La sospecha de Bruselas es clara: Meta podría estar usando su posición dominante para frenar a rivales como ChatGPT o Copilot, que ya han anunciado que abandonarán WhatsApp en enero de 2026 debido a las restricciones de la compañía.
La vicepresidenta de la Comisión y responsable de Competencia, Teresa Ribera, ha explicado que Europa no se puede permitir que los gigantes digitales marquen las reglas sin supervisión. “Los mercados de IA están creciendo a gran velocidad. Debemos garantizar que ciudadanos y empresas puedan beneficiarse de esta revolución tecnológica y evitar que los actores dominantes bloqueen a competidores innovadores”, ha señalado.
Bruselas analiza una política anunciada por Meta en octubre de 2025. En ella, la compañía prohíbe que proveedores de IA utilicen WhatsApp Business Solution cuando su servicio principal es la inteligencia artificial. La aplicación solo permite el uso de la IA para realizar tareas como automatizar la atención al cliente. Desde un punto práctico, esto bloquea la llegada de asistentes conversacionales, generadores de contenido o herramientas automatizadas desarrolladas por terceros; a su vez, Meta AI tiene vía libre para operar sin restricciones dentro de la aplicación.
Las nuevas normas entrarán en vigor el 15 de enero de 2026 para los proveedores que ya estaban activos y se aplican desde octubre de 2025 para los nuevos. Meta defiende que su política busca “proteger la experiencia de usuario”, pero para Bruselas podría tratarse de un abuso de posición dominante.
El expediente cubre todo el Espacio Económico Europeo excepto Italia, donde la autoridad local ya ha iniciado su propio procedimiento y estudia medidas cautelares para frenar el impacto inmediato en la competencia.
Si se confirma que Meta ha vulnerado la normativa europea, la Comisión podría imponerle una multa de hasta el 10% de su facturación global y obligarla a modificar su política de IA dentro de WhatsApp. La apertura del caso no prejuzga el resultado final, pero la investigación tendrá carácter prioritario.
Sin plazos cerrados y con el ecosistema de IA creciendo a un ritmo vertiginoso, Bruselas pretende enviar un mensaje claro: ninguna empresa, por grande que sea, puede cerrar el paso a la competencia en el corazón de la comunicación digital.