Esta medida forma parte de un plan integral para recortar gastos y reconducir el rumbo estratégico de la empresa en un contexto de presión financiera y transformación del mercado tecnológico.
Según ha detallado su CEO, Lip-Bu Tan, Intel está ejecutando un plan de reducción de personal que afecta tanto a su sede en Estados Unidos como a sus instalaciones internacionales. De los 99.500 empleados considerados "core" a finales de 2024, la compañía espera terminar 2025 con solo 75.000. A estos recortes se suman otras decisiones como la paralización definitiva de proyectos de fabricación en Alemania y Polonia, así como la reubicación de operaciones de ensamblaje y prueba desde Costa Rica hacia centros de mayor capacidad en Vietnam y Malasia.
"Estamos tomando decisiones difíciles pero necesarias para simplificar la organización, impulsar una mayor eficiencia e incrementar la responsabilidad en todos los niveles", explica Tan en un comunicado interno enviado a los empleados.
Uno de los movimientos más significativos ha sido la cancelación de las llamadas “mega-fábricas” en Alemania y Polonia, que prometían emplear a miles de personas. Estas instalaciones ya se habían aplazado inicialmente en 2024, pero la compañía ha confirmado ahora que no seguirá adelante con su desarrollo. Aunque Intel mantiene presencia en ambos países, la decisión supone un freno a sus ambiciones de expansión industrial en Europa.
En Costa Rica, la empresa mantendrá ciertas funciones de ingeniería y operaciones corporativas, pero las actividades de prueba y ensamblaje serán trasladadas. Actualmente, la filial centroamericana cuenta con más de 3.400 trabajadores, de los cuales más de 2.000 se verán afectados por esta consolidación.
En Estados Unidos, la compañía también ralentizará la construcción de su nueva planta de semiconductores en Ohio. Aunque no se ha suspendido por completo, el ritmo de ejecución será más lento para ajustar el gasto a la demanda del mercado.
El plan de ajuste llega en un momento delicado para Intel. En el segundo trimestre de 2025, Intel registró una pérdida neta de 2.900 millones de dólares, frente a los 1.600 millones del mismo periodo del año anterior. La facturación se mantuvo prácticamente plana, con ingresos de 12.900 millones de dólares. La división de centros de datos, un área clave en el auge de la inteligencia artificial, apenas creció un 4% interanual, mientras que el negocio de procesadores para PC cayó un 3%.
“Bajo mi liderazgo, construiremos lo que los clientes necesiten, cuando lo necesiten”
Intel atribuye parte de sus problemas actuales a decisiones estratégicas del pasado. Entre ellas, una sobreinversión en capacidad de fabricación antes de asegurar demanda suficiente, lo que ha derivado en estructuras industriales fragmentadas y poco eficientes, lo que se ha valorado como un dardo directo a su predecesor, Pat Gelsinger. “Bajo mi liderazgo, construiremos lo que los clientes necesiten, cuando lo necesiten”, ha señalado Tan durante la última llamada de resultados con inversores.
A pesar de las dificultades, la empresa ha reiterado su intención de concentrarse en su portafolio de productos clave y en nuevas soluciones para inteligencia artificial. Esto incluye el desarrollo de sus procesadores de nueva generación Panther Lake, que comenzarán a enviarse este año, y Nova Lake, previsto para finales de 2026. Tan ha anunciado que cada nuevo diseño de chip será personalmente revisado y aprobado por él antes de su producción, como parte de una política de mayor control y responsabilidad.
La compañía también ha acelerado la producción de sus chips Lunar Lake, considerados una apuesta clave en el segmento de alto rendimiento, y ha prometido revelar una estrategia completa para soluciones de IA integrales en los próximos meses.
La transformación de Intel no es solo organizativa, sino también económica. La empresa estima que los ajustes le permitirán reducir sus gastos en hasta 17.000 millones de dólares en el transcurso del año. Sin embargo, los costes asociados a despidos, cierres y cancelaciones, valorados en 1.900 millones de dólares hasta ahora, están lastrando sus resultados a corto plazo.
Desde 2022, Intel ha encadenado pérdidas operativas superiores a los 12.000 millones de dólares
Desde 2022, Intel ha encadenado pérdidas operativas superiores a los 12.000 millones de dólares. Parte de sus problemas se originan en su lenta adaptación a los cambios del mercado, como el auge de los dispositivos móviles o el giro acelerado hacia la inteligencia artificial, donde compañías como Nvidia han ganado una ventaja crítica.
A esto se suma la ruptura de acuerdos clave, como el que mantenía con el fabricante taiwanés TSMC, tras unas polémicas declaraciones del anterior CEO de Intel que comprometieron el suministro de componentes estratégicos a bajo coste.