En el mundo del coleccionismo, pocas cosas generan tanto debate como la autenticidad de un Ferrari clásico. Y si hablamos del 250 LM, el chasis #6167, pintado en Verde Bottiglia, se lleva la palma. Su aparición fugaz en el The I.C.E. de St. Moritz y su posterior descalificación, reavivó una polémica que ha durado más de tres décadas: ¿estamos ante un Ferrari genuino… o ante una de las réplicas más sofisticadas de la historia?
El Serletta, más que un parking, es un escaparate donde lo extraordinario es rutina. Pocos parkings pueden presumir de ubicarse delante de un paisaje tan bonito como el lago de St Moritz. Celebridades de la talla de Audrey Hepburn, Michael Schumacher, Roger Federer, Liz Taylor o Alfred Hitchcock, en algún momento, han pasado por la infinita secuencia de escaleras mecánicas y túnel que conecta el centro de la localidad suiza, el parking, y el lago. Y además, pocos parkings pueden presumir de ser el punto de encuentro de los coches que participan en uno de los concursos de elegancia más prestigiosos del mundo.

El 20 de febrero de 2025, el día previo a la celebración de The I.C.E, el parking comenzó a poblarse de coches clásicos que participarían al día siguiente en el evento. Y de repente, apareció el protagonista de hoy. Un Ferrari 250 LM, pintado en Verde Bottiglia, con el dorsal 4. Los filtros polarizadores de todos los niños enfocaron a una dirección en búsqueda del clip viral, y en seguida, la asistencia de este chasis se hizo eco entre los asistentes al concurso. Sin embargo, a las 7 de la mañana del día siguiente, cuando los motores se empezaron a encender y los coches empezaron a salir del párking, los asistentes se sorprendieron porque el 250 LM no salía. Pero la sorpresa llegó cuando, al comprobar el interior del parking, el chasis ni siquiera estaba. Había desaparecido de la noche a la mañana. En seguida, se empezó a hacer eco de una presunta expulsión del 250 LM verde del concurso. Y la pregunta es… ¿por qué?
Para entender esta historia, como bien dice el dicho popular, hay que comenzar por el principio. David McKay, periodista, piloto y director de Scuderia Veloce, primer equipo australiano profesional de carreras, ya era propietario de un 250LM, más concretamente el chasis 6321. No obstante, la avaricia rompe el saco, y McKay adquirió otro ejemplar para su colección, configurado en un precioso Verde Bottiglia con interior Pelle Verde. El coche lo adquirió a través de William H. Lowe, quien se encargó de realizar la primera importación a Australia de un Ferrari años atrás, y que llevaba las importaciones de modelos como los 250, 275 y, posteriormente, los Daytona. No obstante, McKay canceló el pedido mientras se encontraba en tránsito, por lo cual Lowe tuvo que encontrarle una nueva casa.

Tras ser exhibido en el Melbourne Motor Show de 1965, el coche pasó a nuevas manos dos años después, exportándose a Reino Unido para caer en manos de Colonel Ronnie Hoare, uno de los pilotos privados de Ferrari más prominentes de la historia del país. El coche se envió a Italia, donde el piloto y carrocero Piero Drogo extendería la longitud del morro, asemejándose al 250 GTO, y lo pintaría de rojo con detalles azules. El coche volvería a Reino Unido para competir con regularidad en 1967, destacando la victoria en el Wills Trophy de Silverstone. No obstante, todo daría un vuelco en la carrera de la Targa Florio de 1968…
“IL GIRO” DE ACONTECIMIENTOS
La Targa Florio era una carrera de resistencia muy exigente en carreteras muy irregulares. Por ende, los mecánicos tenían la orden de apretar la rótula de dirección a una presión mayor de la habitual. Y uno de los mecánicos, por error, la dejó más suelta. El resultado fue catastrófico. Con David Piper a los mandos, una rótula de dirección se soltó, lo cual llevó a Piper a perder el control del coche en una sección de montaña. El coche se salió de la carretera, impactando con una piedra y cayó aproximadamente 15 metros por una ladera. Afortunadamente, Piper salió ileso del impacto, pero el chasis quedó totalmente siniestro, tratándose de la última carrera de la historia del chasis 6167 en resistencia.

Tras el accidente, el chasis fue recogido por el camión del equipo y trasladado de nuevo a Módena, al taller de Piero Drogo. La situación era insostenible. Paul Vestey, propietario del equipo donde corría Piper, ya había inscrito el coche para Le Mans en 1968, y el motor del LM ya había pasado por todo el proceso de escrutinio necesario para participar, habiendo sido ya admitido. Vestey necesitaba una solución rápida, así que optó por adquirir otro 250LM, chasis #6053, e instalarle el motor del coche siniestrado y la caja de cambios. Además, para así terminar de asegurarse el no tener que pasar por otro proceso de escrutinio, ordenó quitar la placa que indicaba el número de chasis.
Tras terminar abandonando en las 24 horas de Le Mans, Vestey vendió los restos del chasis 6167 al piloto italiano Stefano Sebastiani por 1 millón de liras italianas. Sebastiani, lejos de reparar el chasis original, terminó de destripar las piezas funcionales que quedaban en el coche para, a través de los carroceros Autosport & Bachelli, instalarlas en un chasis tubular nuevo que, junto con placas de chasis falsas, resultaba prácticamente indistinguible de un 250 LM original. Ni un mísero tornillo. Todo con la finura que se espera de un carrocero italiano de la época.
TRES COCHES, UNA IDENTIDAD
Tras permanecer durante dos décadas en posesión de Sebastiani, el piloto italiano, ya retirado, necesitaba dinero, y en 1991 vendió su chasis tubular a otro entusiasta italiano, Vicenzo Scanduri. No obstante, se abre una disputa legal, ya que por un lado se encontraba este “nuevo” chasis 6167, plenamente operativo y, por otro lado, el chasis original, que por aquel entonces ya se encontraba bajo custodia de otro propietario del cual hablaremos más adelante. La disputa duraría cuatro años, y se cerró en julio de 1995. Scanduri se quedó con el chasis, pero las placas de bastidor y toda la documentación y partes originales volvieron a manos de Sebastiani.

