El primer golpe de vista es de proporciones valientes: capó bajo, pasos de rueda musculosos y un greenhouse compacto que cae en cola fastback. Toyota/century opta por un cuerpo más alto de lo que esperaríamos en un coupé clásico y por una zaga sin luneta, decisión extrema que reduce ruido visual y dirige el flujo hacia una estela más limpia. El resultado transmite presencia clásica reinterpretada con excentricidad futurista, un equilibrio poco frecuente en coches de representación.
La ausencia de pilar B unida a las puertas correderas abre un vano monumental que parece pensado para una ceremonia de entrada propia del shofer-driven de alto nivel, pero trasladada a un objeto con vocación más driver-focused. La solución —impropia de un coupé tradicional— sugiere un manifiesto tipo lujo japonés entendido como experiencia de movimiento, no solo como silueta.
En el frontal, una firma lumínica de doble capa y una parrilla profunda, rematada por el fénix de Century, definen la identidad propia del concept, separándose de Toyota al no mostrar su logo. Las aberturas del capó y una parrilla no totalmente carenada dejan entrever posibles necesidades de refrigeración, es decir, indicios de un motor de combustión o, al menos, de un sistema híbrido con requerimientos térmicos propios. Este detalle, sumado a la altura de carrocería y a la sección frontal musculada, alinea el lenguaje con la tradición Century de suavidad y silencio, pero no renuncia a la materialidad mecánica.
En la vista lateral, el juego de volúmenes tensos y superficies limpias evita la saturación formal. La decisión de borrar el pilar B y desplazar la apertura a través de un doble portón deslizante en el lado del pasajero es la gran licencia: maximiza la accesibilidad sin sacrificar rigidez percibida, y convierte cada acceso en una acción teatral. Al mismo tiempo, suprime roturas en la lectura de superficie, reforzando la “one line” que recorre el perfil de nariz a cola.
Los teasers insinúan un puesto de conducción central —sí, con ecos de McLaren F1—, flanqueado por un volante rectangular tipo yugo y una consola que separa claramente al conductor del acompañante. Ese recentrado, unido a una HMI previsiblemente limpia, apunta hacia el esencialismo: menos gestos para funciones críticas, más feedback inmediato, menos ruido visual. Si Century quiere ser la cristalización del lujo japonés en clave global, la ergonomía será tan importante como la artesanía.
La ausencia de luneta obliga a repensar la visibilidad y la interacción digital: cámaras y visión aumentada podrían sustituir espejos y retrovisor convencional. En un segmento donde abunda la sobredosis de pantalla, un C-HMI claro y de baja fricción puede convertirse en el verdadero lujo.
Hacer correderas en un coupé sin pilar B es un verdadero ejercicio de ingeniería y diseño. En la base, el volumen elevado y el capó ventilado abren la puerta a una híbrida de alto rendimiento; igualmente podrían esconder un BEV con importantes necesidades de gestión térmica si Century decide priorizar silencio absoluto.
Como no lleva ventana trasera, la parte final del coche puede terminar en un borde bien marcado, como un corte limpio. Eso hace que el aire se suelte ordenado y no forme tantos remolinos detrás. Además, al ser algo alto y con el techo que desciende suave —como una gota—, el aire lo rodea con menos esfuerzo. Las aberturas del capó y la parrilla grande no están ahí solo por estética: meten aire para enfriar y, de paso, dan aspecto de fuerza. Y las dos líneas de luces hacen que parezca más ancho sin necesidad de cromados ni adornos de más.
Toyota quiere que Century sea su marca más lujosa, por encima de Lexus. Lo ha dicho su jefe, Akio Toyoda. La idea es que Century deje de ser “solo para Japón” y se conozca en todo el mundo. Así, Lexus podrá arriesgar más en otras cosas, y Century se quedará con lo más fino y artesanal de la casa, con el fénix como único símbolo. El coupé que veremos en Tokio será la forma de decir: “este es el nuevo orden”.
En el Japan Mobility Show 2025 veremos este Century Coupé. La web oficial ya lo está anunciando junto a Lexus y Daihatsu. Además, Toyota enseñará un Corolla en forma de prototipo, que apunta por dónde irá su gama más popular. Mensaje claro: de ser un secreto japonés a jugar en la liga de Rolls-Royce y Bentley.
Si esta idea se transforma en un coche real —aunque sea de serie limitada—, Century tendrá un estilo propio que justifique estar por encima de Lexus y que cualquiera fuera de Japón pueda entender. Y si no ocurre, al menos nos quedará un concept memorable que pone sobre la mesa una buena pregunta: ¿cómo debe verse el lujo japonés cuando quiere gustar en todo el mundo?