Intel pasa a la ofensiva con el Proyecto Athena

Hubo un tiempo en que el mundo de la informática estaba dominado sin ningún tipo de discusión por Windows e Intel. Entre los dos marcaban el ritmo al que avanzaba la informática en el mundo. Fue la era Wintel.

Poco quedaba fuera de su dominio. AMD estaba allí, pero con menos presencia que ahora. Y resistía el reducto de Apple con sus propios procesadores para ordenadores. 

Cuando los portátiles desbancaron por completo a los ordenadores de sobremesa se impuso buscar otro concepto que permitiera al binomio Intel-Windows seguir liderando con la misma holgura la nueva generación informática. Llegó el momento de los ultraligeros. Curiosamente (y no es pasión por Apple), el paradigma de ultraligero lo dio antes que nadie el MacBook Air.

En la etapa actual parece que se impone un nuevo salto. Ya no vale sólo (como sucedía con los Pentium y los Centrinos) con aumentar la potencia, la combinación de más núcleos, el soporte para más RAM... No sirve el mensaje de novena o décima generación. Ahora el foco está en lograr un sello de calidad, una certificación que garantice un puñado de características que van desde el diseño hasta la potencia o la duración de la batería y la resolución y tamaño de las pantallas.

De eso es de lo que trata el Proyecto Athena, una alianza de Intel con fabricantes de ordenadores para subir un peldaño en la exigencia de los equipos, de tal forma que, cuando un consumidor, vea el sello (todavía está por definir, aunque de momento es una especie de rombo sobre un cuadrado con el lema Intel Diseñado para el Rendimiento Móvil), sepa que ese portátil ha sido certificado por un laboratorio de Intel y cumple con los requerimientos de Athena. 

Aunque este proyecto es cambiante e irá modificando las exigencias en función de la disponibilidad de nuevas tecnologías (nuevos estándares de comunicación: 5G, Thunderbolt...) y nuevos gustos del usuario, ahora mismo se puede definir por seis aspectos.

En primer lugar, exige que esté activo en un segundo desde la suspensión. El arranque súper rápido favorecido por características como Modern Connected Standby o Lucid Sleep. Evidentemente, la capacidad de respuesta y el rendimiento ocupan un lugar destacado. Deben llevar a bordo procesadores Intel Core de décima generación, ocho gigas de RAM de doble canal, 256 gigas de almacenamiento en memoria sólida... La RAM le va a permitir una respuesta muy fluida, mientas que la memoria sólida aumenta la rapidez de acceso a la información y los programas considerablemente con respecto a discos duros tradicionales. 
\r\nLa autonomía es uno de los caballos de batalla de cualquier equipo inalámbrico. En este caso, Athena exige 16 horas de reproducción de vídeo y además un sistema de carga rápida que permita cuatro horas de funcionamiento con 30 minutos enchufado a la corriente. 

De momento, en el apartado de la conectividad, el sello de Athena garantizará que ese equipo cuenta con conexiones Thunderbolt 3 y WiFi 6
\r\nA todo esto contribuye un sistema de inteligencia adaptativa, que permite controlar desde la carga rápida o la eficiencia en el rendimiento de la bateria hasta la refrigeración o el rendimiento del procesador.

Pero también se fija en el diseño o el tamaño de pantalla. Este proyecto colaborativo entre Intel y fabricantes de ordenadores estudia y certifica diversos factores de forma: desde portátiles de estilo tradicional hasta convertibles o híbridos, con pantallas táctiles por encima de las 12 pulgadas y resoluciones de pantalla superiores a los 1.080 píxeles, teclados retroiluminados y soporte para puntero.

En la última comunicación de Intel, realizada el último día de junio por streaming, ya contaban con una cuarentena de equipos de marcas como Lenovo, Acer, Asus, Dell, Samsung o HP. 

Pero el Proyecto Athena es algo vivo y uno de los mensajes que planeaba durante la presentación es que en breve habrá novedades. Algo así como: "Atentos a sus pantallas".
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