El estudio revela que una amplia mayoría de los minoristas europeos considera que la IA generativa tendrá un impacto decisivo en la prevención de pérdidas, una de las principales preocupaciones tecnológicas del sector.
Este interés no surge de forma aislada. A medida que el comercio físico y el digital se entrelazan, los responsables tecnológicos buscan soluciones capaces de conectar ambos mundos en tiempo real. La visibilidad del inventario, la detección temprana de incidencias y la capacidad de anticiparse a roturas de stock se han convertido en prioridades estratégicas, especialmente en un entorno omnicanal cada vez más exigente.
En paralelo, el informe muestra una evolución desigual en la experiencia del cliente. Mientras que la satisfacción en tienda física en Europa experimenta una ligera recuperación, el canal online pierde terreno. Esta brecha evidencia que la tecnología, por sí sola, no basta si no se integra de forma coherente en los flujos de trabajo diarios. La falta de información en tiempo real, los productos bloqueados o la escasez de opciones de autoservicio siguen generando fricción en el punto de venta.
Ante este escenario, la tecnología aplicada al personal de tienda adquiere un papel central. Los datos del estudio apuntan a que muchos empleados europeos tienen dificultades para acceder rápidamente a la información necesaria para atender al cliente, lo que afecta tanto a la eficiencia operativa como a la percepción del servicio. Dotar a los equipos de herramientas digitales avanzadas no solo reduce esa fricción, sino que también mejora la experiencia laboral y la capacidad de respuesta en tienda.
La gestión del inventario emerge, además, como uno de los grandes ejes tecnológicos del sector en Europa. Aunque se observan avances respecto a años anteriores, sigue siendo habitual que los consumidores no encuentren todos los productos que buscan. Esta realidad empuja a los retailers a priorizar tecnologías como la visión artificial, la identificación por radiofrecuencia o la propia IA generativa, con el objetivo de lograr una sincronización más precisa entre canales y reducir tanto las pérdidas como la insatisfacción del cliente.
Desde una perspectiva más amplia, el estudio confirma que la modernización tecnológica ya no se percibe únicamente como una vía para optimizar costes, sino como un factor directamente ligado a la competitividad y al crecimiento. La mejora de los flujos de trabajo, especialmente en la gestión del inventario, empieza a traducirse en impactos positivos sobre ingresos y rentabilidad, reforzando la idea de que la inversión en tecnología es, cada vez más, una decisión estratégica.
En el caso europeo, el mensaje es claro: la adopción de inteligencia artificial, automatización y análisis avanzado de datos avanza con fuerza, impulsada por la necesidad de responder a un consumidor más exigente y a un entorno operativo cada vez más complejo. El reto, a partir de ahora, será integrar estas tecnologías de forma coherente y humana, asegurando que refuercen tanto la eficiencia como la experiencia, sin perder de vista el papel clave de las personas en el punto de venta.