películas, series, vídeos o libros con el consiguiente rendimiento para la industria de los contenidos y sus adictos.
 Desarrollo de la smartTV para que los televidentes puedan elegir contenidos a la carta desde cualquier lugar, terminal y momento, sin atenerse a la programación establecida por terceros.
 Facilidad para jugar en red.
 Descarga de programas de uso particular y profesional en segundos o minutos cuando antes hablábamos de horas.
 Desarrollo del 'Cloud Computing' y del 'Cloud Storage'; es decir, capacidad para disponer de nuestros contenidos o de los programas informáticos, que habitualmente utilizamos en casa o en la oficina en cualquier lugar, hora o tipo de terminal.
 Vía abierta para la denominada eSalud con lo que conlleva en cuanto atención monitorizada de pacientes externos, cabida y calidad en la atención primaria, posibilidad de consulta a expertos e incluso de realizar cirugías en remoto.
 Potenciación de la eAdministración con la consiguiente agilización de los servicios públicos. Desde el pago del aparcamiento regulado al de impuestos en segundos sin tener que desplazarnos. Consulta de datos, información sobre la gestión, petición de documentos y citas, reclamaciones, etc.
 Y algo fascinante: el desarrollo de las ciudades inteligentes al servicio de los ciudadanos.

El truco

Pero lo cierto es que por necesidades del mercado, la presión política y de grandes empresas como Apple, lejos de esperar el momento adecuado u ofrecerse una 4G en las condiciones técnicas para las que fue creada, se ha tomado un atajo no siempre deseado. ¡Cuántas veces cometemos ese error si vamos al volante y elegimos el camino más corto aunque no sea el más rápido!

Y es que, al igual que en el caso de las líneas áreas, las comunicaciones inalámbricas tienen marcadas unas rutas que no por invisibles son innecesarias. De hecho, son imprescindibles. Esas rutas se llaman frecuencias y exactamente igual que ocurre con la red de carreteras, ferrocarriles, etc. su distribución y explotación depende de los gobiernos.

Así, la Administración Central recoge en un cuadro de frecuencias el reparto del denominado espectro radioeléctrico (gráficamente es como una regla) y decide de acuerdo con los técnicos que tramo necesitan los servicios de emergencia, cuál la televisión, qué es mejor para cada generación de telefonía móvil, etc. En este caso, la 4G requiere unas necesidades (20 Mhz en la frecuencia de los 800 Mhz es lo ideal) que el Gobierno ha destinado, ha puesto en el mercado, los operadores han pagado por ellas y estarán disponibles en 2015.

Mientras, se han adaptado frecuencias y se han hecho acuerdos para poder ofrecer LTE (4G) y mejorar aspectos como la latencia (el retardo); pero tanto su servicio de voz como su cobertura en interiores o la velocidad de descarga que se puede alcanzar son muy parecidas e incluso, a veces peores, a las que nos ofrece 3G en sus mejores condiciones.

La emoción de ver un 4G en tu pantalla es grande. Creer que la agilidad que aporta un buen procesador es por la condición de la red, una ilusión. No ver que fallan las llamadas y que suelen tener problema para establecerse, un exceso de optimismo. Pero cuando por un segundo funciona y funciona bien, es una experiencia tecnológicamente excitante.

Seamos realistas. Cuando llegue lo verdaderamente bueno y haya cobertura en todas partes, el parque de móviles se habrá renovado y todos, o casi todos, entraremos de la mano en otra dimensión. Mientras, manda el marketing.

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