El teletrabajo se ha consolidado en los últimos años como una de las condiciones más valoradas para conciliar la vida personal y profesional. Sin embargo, su crecimiento también trae consigo efectos secundarios: uno de cada cinco trabajadores en remoto en España afirma haber visto afectado su bienestar psicológico. Así lo revela un estudio de la plataforma de terapia online Unobravo, que apunta a la falta de interacción social, la dificultad para desconectar y la soledad como los principales factores detrás de este impacto.
El fenómeno no es nuevo. Desde la pandemia de la COVID-19, trabajar desde casa ha pasado de ser una excepción a convertirse en una norma, pero no siempre positiva. En este sentido, el estudio ha señalado que el 21% de los encuestados nota un deteriodo de su salud mental ligado al teletrabajo. Dentro de las causas de su malestar destacan menos interacción social, dificultad para desconectar y la sensación de soledad.
Para lidiar con estos aspectos negativos relacionados con el teletrabajo están apareciendo nuevas alternativas que buscan mayoritariamente combatir el aislamiento y repensar el modelo de trabajo remoto.
El auge del teletrabajo ha resultado un beneficio para los espacios de coworking que han experimentado un crecimiento bastante positivo. En España ya existen 1.036 espacios de coworking, un 42% más que en 2020, con Madrid y Barcelona como principales focos, seguidas por Valencia, Málaga, Sevilla o Alicante.
Más allá de las ciudades, empieza a consolidarse un nuevo modelo de coworking rural, donde la conectividad se combina con naturaleza, comunidad y un ritmo de vida más equilibrado.
En el caso de TDF, los días transcurren entre teletrabajo en espacios abiertos rodeados de huertos, almuerzos comunitarios con productos locales y actividades regenerativas como la plantación de árboles, talleres de permacultura o diseño agroforestal. También se organizan celebraciones, formaciones y eventos culturales que refuerzan los vínculos y crean comunidad.