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Electra Orbit, el futuro del diseño automotriz de Buick con inspiración Jet-Age

Electra Orbit, el futuro del diseño automotriz de Buick con inspiración Jet-Age

El nuevo Concept Car de General Motors que reinterpreta el legado Buick para la era eléctrica en China

Álvaro Muro Duñabeitia | Lunes 11 de agosto de 2025
La división de diseño avanzada de GM en Shanghái ha presentado el Buick Electra Orbit, un concept que mezcla la romance “space-age” de los años 50 con la libertad formal de la arquitectura eléctrica. Más que un anticipo de producto, es un estudio de diseño integral, que abarca exterior, interior, UX y HMI, iluminación y CMF, destinado a marcar el pulso creativo de Buick en su principal mercado, China. Con casi seis metros de largo y ruedas de 24 pulgadas, su escala y su escenografía tecnológica lo sitúan en la tradición de los grandes “dream cars” de la casa, pero con una lectura contemporánea.



Herencia Jet-Age, mirada al futuro

El Electra Orbit recupera motivos de Motorama, colas afinadas, superficies largas y la tríada clásica de “más largo, más bajo, más ancho”, y los reinterpreta con una limpieza formal muy actual. La cola tipo boat-tail, el morro bajísimo y el gesto fastback dibujan una silueta que remite a los show cars de los 50 y 60, pero sin caer en el retro literal. La propia marca reconoce la inspiración en naves espaciales, jets y Buick icónicos de los 50, con el objetivo de explorar hacia dónde puede evolucionar el lenguaje de la firma en un escenario eléctrico.

Al frente del proyecto está Stuart Norris, vicepresidente de Diseño de GM China y GM International y chief of design en SAIC-GM, que resume la ambición del Orbit como “una exploración valiente de lo que Buick puede ser cuando mezclamos inspiración de herencia con innovación visionaria”. Un matiz revelador es que la visualización artística contó con apoyo del GM Technical Center Korea, un detalle que sugiere un alto grado de desarrollo digital en el concepto y una colaboración fluida entre estudios.

Proporciones y aerodinámica como espectáculo

Si algo define al Orbit es su escala de buque insignia, 5.860 mm de largo, 2.150 mm de ancho y 1.380 mm de alto, calzado con llantas de 24 pulgadas. Ese dominio del volumen permite una cabina retrasada, pasos de rueda escultóricos y una zaga afilada que envuelve la firma lumínica posterior. A nivel funcional y poético, el coche propone piezas aerodinámicas activas, alas traseras y paneles delanteros ajustables, para gestionar resistencia y apoyo a alta velocidad. No es solo técnica, es ceremonia visual.

El frontal integra una firma lumínica envolvente alrededor de un escudo Buick retroiluminado y estrena un doble frunk de apertura central con equipaje a medida, un guiño a la edad dorada del viaje. En los laterales, unas puertas tipo scissor con coreografía de luz abren el habitáculo y refuerzan la dimensión teatral. Son soluciones que refuerzan la narrativa tanto como la función, y que podrían destilarse en elementos de producción, por ejemplo, en firmas lumínicas, gestos de bienvenida y detalles de almacenamiento.

Un salón nave, interior y UX de anillo y agujero de gusano

Dentro, el Orbit se concibe como un lounge 2+2 sostenido por la libertad de packaging de una base eléctrica. El salpicadero y el volante se reconfiguran según el modo, conducción enfocada frente a relajación o autonomía, y la interfaz se construye alrededor de dos gestos clave. Por un lado, el Ring, una pantalla panorámica en arco que va de pilar A a pilar A y envuelve visualmente a los ocupantes. Por otro, el Wormhole, una presencia de inteligencia artificial que habita en el cuadro como un portal animado que personaliza la interacción. La experiencia se canaliza con una esfera cristalina en la consola que funciona como control táctil y gestual, un elemento joya que convierte el gesto de manejar el coche en un pequeño ritual.

