Roomba y Braava, el tándem de la limpieza de iRobot

Hace 20 años, los ingenieros de iRobot definieron cómo iban a ser los robots aspiradores durante la siguiente década. Jugaban con la ventaja de ser los primeros en pisar un territorio desconocido y con la experiencia de haber trabajado en el laboratorio de inteligencia artificial del archifamoso MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts. 

Rodney Brooks, Colin Angle y Helen Griener fundaron iRobot Corporation en 1990 y lanzaron su primer Roomba en 2002. Durante años estuvieron solos y cuando comenzaron a tener competencia eran máquinas calcadas pero menos listas que los originales: un cilindro de unos 40 centímetros de ancho y unos 12 de alto, con dos cepillos en la parte inferior, motor de aspiración, dos ruedas tractoras con buen agarre, una rueda de apoyo trasera, paragolpes para detectar paredes, sensores para evitar desniveles del suelo y escaleras... 

La situación ahora, casi 20 años después de aquel primer Roomba, es bastante diferente. La competencia china es capaz de manejar algoritmos y sistemas de navegación igual de inteligentes con la ventaja de que fabrican bastante más barato. Y éste va a ser el principal problema de la nueva generación de aspirador y fregona de iRobot. 

La propuesta que plantea la empresa de Massachusetts -que, por cierto, fabrica también robots para desactivar explosivos- son dos equipos diferentes que trabajan en tándem a través de una aplicación común para móvil, aunque también se pueden comprar por separado. Y aquí viene la gran diferencia de precio. Si un aspirador-fregona de marca china pero con demostrada eficacia puede costar unos 500 euros, el conjunto de iRobot sale por algo más de 2.000: unos 1.500 el Roomba S9+ y cerca de 600 el Braava Jet m6.

He probado los dos equipos (al igual que siempre) sobre tres superficies diferentes: baldosas de barro cocido manual (las más difíciles para aspiradores y fregonas autónomos), madera y gres. Y los resultados de limpieza son acordes a la dificultad a la que se enfrentan: mucho mejor resultado en la madera y la baldosa de gres que en la de barro cocido, tanto por la superficie más rugosa a la hora de fregar como por el llagueado (la separación entre las baldosas artesanales) profundo a la hora de aspirar. En cualquiera de los casos el conjunto de aspirado y fregado es satisfactorio.

El S9+, al igual que su antecesor, cuenta con un complemento interesante, gracias al cual puede reducir algo su tamaño: la estación base de carga funciona además como descargadero de la suciedad aspirada por el robot; cuando se acopla a la base, ésta aspira el contenido del depósito del S9+ y la almacena en una bolsa similar a la que usan los aspiradores convencionales. Cuando la bolsa está llena (aproximadamente unos 30 servicios, hay que desecharla y cambiarla por otra).

Como puede descargar la suciedad cada vez que va a la estación base, no importa tanto el tamaño de su depósito y puede dedicar el espacio a otros componentes o a reducir tamaño. 

Tiene un par de inconvenientes este sistema. El primero es que se vuelve a recurrir a la bolsa. Es cómodo, pero no deja de ser otro gasto añadido (pequeño ya que apenas es una bolsa al mes) y un elemento que hay que reciclar. El otro inconveniente es el ruido. Si los aspiradores de por sí son ruidosos, el trasvase de la suciedad lo es aún más. Aunque dura apenas unos segundos. Es desaconsejable echarse a dormir con el aspirador en marcha si no queremos que nos dé un sobresalto.

En el lado de las ventajas, hay que sumar que, al ir vaciando el depósito, podemos dejar la limpieza programada aunque vayamos a estar días fuera de casa.

Tiene buena potencia de aspiración, tanto en superficies duras como sobre alfombras. Lo que me ha sorprendido es que muestra dificultades para salir de espacios reducidos, como las patas de una silla, a pesar de tenerla mapeada. Eso sí, tiene fuerza de tracción como para desplazarla.

Cuando termina de hacer su trabajo da la posibilidad de comenzar con el fregado con la otra unidad, con la Braava Jet m6, controlada desde la misma aplicación. A pesar de esto último, el sistema de mapeado del Roomba y de la Braava son diferentes y, además, generan mapas distintos. Es decir, que no se puede realizar el mapeo de la casa y la distribución de habitaciones sobre el plano resultante en el primero y después decirle a la segunda que friegue una de las estancias.

El mapeo se puede realizar mientras trabajan los robots o previamente. En ambos casos, el fabricante (y la práctica) aconseja hacerlo antes. De esta forma, el proceso de trazar los planos de la casa es más rápido. De cualquier manera, hay que hacerlo completo al menos dos veces y teniendo la precaución de retirar los objetos que haya por el suelo (zapatillas, cuencos para mascotas...), los cables en los que se pueda enredar y sillas en las que puede quedar atrapado. 

La suerte es que una vez levantado el mapa del espacio, se pueden dibujar divisiones de estancias y nombrarlas. Cuando este proceso esté terminado podremos enviar a nuestros robots a que limpien una única habitación. También es posible acotar espacios de exclusión en los que no entrarán. Por ejemplo, áreas en las que siempre haya cables o zonas de plantas u objetos frágiles y valiosos.

Todo este proceso hay que hacerlo además por duplicado, con el Roomba y con la Braava. Y, además, no lo hacen igual. En mi caso, mientras el aspirador reconoció todo el espacio y lo mapeó correctamente, el Braava lo hizo al quinto intento (siempre se dejaba una habitación por mapear) y haciendo trampas: no lo arranqué desde la base de carga, sino desde esa propia "habitación invisible".

Y es conveniente que se haga en condiciones de luz diferentes. Ambos equipos basan su navegación en el escaneo continuado por una cámara. Y esta cámara necesita luz para trabajar en condiciones. De hecho, la única explicación que se me ocurría para que la Braava no mapeara bien es que, a pesar de que en la habitación había luz, se perdía debajo de la cama, un espacio que está a oscuras.

Evidentemente, el mapeado sería bastante más sencillo si se hiciera una única vez para ambos y se compartieran los datos. Sin embargo, aducen motivos de privacidad para no hacerlo.

Si el funcionamiento del Roomba es muy similar al del resto de aspiradores (iRobot ha cambiado la forma de su aspirador estrella. Ya no es un cilindro, sino que la parte frontal es recta. Eso le da un frente de aspiración más amplio y un mejor acceso a las esquinas), no sucede lo mismo con Braava. En lugar de utilizar una mopa que se humedece por decantación del agua del depósito, va proyectando un pequeño chorro (la cantidad es regulable) y realiza un movimiento de vaivén para eliminar la suciedad. El proceso es mucho más lento que el de otros, pero también es más eficaz en la limpieza. Además, se puede utilizar un detergente no jabonoso para mejorar el resultado. También se puede limpiar en seco.

El trabajo en equipo de estos dos modelos de iRobot es notable tanto en aspiración como en fregado, aunque considero que se debería afinar el mapeado de la Braava. En cuanto a los sistemas de navegación, la competencia ha avanzado enormemente en los últimos años y iRobot tendría que volver a dar un salto cualitativo que justifique su enorme diferencia de precio. 

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