Según ha confirmado la propia empresa en un comunicado titulado “El acoso no es innovación”, Amazon ha enviado una *carta de cese y desistimiento en la que acusa a Comet de vulnerar sus condiciones de servicio por no identificarse como un agente automatizado. Tras varios avisos previos, la tecnológica ha decidido bloquear su acceso, abriendo un debate sobre cómo deben operar los sistemas de IA que actúan en nombre de los usuarios.
"Es el mismo principio con el que operan las apps de entrega de comida, los servicios de mensajería o las agencias de viajes online”
Amazon sostiene que cualquier aplicación o agente que realice transacciones en su sitio debe identificarse claramente como intermediario automatizado. En su respuesta pública, la compañía ha comparado la situación con otros sectores donde las plataformas de terceros sí se presentan abiertamente ante los proveedores: “Es el mismo principio con el que operan las apps de entrega de comida, los servicios de mensajería o las agencias de viajes online”, argumenta el grupo.
De acuerdo con esta postura, Perplexity podría seguir utilizando la tienda de Amazon siempre que reconozca su condición de agente digital, algo que hasta ahora ha evitado. El gigante estadounidense considera “básico” que los agentes respeten las decisiones de los proveedores sobre si desean o no participar en este tipo de integraciones.
Por su parte, Perplexity defiende que su agente actúa bajo las instrucciones directas de los usuarios, lo que le otorgaría las mismas credenciales de acceso que una persona física. “Comet no es un bot independiente, sino una extensión del usuario”, sostiene la startup, que acusa a Amazon de intentar limitar la competencia en el ámbito del comercio digital automatizado.
La controversia se amplifica por el hecho de que Amazon desarrolla su propio asistente, Rufus, lo que plantea dudas sobre si la decisión busca proteger a sus servicios frente a terceros
El caso ha despertado un intenso debate en Silicon Valley sobre el futuro de los llamados “agentes inteligentes”, aplicaciones que realizan compras, reservas o búsquedas sin intervención humana directa. La controversia se amplifica por el hecho de que Amazon desarrolla su propio asistente, Rufus, lo que plantea dudas sobre si la decisión busca proteger a sus servicios frente a terceros.
A medida que los usuarios deleguen tareas de compra o gestión en agentes automatizados, las plataformas deberán definir nuevas normas de convivencia entre humanos y algoritmos, marcando el rumbo del próximo capítulo del ecommerce global.