El nuevo plan estratégico Transform & Grow, presentado por Marc Murtra esta semana, marca el inicio de una etapa en la que la compañía reafirma la estrategia que ya avanzó José María Álvarez-Pallete: foco en sus cuatro grandes mercados: España, Alemania, Brasil y Reino Unido, y fin a su presencia directa en Hispanoamérica, una región que durante décadas fue el principal motor de su expansión internacional.
La decisión, anunciada oficialmente por el presidente de la compañía durante un encuentro con medios, supone el cierre definitivo de un ciclo que comenzó hace más de tres décadas. “Estamos en tres países —México, Chile y Venezuela— y vamos a salir de ahí”, confirma Murtra, aunque evitando detallar plazos, la afirmación deja claro que la teleco pondrá punto final a su etapa latinoamericana, con Brasil como única excepción.
El repliegue en la región no es nuevo. Desde 2019, Telefónica venía reduciendo su exposición en Latinoamérica tras desinversiones en Argentina, Perú, Ecuador, Uruguay y Colombia. Ahora, el nuevo plan refrenda esa política con una orientación clara hacia mercados de mayor estabilidad regulatoria y retorno financiero.
"No somos un actor político ni damos opiniones políticas, pero creemos que hay que enfocarse en los cuatro mercados clave”
La compañía defiende que el movimiento no responde a motivos políticos, sino a una estrategia de concentración de recursos y eficiencia. “No somos un actor político ni damos opiniones políticas, pero creemos que hay que enfocarse en los cuatro mercados clave”, señala Murtra.
La realidad, sin embargo, muestra un contexto complejo: la volatilidad económica, las devaluaciones y la inseguridad jurídica en algunos países han reducido la rentabilidad de las operaciones en la región. En paralelo, la presión fiscal y las dificultades para repatriar dividendos complicaron la sostenibilidad del negocio, acelerando una decisión que ya parecía inevitable.
Telefónica apuesta así por un modelo de “escala rentable” y una presencia más acotada, centrada en geografías donde pueda desplegar su músculo tecnológico y financiero sin depender de factores externos imprevisibles.
El reposicionamiento global de la compañía coincide con un momento de debate intenso sobre el futuro de las telecomunicaciones europeas. Murtra ha insistido en que el mercado comunitario “necesita escala y eficiencia” para competir con Estados Unidos y China, donde la concentración ha permitido avanzar más rápido en despliegues tecnológicos y rentabilidad.
Actualmente, Europa cuenta con 38 operadores con infraestructura propia, frente a solo tres en Estados Unidos y tres en China. Esa fragmentación se traduce en una menor inversión: 700 millones anuales en Europa frente a más de 11.000 millones en EE. UU. y 6.700 millones en China. “Los datos son muy sólidos; la consolidación será inevitable, aunque no sabemos cuándo”, advierte Murtra.
En este contexto, el directivo ha valorado positivamente el tono de los informes Draghi-Letta, que llama a repensar la política industrial y fomentar alianzas estratégicas en sectores críticos como el tecnológico. Sin embargo, reconoce que la Comisión Europea aún muestra cierta “inmovilidad” y que la aprobación de operaciones transfronterizas sigue sujeta a largas negociaciones.
“Queremos estar preparados para cuando ese cambio llegue”
“Queremos estar preparados para cuando ese cambio llegue”, afirma, subrayando que Telefónica mantiene conversaciones en todos sus mercados y que cualquier operación potencial, ya sea una fusión, adquisición o venta parcial, dependerá de su viabilidad regulatoria y de las sinergias de red que genere.
La salida de Hispanoamérica simboliza, en cierto modo, un cambio de identidad. Telefónica deja atrás su perfil de multinacional con presencia dispersa para convertirse en un operador europeo de referencia global. “Queremos ser un operador europeo con escala rentable y de referencia mundial”, defiende Murtra. “Europa necesita compañías capaces de compararse con los grandes gigantes americanos y chinos”, señala.
El debate sobre la consolidación no es solo económico, sino industrial. Bruselas trabaja en la idea de crear “campeones europeos” en sectores estratégicos, y Telefónica aspira a ocupar ese papel en el ámbito de las telecomunicaciones y la infraestructura digital, pero también jugando un papel protagonista en Defensa.
El proceso de transformación no se limita a la salida de Hispanoamérica. Telefónica ha puesto en marcha un plan de venta de activos no estratégicos, especialmente los asociados al apagado de la red de cobre. En España, la compañía calcula que de las más de 8.000 centrales heredadas de la red tradicional, solo unas 3.000 serán necesarias para la fibra.
“Todo activo non core será analizado con criterios económicos"
El objetivo es reducir deuda y liberar capital para financiar la transición tecnológica y las nuevas inversiones en 5G, inteligencia artificial y ciberseguridad. “Todo activo non core será analizado con criterios económicos, pero un sale and lease back, en referencia a activos inombiliarios, no tiene sentido si no ayuda a reducir deuda”, explica la directora financiera, Laura Abasolo.
La compañía insiste en que este proceso no es un desmantelamiento, sino una racionalización del modelo. La concentración geográfica, la automatización interna y la modernización de infraestructuras buscan convertir a Telefónica en una empresa más ligera, flexible y preparada para competir en la nueva era digital.
La teleco española encara así una reestructuración interna sin precedentes, un entorno regulatorio incierto y un mercado europeo en pleno proceso de redefinición. Pero el mensaje de la nueva dirección es claro: Telefónica quiere volver a liderar el cambio, aunque eso implique dejar atrás parte de su historia.