Mazda ha presentado en el Japan Mobility Show 2025 dos vision models que abren una ventana a su 2035: Mazda Vision X-Coupe y Mazda Vision X-Compact. El primero propone un crossover coupé de proporciones clásicas Kodo llevado al extremo, y el segundo ensaya una movilidad “radicalmente humana” donde el coche conversa, sugiere rutas y “siente” al conductor. En paralelo, la firma muestra al público por primera vez el nuevo Mazda CX-5 (especificación europea), adelantando su nueva plataforma electrónica E/E Architecture+. Todo bajo un lema inequívoco: “The Joy of Driving fuels a sustainable tomorrow”.
Proporciones y lenguaje formal
El Vision X-Coupe interpreta el coupé de cuatro puertas desde el ADN Kodo – Soul of Motion. Capó largo, cabina retrasada y una línea de techo que cae con suavidad sobre unos hombros posteriores muy marcados. Es una lectura musculada, con superficies tensas y transiciones limpias que apuestan por la pureza volumétrica frente al ornamento. En mano de obra, esto exige precisión en aristas y radios de curvatura para que la luz “corra” sin interrupciones: justo donde Mazda ha venido afinando Kodo en la última década.

Por medidas, el X-Coupe es rotundo: 5.050 mm de largo, 1.995 mm de ancho y 1.480 mm de alto, con 3.080 mm de batalla. Ese largo capó y la gran distancia entre ejes justifican el empaque visual y una cabina que, desde fuera, parece “encajada” entre los volúmenes delantero y trasero para acentuar el stance.
El Vision X-Compact juega otra liga: 3.825 x 1.795 x 1.470 mm, con 2.515 mm de batalla. Aquí la prioridad está en la agilidad urbana y en una lectura Kodo de proporciones contenidas: menos inercias, pasos de rueda bien calzados y mucha atención a la relación volumen-superficie para que el coche “respire” más diseño que talla. El resultado es un compacto con carácter, donde las tomas, labios y cierres aerodinámicos son mínimos y el trazo manda.

Arquitectura y propulsión: el regreso (electrificado) del rotativo
La gran noticia técnica del X-Coupe es su sistema híbrido enchufable con motor rotativo bitrótor turbo que trabaja con motor eléctrico y batería. Mazda declara 510 PS de potencia máxima, 160 km en modo 100% eléctrico y hasta 800 km combinando propulsión eléctrica y térmica. La elección del rotativo no es nostálgica: su compacidad permite un packaging muy favorable (capó bajo, masas centradas), y su suavidad encaja con una puesta a punto que sigue persiguiendo el Jinba-ittai de la casa.

Más allá de la cifra, el mensaje es filosófico: Mazda rehúye la monocultura tecnológica y explora híbridos enchufables de largo alcance donde el térmico actúa de catalizador de emoción y autonomía, no de excusa para inflar potencias. Es una vía intermedia razonada frente a los extremos del “todo-eléctrico ya” o el “todo-combustión aún”.

Aerodinámica y sostenibilidad: de los microalgas al “capturar CO₂ al conducir”
El X-Coupe introduce un binomio inusual: combustibles neutros en carbono derivados de microalgas junto a una solución de captura móvil de CO₂ en el propio vehículo, denominada Mazda Mobile Carbon Capture. La promesa es potente a nivel narrativo, ya que cuanto más lo conduces, más CO₂ retira del ciclo atmosférico, siempre dentro del marco de combustibles CN y de la infraestructura asociada. En la marca lo presentan como una pieza más de una circularidad que combina diseño, materiales y energía.
En términos de aerodinámica, los dos concepts muestran una obsesión por gestionar flujo sin recurrir a apéndices gratuitos. En el X-Coupe, el morro bajo y la trasera limpia apuntan a una estela controlada; en el X-Compact, los voladizos cortos y la altura contenida reducen sección frontal y ayudan a la eficiencia en ciclo urbano.
Interior y HMI: del “menos es más” al esencialismo sensible
Si el X-Coupe transmite sobriedad y foco dinámico, el X-Compact es el laboratorio HMI: Mazda habla de un “modelo digital sensorial humano” combinado con IA empática capaz de conversar de forma natural, proponer destinos y ampliar el mundo del conductor. El planteamiento nos gusta porque pone el acento en empatar estados (ánimo, fatiga, rutina) con asistencia contextual, no en llenar la cabina de pantallas por sí mismas. Es la traducción práctica de la consigna “Radically Human” que la marca viene repitiendo.

El reto, por supuesto, será de ergonomía cognitiva: que la voz y los gestos convivan con controles físicos esenciales y háptica clara. Si Mazda acierta con la jerarquía de mandos y el feedback, puede evitar las trampas del “cristal negro” y reforzar esa conexión emocional a la que alude. El CMF (colores, materiales y acabados) debería acompañar con texturas cálidas y metales honestos, más precisión que espectáculo.

Packaging, habitabilidad y lectura formal
Con 3.080 mm de batalla, el X-Coupe promete plaza trasera utilizable y buen volumen para batería sin sacrificar maletero. De ahí la carrocería crossover coupé: pisa ancho, centro de gravedad bajo y una cabina que, bien tallada, puede ofrecer postura de conducción baja y controles centrados sin perder visibilidad. La ausencia de datos de coeficiente aerodinámico o de capacidad de batería invita a la prudencia, pero el conjunto forma-función es coherente.
En el X-Compact, los 2.515 mm de batalla deberían traducirse en segunda fila digna y radio de giro corto. Interesa aquí la arquitectura eléctrica y cómo resuelven consola, túnel y piso para no penalizar espacio a la altura de las rodillas. Como estudio de diseño, el ejercicio está en dibujar carácter sin sobrecargar: un frontal expresivo equilibrado con un lateral limpio y un trasero que no abuse de grafismos lumínicos.

Con estos dos Vision Models, Mazda envía tres mensajes claros. Uno, que Kodo sigue vigente como gramática formal y puede estirarse a proporciones muy distintas sin perder identidad. Dos, que el rotativo vuelve como pieza de ingeniería útil en PHEV de larga autonomía. Y tres, que la experiencia a bordo se moverá hacia una IA empática que entiende al conductor, pero con interfaces sobrios y feedback inequívoco.
La comunidad internacional lo ha leído en la misma clave: regreso del rotativo en clave híbrida con el X-Coupe y compañero digital en el X-Compact. Es un guiño tanto al corazón (placer de conducir) como a la cabeza (eficiencia, autonomía, reducción de CO₂). Quedará por ver cuánto de este lenguaje llega a producción y cómo se traduce a normativa y costes; pero como manifiesto de diseño, el mensaje es inconfundible.