La subasta de Londres dejó tres mensajes fáciles de entender incluso si no sigues el día a día de las pujas. Primero, el furor por lo único y personalizable también alcanza a lo simbólico: la matrícula “1F” se adjudicó por £905.000, y con el coste total después de comisiones e impuestos se va fácilmente a siete cifras largas, aproximadamente entre 1,2 y 1,5 millones de euros, siendo el mayor récord de placa en subasta en Reino Unido. Es una compra que mezcla estatus y compatibilidad: encaja como un guante en un McLaren F1.
Segundo, los hypercars modernos/track-only de circuito con ingeniería punta —aunque no sean matriculables ni tengan ningún tipo de palmarés histórico— están muy líquidos cuando hay historial de marca y soporte. El Ferrari FXX-K Evo lideró la venta con 4,73 millones de libras esterlinas, el Aston Martin Valkyrie Coupé se fue en £2,226 millones y un McLaren P1 GTR se cerró en £1,31 millones. La tecnología extrema y la exclusividad de producción pesan… incluso sin “historia deportiva” propia.
Tercero, los preguerra pierden tracción relativa frente a piezas de los años 50 en adelante. Caso claro es el Alfa Romeo 8C 2900B Spider (1937), uno de los modelos capitales en la historia de Alfa (producción total de 38 unidades), tenía guía de entre 4 y 4,5 millones de libras, siendo el vehículo estrella de la subasta pero se remató en £2,817 millones, acabando en tercer lugar. Sigue siendo un coche excepcional, pero el apetito actual se inclina hacia youngtimers e hipercoches noventeros-actuales.
En Abu Dhabi veremos un cara a cara que ayuda a entender qué paga hoy el mercado. El McLaren F1 (chasis 014) combina historial y procedencia, aquí con origen en la Casa Real de Brunéi, una reconstrucción oficial en Woking con High-Downforce Kit y cabina LM-spec, y la leyenda de Le Mans 1995 que sostiene su aura. RM Sotheby's lo sitúa “por encima de 21 millones de dólares”. En el F1, el comprador paga historia irrepetible, arquitectura única (tres plazas con conductor central) y el estatus del V12 atmosférico más célebre de su era.
El GMA T.50 (chasis 035) debuta por primera vez en subasta pública con guía “por encima de $5 millones”. ¿Por qué interesa tanto si es “nuevo”? Porque es la depuración de aquella receta de los noventa: menos de 1.000 kg, V12 Cosworth a 12.100 rpm, cambio manual y aerodinámica por turbina que reduce el drag y aumenta carga sin alerón descomunal. Es el coche de conductor por excelencia en clave 2025, y eso —en plena electrificación— se ha convertido en una posición cultural además de técnica.
Si el F1 clava un precio alto, refuerza el valor de la historia como “oro puro”. Si el T.50 marca un suelo alto para analógicos puros recientes, consolida a los “neo-clásicos” sin hibridación como clase de activo propia.
En Wynn Las Vegas (21 de noviembre) se subasta el Gordon Murray Special Vehicles S1 LM, chasis 1 —apodado The Special One—, el más significativo de una serie ultraexclusiva de cinco piezas creadas para un único cliente. Concebido como homenaje al McLaren F1 GTR vencedor de Le Mans 1995 (30º aniversario), es el primer y más importante superdeportivo de la nueva división GMSV, diseñada bajo la batuta del propio Gordon Murray, arquitecto del F1 y del F1 LM. Estimación: “por encima de $20.000.000”. Aquí el valor viene de acceso y autoría: el comprador codiseñará su especificación sentado “al lado de Murray”, y probará el coche con Dario Franchitti (tres veces ganador de Indianápolis y piloto jefe de desarrollo). En lo técnico, propone una experiencia analógica en su punto máximo: V12 Cosworth 4,3 litros a 12.100 rpm con más de 700 CV, objetivo de 957 kg y caja manual de seis marchas.
La pregunta clave: ¿puede un homenaje sin palmarés propio valer lo mismo que un icono con palmarés? En este caso, lo subastado es el derecho a crear y encargar la unidad: a fecha de catálogo, el S1 LM del lote aún no está fabricado ni especificado, y el ganador definirá su configuración junto a Gordon Murray y la probará con Dario Franchitti. Si supera con holgura los $20M, el mercado estará diciendo que la épica curada por su creador también se paga cuando la producción es ultracorta y el autor está implicado. La entrega se realizará en Windlesham (Reino Unido) y el comprador deberá gestionar aranceles e impuestos en su país; para EEUU existe la vía Show and Display.
1) El S1 LM arrasa en Las Vegas.
Si la puja cierra muy por encima de $20 M, el mensaje será claro: la memoria y la autoría (codiseñar el coche con Gordon Murray y probarlo con Franchitti) se pagan. Consecuencia probable es que haya cada vez más series ultra-cortas de autor con precios de primera línea, incluso sin palmarés (sin victorias ni historial deportivo propio).
2) El F1 reafirma su papel de “valor refugio”.
Un gran resultado en Abu Dabi mantendrá al McLaren F1 como activo refugio de la era de combustión: historia y procedencia muy claras, escasez real y un relato irrepetible. Eso tenderá a empujar al alza otros modelos de primera línea con historia (sobre todo de 1950–90) y a ampliar la distancia con los preguerra.
3) El T.50 fija una nueva referencia para los “analógicos puros”.
Si se confirma un “por encima de $5 M” en una unidad delivery mileage (prácticamente nueva), quedará marcado un nivel de referencia para coches sin electrificación, tres pedales, menos de 1.000 kg y series limitadas. Ese listón tendría efecto arrastre sobre T.50s, T.33 y otros proyectos de autor similares.
La última subasta en Londres reforzó la tendencia: los hipercoches modernos (incluidos los solo circuito) concentran demanda, mientras que el preguerra depende de un público más reducido y selecto. De ahí que un Ferrari FXX-K Evo superase las £4,7 M, mientras el Alfa Romeo 8C 2900B (1937) se quedara por debajo de su guía. Las próximas pujas en Las Vegas y Abu Dabi dirán si esta brecha generacional se consolida aún más en cifras.