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China abre una investigación antimonopolio contra Qualcomm por su adquisición de la israelí Autotalks

Antonio Rodríguez | Viernes 10 de octubre de 2025
Las autoridades chinas han iniciado una nueva investigación antimonopolio contra Qualcomm, el fabricante estadounidense de semiconductores, tras su adquisición de la empresa israelí Autotalks, especializada en tecnologías de comunicación para vehículos conectados.

En concreto, la Administración Estatal para la Regulación del Mercado de China (SAMR) sospecha que la compañía estadounidense habría incumplido la legislación del país al no declarar de forma adecuada los detalles de la operación.

Según el regulador, la investigación busca determinar si Qualcomm violó la Ley Antimonopolio china al omitir la notificación legal requerida sobre una concentración empresarial. Esta normativa exige a las empresas extranjeras informar a Pekín de cualquier adquisición con impacto potencial en la competencia nacional, especialmente en sectores estratégicos como los semiconductores o la inteligencia artificial.

Qualcomm, bajo el escrutinio de Pekín

La apertura de este procedimiento añade un nuevo capítulo a las tensiones tecnológicas entre Estados Unidos y China. Qualcomm, con sede en San Diego (California), anunció en junio que había completado la compra de Autotalks, sin revelar el importe de la operación ni ofrecer detalles sobre la aprobación regulatoria.

Autotalks diseña chips de comunicación V2X (Vehicle-to-Everything), una tecnología clave para la seguridad vial que permite a los vehículos intercambiar información entre sí y con su entorno, como señales de tráfico, peatones o infraestructuras, para prevenir accidentes. La adquisición reforzaba la posición de Qualcomm en el emergente mercado de los coches conectados y autónomos, pero ha reactivado el debate sobre la dependencia tecnológica y el control de las cadenas de suministro globales.

En 2024, la compañía estadounidense había anunciado su intención de abandonar temporalmente la oferta por Autotalks ante la falta de aprobaciones regulatorias dentro del plazo previsto, lo que sugiere que el proceso ya enfrentaba obstáculos desde su origen.

Por el momento, ni Qualcomm ni el regulador chino han ofrecido más detalles sobre el curso de la investigación o el alcance de las posibles sanciones. Sin embargo, el caso se percibe como una señal de que Pekín pretende reforzar su autoridad regulatoria sobre el sector tecnológico y garantizar que las adquisiciones internacionales no comprometan su competitividad interna.

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