Desde lejos, el nuevo GLC eléctrico no busca el efectismo; busca coherencia. La carrocería reduce líneas superfluas y limpia juntas para favorecer la aerodinámica, con un volumen superior nítido y hombros marcados que dan aplomo sin caer en la musculatura gratuita. La cabina adelantada y los voladizos contenidos refuerzan la lectura dinámica y dejan claro que aquí la forma sigue a la función.
El gran gesto del frontal es la “parrilla icónica”, nueva cara de la marca: un panel técnico de superficie muy depurada que integra la firma lumínica y condensa la identidad de Mercedes en una pieza mínima pero cargada de tecnología. No es solo estética: reduce turbulencias, ordena el flujo y moderniza el “rostro” sin renunciar al simbolismo de la estrella. Es el primer Mercedes de producción que la incorpora y abre la puerta al siguiente capítulo estético de la casa.
La firma lumínica delantera abandona el trazo agresivo y opta por grafismos continuos que enfatizan la anchura. En el parachoques se intuye una gestión de aire más inteligente que ornamental: menos tomas vistas, más superficies que sellan el frente cuando la refrigeración no es necesaria. Detrás, la unión visual de pilotos ayuda a limpiar la estela sin recurrir a alerones explícitos.
El resultado es un SUV con presencia elegante y una clara voluntad de eficiencia. La nueva cara icónica no “grita”: susurra tecnología, y eso encaja con el papel del GLC en la gama. En el conjunto, la calidad de superficies (tensión controlada, sin quiebros gratuitos) y el ajuste de paneles confirman que el paso a eléctrico no es excusa para perder refinamiento.
Puertas adentro, el GLC inaugura en el corazón de la gama el MB.OS: una electrónica centralizada con potencia de cálculo de hasta 254 TOPS que habilita asistentes más predictivos y una interacción de voz más natural. Sobre esa base se despliega el MBUX Hyperscreen de 39,1”: una única superficie continua que agrupa instrumentación y multimedia, con lógica de pantallas contextuales que reduce menús en marcha y amplía información en parado.
En CMF (colores, materiales y acabados), hay un guiño de futuro: un Vegan Package certificado por The Vegan Society que reinterpreta el lujo desde materiales alternativos. La iluminación ambiental sube un peldaño con el SKY CONTROL: un techo panorámico cuyo vidrio integra 162 estrellas retroiluminadas configurables, un detalle poético que, usado con medida, suma carácter sin distraer.
Bajo el suelo, una batería de 94 kWh alimenta un módulo de propulsión que, en las versiones de lanzamiento, anuncia 483 CV y transmisión de dos relaciones para combinar empuje y eficiencia a ritmos de autopista. La dirección trasera de 4,5° ayuda a maniobrar en urbano y aporta estabilidad en vías rápidas. En carga, los 330 kW de pico permiten recuperar hasta 302 kilometros en 10 minutos en condiciones óptimas; la autonomía preliminar supera las 643 kilometros en el estándar europeo. Todas son cifras oficiales aún sujetas a homologación por mercado, pero marcan un listón ambicioso para un SUV del segmento D.
El paso a eléctrico no penaliza el uso: hay maletero delantero de 127 litros para cables y pequeños objetos, y con los asientos traseros abatidos se alcanzan 1738 litros de volumen. Es el tipo de packaging que esperamos de un eléctrico pensado para todo: familia entre semana, carretera el fin de semana.
Mercedes ha elegido su bestseller para estrenar cara y cerebro digitales. No es casual: si el GLC eléctrico convence, el cliente medio asumirá con naturalidad el nuevo lenguaje y el ecosistema MB.OS. Además, el movimiento llega en un momento clave: el segmento D-SUV es el campo de batalla con rivales como BMW iX3 y propuestas chinas muy competitivas en precio/tecnología. La jugada de Stuttgart pasa por identidad de marca + experiencia premium + eficiencia real, y el GLC reúne esas tres piezas.
En términos de timeline, el estreno mundial en Múnich abre la rampa hacia su llegada a mercado a partir de 2026/2027 según regiones, con el mensaje de “effortlessly uncompromising” como hilo conductor: demostrar que un eléctrico puede ser práctico, bello y fluido en el día a día sin sacrificar ergonomía ni calidad percibida.