El informe refleja cómo el uso de apps de meditación, relojes inteligentes para controlar la actividad física o plataformas de seguimiento del sueño se ha normalizado entre los adolescentes. El fenómeno responde a una preocupación creciente por la salud, pero también a la influencia de los contenidos que consumen en redes sociales, donde el autocuidado y el fitness digital han ganado terreno.
Este cambio de hábitos plantea una doble lectura. Por un lado, la tecnología se convierte en un aliado que facilita rutinas de ejercicio, descanso o atención plena. Por otro, expertos advierten de la necesidad de acompañar a los jóvenes en este proceso para evitar la dependencia digital y asegurar que el uso de estas herramientas sea equilibrado.
El dato confirma una tendencia: la llamada Generación Z ya no entiende el bienestar sin el apoyo de lo digital. Desde el móvil hasta los wearables, la tecnología se ha integrado en su día a día como un soporte más para cuidarse, relajarse y, en muchos casos, sentirse mejor consigo mismos.