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Te lo digo por experiencia, cuida tu boca

Por Javier López Tazón
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javierlopezgmailcom/11/11/17

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Philips en estos últimos años se ha ido concentrando y especializándose en unas pocas áreas. Una de ellas es la salud dental, donde continúan apostando por su gama DiamondClean

Sí, es un cepillo eléctrico caro. En realidad, puede costar fácilmente cuatro veces más que uno normal. Pero, ¿qué tiene además del diseño para ser tan caro? ¿Es una inversión que compensa?

Comenzando por esta última pregunta, una inversión de 250 euros (más la renovación trimestral del cabezal) a cambio de que te enseñen a cepillarte bien los dientes, te retire la placa, protegerte de caries y mantener las encías sanas vale la pena. Lo digo en el título y lo reafirmo aquí. Por experiencia propia, vale la pena pasarse a un eléctrico. Y si es un buen eléctrico, mejor.

La competencia es así; siempre que en un área hay dos tecnologías diferentes, cada una de las partes utiliza estudios científicos para demostrar que la suya es la mejor. Sucede lo mismo con televisores OLED frente a QLED, que con Android versus iOS o con los cepillos dentales sónicos o rotatorios.

Si uno dice que su cabezal rota a 8.000 revoluciones, que es 20 veces más que lo que podemos hacer manualmente y que por eso elimina más placa, el sónico dice que sobrepasa las 60.000 y que, por lo tanto, limpia más placa. Entonces surge otro estudio que dice que a partir de 8.000 revoluciones por minuto, ya no se elimina más. Y así sucesivamente.

Experiencia propia

He experimentado los dos sistemas, con Oral-B y con cepillos Sonicare de Philips. El resultado lo puede avalar mi estomatólogo: placa mínima en cada revisión y sin una caries desde hace 11 años.

Puede que ambas tecnologías limpien igual, pero a mí, a falta de que llegue la nueva generación presentada en el CES y que se volverá a mostrar en el Mobile World Congress, me deja una mayor sensación de limpieza la tecnología sónica. La de rotación me parece más mecánica.

El adelanto que anuncian con los nuevos DiamondClean Smart es esta última parte, lo de Smart. El cepillo se conecta por BlueTooth con el móvil a través de la app Philips Sonicare y permite desde controlar el cepillado diario hasta adquirir buenas prácticas de higiene dental, configurar puntos que requieran más atención porque acumulen placa habitualmente, comprobar el estado de la batería... Además, avisa si hace falta cambiar el cabezal.

El cepillo en sí integra varios sensores que detectan el movimiento del cepillo, la presión y la colocación del cepillo dentro de la boca. Con la app encendida podremos ver si estamos siguiendo bien los pasos de limpieza y desde el propio cepillo, una luz morada indicará si estamos aplicando demasiada presión.

El DiamondClean reconoce el tipo de cabezal que se le coloca (control de placa, cuidado de las encías, blanqueamiento dental o cuidado de la lengua) y selecciona directamente el programa y la intensidad que mejor se adaptan.

Si la ventaja fundamental que más destaca Philips es el control y la información desde la app, para mí es tan importante la duración de la batería. Las cargas a través de inducción (la cuna de carga de los Diamond es un vaso de cristal) suelen ser bastante lentas, recargar al completo la batería de uno de estos equipos puede llevar más de un día. Y, sin embargo, no duran mucho. Sin embargo, con este nuevo modelo, he logrado hasta dos semanas sin recargarlo. En el lado negativo, el estuche de viaje del equipo que estoy utilizando, el HX992B, no es cargador, así que cuando vas a viajar más de diez días hay que llevarse la base de carga también.

Los recambios de cabezales cuestan 24,99 euros el par, lo que da para casi medio año.

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