Con la aplicación prevista de las normas para los modelos de inteligencia artificial de propósito general (GPAI) fijada para el 2 de agosto, las dudas sobre la preparación normativa crecen en paralelo a la preocupación por el impacto en la competitividad tecnológica europea.
En este sentido, recuerdan que a poco más de un mes del inicio de la aplicación parcial del reglamento, la Comisión Europea no ha proporcionado todavía las orientaciones necesarias para que los desarrolladores y empresas puedan cumplir con las nuevas obligaciones.
Así, critican que esta carencia genera inseguridad jurídica en un momento crucial para el desarrollo de la inteligencia artificial en Europa. La propia Comisión había proyectado que la IA podría generar hasta 3,4 billones de euros en beneficios económicos para la Unión de aquí a 2030, una meta que creen que podría peligrar si se mantiene el calendario actual.
La Computer & Communications Industry Association (CCIA Europe), que agrupa a importantes actores del ámbito tecnológico como Amazon, Meta, Google, Intel, Microsoft, Opera, Nord y Nvida, entre otras, se ha sumado a las voces que exigen una moratoria. En un comunicado emitido coincidiendo con la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas, la asociación ha pedido una intervención urgente para detener el reloj y adaptar los plazos de implementación del AI Act a la realidad regulatoria y tecnológica.
“Europa no puede liderar en inteligencia artificial con un pie en el freno”, ha advertido Daniel Friedlaender, vicepresidente sénior y director de la oficina de CCIA Europe, aludiendo a la necesidad de evitar una paralización de la innovación por culpa de una regulación incompleta.
“Si la UE quiere que su promesa de los 3,4 billones en IA se convierta en realidad, debe actuar ahora”
Asimismo, Boniface de Champris, responsable de políticas públicas de la organización, ha remarcado que “si la UE quiere que su promesa de los 3,4 billones en IA se convierta en realidad, debe actuar ahora”. Para ello, ha pedido que se simplifiquen los procesos y se dé tiempo a las empresas para adaptarse en igualdad de condiciones.
El riesgo principal que identifican los actores del sector es que una implementación apresurada sin normas técnicas claras pueda bloquear el desarrollo de modelos avanzados de IA en Europa, justamente cuando otras potencias, como Estados Unidos o China, avanzan en sus propias estrategias de liderazgo tecnológico. Además, la falta de un periodo razonable de cumplimiento podría situar a las empresas europeas en desventaja frente a sus competidores globales.
Mientras continúan las negociaciones en Bruselas, la industria tecnológica insiste en que una pausa estratégica en la aplicación del AI Act no significaría una renuncia a la regulación, sino una garantía para su eficacia y para que Europa no pierda el tren de la inteligencia artificial.