El proceso se encuentra en una fase inicial y está condicionado al análisis de la información que Telefónica ha entregado a los potenciales compradores. Por el momento, las partes no han tomado una decisión sobre la presentación de una oferta vinculante, que dependerá del resultado de la due diligence (auditoría previa) y de la valoración de los activos implicados.
De acuerdo con la información remitida por Entel, la posible adquisición requerirá la aprobación de las autoridades regulatorias y de competencia correspondientes, dada la dimensión del mercado chileno de telecomunicaciones y la relevancia de los operadores implicados.
Entel y América Móvil, propietaria de Claro Chile, han firmado un memorándum de entendimiento y diversos acuerdos de confidencialidad para avanzar en las conversaciones y el análisis de los activos de Telefónica en el país. Este movimiento pondría fin al carácter reservado que la compañía chilena había declarado sobre la operación desde julio.
Aunque no se han dado a conocer detalles sobre el alcance económico ni sobre los activos específicos que podrían ser adquiridos por cada sociedad, la operación podría reconfigurar significativamente el panorama de las telecomunicaciones en Chile, donde Movistar, marca de Telefónica, mantiene una posición destacada tanto en servicios móviles como fijos.
La venta potencial de su negocio en Chile se enmarca dentro de la estrategia de reducción de exposición en Hispanoamérica (Hispam) que Telefónica inició en 2019, durante la presidencia de José María Álvarez-Pallete. Ese plan buscaba concentrar los esfuerzos del grupo en sus cuatro mercados principales: España, Alemania, Reino Unido y Brasil, considerados más rentables y estratégicos.
La política de desinversiones se ha acelerado este año bajo la dirección de Marc Murtra, actual presidente del grupo, que ha avanzado en la venta de las filiales en Argentina y Perú, con la de Colombia aún pendiente de cierre. Si se concreta también la venta en Chile, México quedaría como el único gran mercado relevante del grupo en la región.
Telefónica ya ha completado otras operaciones en Latinoamérica en los últimos años: en 2019 vendió sus filiales de Guatemala y El Salvador a América Móvil, y ese mismo año cerró la venta de Nicaragua a Millicom. En 2020, la teleco completó la salida de Costa Rica, finalmente adquirida por Liberty, tras la cancelación del acuerdo inicial con Millicom y esta misma semana ha cerrado la venta de su negocio en Uruguay, también a Millicom.
A pesar de su estrategia de racionalización, Telefónica no ha renunciado completamente a Hispanoamérica. En el primer trimestre del año, la compañía anunció una inversión de 481,6 millones de euros (unos 500 millones de dólares) en Venezuela para el despliegue de tecnología 5G y la expansión de su red 4G/LTE, una apuesta que demuestra que el grupo mantiene interés en mercados con potencial de crecimiento.