Sin embargo, la medida ha encendido el debate público. Muchos usuarios denuncian que, por no haber renovado antes el parque de máquinas, ahora se opte directamente por retirarlas, lo que podría generar colas más largas, caos en los accesos y mayores problemas para turistas y viajeros ocasionales. En redes sociales abundan los comentarios irónicos y las críticas por lo que consideran una falta de previsión.
La preocupación también apunta a la brecha digital. El temor es que quienes no usan la aplicación T-mobilitat o no se manejan con el pago digital queden en desventaja. Para algunos, la imagen turística de Barcelona podría resentirse si los visitantes encuentran dificultades para adquirir un billete físico.
TMB insiste en que el reemplazo se hará de forma progresiva y que se instalarán nuevos sistemas más seguros, aunque no ha detallado cuántos puntos de venta seguirán operativos ni si se reforzará la atención presencial. La polémica, mientras tanto, crece en un contexto de críticas por la saturación en hora punta y fallos técnicos recientes en la red de metro.