Así, el mencionado impuesto, que entra en vigor el próximo 1 de septiembre no afectará a los productos de Apple, multinacional americana que, a la fuerte caída en sus ventas de teléfonos móviles con la consiguiente pérdida de posicionamiento en el mercado mundial, debía sumar el coste del arancel. Además, la campaña presidencial ha impactado directamente en los consumidores, quienes lejos de preocuparse por el lugar de fabricación, consideraban el iPhone un producto americano 100% y ahora no aprecia grandes diferencias con respecto a otros teléfonos que plantan cara al prestigio del diseño de Cupertino como es el caso de Samsung en los EE.UU. o de Huawei, LG, Xiaomí, etc. en el mercado mundial.
Según la prensa estadounidense, la Oficina de Comercio de los Estados Unidos anunció que” los aranceles para teléfonos móviles, ordenadores portátiles, videoconsolas, monitores y una selección de juguetes tendrán de margen hasta el 15 de diciembre para adaptarse a las nuevas condiciones impositivas”. La decisión se ha justificado como una medida de apoyo a la campaña navideña, que suele ser la mejor temporada de ventas para las tecnológicas y responde a la presión que viene ejerciendo Apple sobre el ejecutivo americano, desde que se inició la ‘guerra arancelaria’ con China.