Habitar el coche más que a usarlo

Este planteamiento encaja con la tendencia de interfaces arquitectónicas que abraza el sector premium, pantallas continuas, iluminación dinámica y reducción de mandos convencionales a pocos objetos significativos. La estructura 2+2 y la posibilidad de “apagar” elementos de conducción para dejar respirar las superficies apuntan a habitar el coche más que a usarlo como mero transporte. Es una lectura especialmente afinada con China, un mercado que valora el espacio, la segunda fila y la sensación de refugio móvil en sedanes y MPV de gran formato.

CMF, del cosmos a la tierra

La narrativa material es tan explícita como el diseño. Por fuera, el tono neutro Space, un metalizado cambiante, refleja matices y refuerza el tema cósmico. Por dentro, el tema Ground contrasta ese universo con una paleta arcilla y textiles de brocado inspirados en la edad dorada de Buick. Sobre esa base, el Digital Illusion Carpet, una iluminación ambiental en el suelo, pulsa al ritmo de “cuerpos celestes”, mientras acentos de cristal y tejidos opulentos elevan el conjunto. Es un CMF editorial, con relato, y con potencial para trasladarse a series limitadas o paquetes de personalización.

Esta estrategia de contraste, cósmico frente a terrestre, crea capas sensoriales, lo técnico, pantallas e IA, no compite con lo táctil, textiles y relieve, sino que se superpone con intención. En términos de marca, ayuda a reconectar a Buick con su patrimonio artesanal, brocados, brillo controlado, sin renunciar al minimalismo formal que exigen las superficies limpias actuales.

Quién firma el coche y qué nos dice de Buick

Aunque el comunicado no publica una plantilla exhaustiva, distintas coberturas citan a Li Hao en el exterior y Li Miao en el interior como diseñadores clave, ambos con declaraciones que subrayan la búsqueda de una experiencia retro, elegante y onírica. En la dirección creativa figura Stuart Norris, y el proyecto se visualiza con apoyo del equipo de GM en Corea. La lectura es clara, GM internacionaliza talento y recursos para acelerar exploraciones que luego pueden filtrar soluciones a distintos mercados y programas.

Esto encaja con la realidad de Buick, la marca tiene su mayor tracción en China, donde sigue vendiendo berlinas y MPV además de SUV, y es lógico que las apuestas creativas, incluida la familia Electra, nazcan allí. En paralelo, algunos medios estadounidenses han señalado la ausencia de propuestas igual de audaces para su mercado, recordando que los planes eléctricos de Buick en Norteamérica han sufrido ajustes de calendario. El Orbit, por tanto, funciona como faro, reposiciona imagen y explora posibles derivadas más aterrizadas, desde una nueva firma lumínica a gestos UX y paletas.

Buena parte del material sugiere un desarrollo esencialmente digital o también conocido como "diseño virtual". En cualquier caso, su cometido no es validar ingeniería, sino marcar dirección, proporciones, líneas maestras, firma lumínica, ceremonias de interacción y paletas que pueden decantar hacia modelos de serie o series especiales en China. No hay ni datos técnicos de batería, potencia, autonomía, ni precio ni producción, ya que el principal foco de Buckit ahora mismo es el diseño, la experiencia y la hoja de ruta a tomar.

Qué impacto puede tener

Más allá del impacto mediático, el Orbit aporta tres aprendizajes claros. Uno, en la era eléctrica, las marcas pueden recuperar teatralidad sin pedir perdón por ello, si se integra con sentido, aerodinámica activa con función, ceremonias de luz con ergonomía de acceso, el resultado no es postizo, es identitario. Dos, el CMF narrativo no es adorno, ayuda a construir marca cuando la tecnología tiende a homogeneizar, ofrece textura cultural, memoria y una firma sensorial reconocible. Tres, China seguirá marcando tendencias en packaging, espacio y UX, quien quiera dialogar con ese público tendrá que elevar su propuesta, abrir el campo del ritual y la hospitalidad y entender el coche como un espacio de convivencia, no solo como una máquina.

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