La expansión de la inteligencia artificial generativa continúa avanzando a gran velocidad, pero su adopción no se distribuye de forma homogénea. Así lo concluye un nuevo informe del Centro de Bienestar Digital, creado por Cisco y la OCDE, que analiza cómo las tecnologías de IA afectan al comportamiento digital, la formación y el bienestar de los ciudadanos en distintas regiones del mundo.
Lejos de la narrativa que presenta a la IA como un fenómeno universal e imparable, los datos muestran que la transición hacia esta tecnología se está produciendo a ritmos y con impactos muy diferentes.
Uno de los puntos más llamativos del informe es la posición de liderazgo de India, Brasil, México y Sudáfrica. Estos países encabezan la adopción de IA generativa tanto en uso cotidiano como en niveles de confianza y participación en programas formativos. Este comportamiento rompe con patrones históricos, en los que los mercados emergentes solían tardar años en acceder a la última ola tecnológica.
Además, la población joven de estas regiones presenta una actividad digital extraordinariamente elevada. Son usuarios intensivos de redes sociales, disponen de mayor tiempo de pantalla recreativo y se muestran más abiertos a integrar la IA en su vida diaria.
Sin embargo, este dinamismo tiene un reverso: el informe detecta que un consumo recreativo de pantallas por encima de cinco horas diarias se asocia de forma consistente con menor bienestar subjetivo. El resultado apunta a un equilibrio complejo en el que la adopción tecnológica avanza con fuerza, pero también aumenta el riesgo de efectos negativos si no existen estrategias claras de bienestar digital.
Mientras tanto, en Europa predomina un enfoque más reservado. Los participantes europeos muestran menor confianza en la IA y mayores niveles de inseguridad a la hora de valorar su impacto. La disposición a formarse en estas tecnologías también es más limitada.
La divergencia respecto a los mercados emergentes plantea una pregunta relevante para el futuro competitivo del continente: ¿puede Europa permitirse un ritmo de adopción lento cuando la IA se perfila como uno de los principales motores económicos y laborales de la próxima década?
Cisco apunta a la formación como elemento clave para reducir esa distancia, destacando programas como Networking Academy o las iniciativas de digitalización que la compañía impulsa junto a distintos gobiernos.
Además de la dimensión geográfica, el estudio revela una diferencia notable entre generaciones. La población menor de 35 años domina el uso de la IA y muestra el mayor nivel de confianza y utilidad percibida. Más de la mitad utiliza estas herramientas con regularidad y una parte significativa ha recibido formación específica en IA.
El contraste con los mayores de 45 años es radical: muchos no utilizan IA en absoluto y entre los mayores de 55 años una proporción relevante afirma “no saber” si confía en la tecnología, lo que sugiere falta de exposición más que rechazo explícito.
Esta brecha de familiaridad también afecta a las expectativas laborales: los más jóvenes anticipan una transformación significativa del empleo por la IA, mientras que los adultos mayores perciben menos impacto.
La clave pasa por “garantizar que personas de todas las edades puedan beneficiarse de la IA”
Para Cisco, estas diferencias no son inevitables. Su director de Innovación Global, Guy Diedrich, subraya que la clave pasa por “garantizar que personas de todas las edades puedan beneficiarse de la IA”, y recuerda que 26.000 empleados de la compañía ya han recibido formación específica.
El estudio lanza un mensaje claro: la adopción de IA no puede analizarse solo desde la óptica tecnológica. Debe integrarse en un marco que tenga en cuenta la alfabetización digital, la salud mental, la protección de la privacidad y la equidad en el acceso.
La OCDE y Cisco advierten que, si la brecha digital y generacional continúa ampliándose, el impacto de la IA podría profundizar desigualdades existentes en lugar de mitigarlas. Por ello, instan a gobiernos, empresas y ciudadanía a impulsar programas de educación tecnológica en todas las edades y a incorporar el bienestar digital como prioridad en la regulación y en las políticas públicas.
La “generación de la IA”, concluye el informe, no debería definirse por la edad ni por el país de origen, sino por la capacidad de todos los ciudadanos para utilizar estas tecnologías de forma segura, informada y beneficiosa.