Los restos de la réplica se utilizaron para construir un “nuevo” chasis, bautizándolo como 6167R, con R de “réplica”, y Scanduri lo vendió a un coleccionista suizo que, a su vez, lo vendería en octubre de 2009 a través de RM Auctions, por 220.000 libras. Finalmente, tras otra disputa legal relacionada con la matriculación del mismo, el chasis se matriculó en Maastricht, Holanda. Al no ser el chasis original, el registro pudo hacerse con ese número de chasis, con la R incluida, bajo supervisión de las autoridades.

¿UNA RÉPLICA MÁS? EL SEGUNDO INTENTO DE SEBASTIANI POR REVIVIR EL 6167
Mientras Scanduri se quedaba con parte del chasis réplica, Sebastiani no perdió un segundo, y utilizó las placas de chasis falsas y las partes originales para construir una segunda réplica, carrozada con Franco Ferrari, carrocero independiente que no tenía nada que ver con la firma del cavallino.

Se alega que Sebastiani empleó documentos asociados al chasis original para matricularlo en Reino Unido en 1998, con las matrículas AGS 983D. El coche se pintó de los colores blanco y azul, y se mantuvo en el taller Toni Auto durante varios años… pero la historia no acabó ahí.

¿QUÉ PASÓ CON EL CHASIS ORIGINAL DEL 250 LM #6167?
Los restos del chasis 6167 fueron a parar a Carrozzeria Bonfatti en Módena, donde se reparó el chasis y se vendió al por aquel entonces director del equipo Renault de Fórmula 1, Jean Sage, en 1979. Sage conservaría el chasis durante década y media antes de venderlo al piloto y coleccionista belga Jean Blaton, apodado Beurlys, en 1993. Por dos millones de francos belgas, Beurlys adqurió ese mismo año el motor del 250 LM #6053 que Vestey quitó para colocarle el motor de este mismo chasis. Con la compra del chasis 6167 y el motor 6053, el círculo se cerraba un cuarto de siglo después. Finalmente, el coche fue a parar al dueño actual en diciembre de 1996, hace casi 30 años, por 300.000 marcos alemanes.
Cuando la segunda réplica se matriculó en 1998, el dueño alemán no tardó mucho en abrir otra disputa con Sebastiani, ya que no dejaba de haber dos chasis que reclamaban la autenticidad. En 1999, el dueño, pagando un millón de marcos, se hizo con la propiedad completa del chasis 6167 y se guardó el derecho a decomisar la segunda réplica. No obstante, el caso se reabrió y duró abierto dos décadas, con Sebastiani reclamando hasta el final que su chasis, la segunda réplica, era el verdadero 6167. Además, Sebastiani reclamó más dinero, alegando que el valor del 250 LM se había disparado de una forma estratosférica. No obstante, el caso se cerró a favor del dueño actual.

Finalmente, las placas de todas las réplicas construidas por Sebastiani, y los papeles originales, acabaron en manos del dueño actual, y se cree que la segunda réplica se desmanteló, recuperando antes las partes originales del 6167. Tras cerrarse el caso, el chasis 6167 se restauraría, completándose el proceso en 2023. El chasis se pintó en el Verde Bottiglia original, y se le instalaron las partes originales provenientes de la segunda réplica, y el motor del chasis 6053.

Además, a través del programa Tailor Made de Ferrari, el dueño actual ha configurado un Ferrari 488 Pista y un Daytona SP3 con una configuración calcada al 6167 original, como guiño a la historia de este coche.

DESCALIFICACIÓN EN EL I.C.E. Y EL ETERNO DEBATE SOBRE LA AUTENTICIDAD
Nuestro protagonista de hoy fue objeto de miradas en la celebración de The I.C.E. No obstante, el historiador de Ferrari y autor del libro Ferrari 250 LM, Marcel Massini, señaló que, al tratarse de una reconstrucción y no un ejemplar original de fábrica, no era digno participante del evento. Uno de los criterios fundamentales de The I.C.E a la hora de valorar un coche es la autenticidad del mismo y, al contar con un pasado bastante cuestionable, se descalificó del concurso de elegancia.
Tres meses después, este mismo chasis hizo acto de presencia en la celebración del pasado FuoriConcorso “Velocissimo”, en Villa del Grumello, exhibiéndose junto a ejemplares como un Lancia LC1, un Alfa Romeo TZ2, el Ferrari 250 GTO #3387GT e incluso un coche con el que pudo haberse visto las caras en el The I.C.E - un Lamborghini Countach blanco que se utilizó como pace car en el Gran Premio de Mónaco de 1982.
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Lo cierto es que, independientemente de su legitimidad y autenticidad, el coche ha sido objeto de más de una mirada allá por donde ha pasado desde su completa restauración. Viendo una oleada de configuraciones rojas y amarillas, el verde no es un color que pase desapercibido en un 250 LM, y cobra un interés aún mayor cuando detrás de un coche se esconde una historia como esta. Ahora, solo nos queda preguntaros a vosotros… ¿descalificaríais este coche de un concurso de elegancia?