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Bentley Val d'Isere
Bentley Val d'Isere (Foto: Jorge El Busto)

Bentley Val d’Isere, el vehículo de caza por excelencia de Brunéi

Uno de los modelos más peculiares de la firma inglesa

martes 02 de enero de 2024, 10:39h

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Este vehículo se trata de una versión familiar del Bentley Turbo R con tracción a las cuatro ruedas. Fue encargado a Robert Jankel Design por la familia real de Brunéi, y se produjeron únicamente once ejemplares.

El nacimiento del Val d’Isere

Es innegable que la última etapa de la década de los años 80 y el principio de los años 90 estuvo marcada por diseños innovadores en la industria automovilística. McLaren dejaba atónita a la prensa internacional con su F1, Lamborghini decía adios al Countach para dar paso al nuevo Diablo, y Ferrari superaba el listón del 288 GTO con su icónico F40, previo a la muerte del Commendatore.

La familia real de Brunéi encargó una versión específica del Turbo R, el Val d’Isere

Durante esa época, Bentley continuaba manteniéndose firme a su imagen de marca, contando con el Eight, el Mulsanne, el Turbo R y el Continental R en su oferta de vehículos disponibles. No obstante, la familia real de Brunéi, cuya colección ya se ha mencionado en numerosos artículos, y famosa por haber encargado modelos a grandes marcas y diseñadores que distaban de lo “habitual”, dio un paso más allá, y encargó al diseñador británico Robert Jankel una versión específica del Bentley Turbo R. Y así es como se originó el Bentley Val d’Isere, uno de los Bentley más raros jamás producidos hasta la fecha.

El Bentley Val d’Isere fue un proyecto encargado por Jefri Bolkiah, hermano del sultán de Brunéi, con el objetivo de crear una versión del Bentley Turbo R con carrocería familiar. Robert Jankel, encargado de materializar el proyecto, fue previamente fundador y propietario de Panther Westwinds, una pequeña empresa ubicada en Surrey (Inglaterra), que fabricaba coches deportivos que se caracterizaban principalmente por equipar mecánicas modernas preservando una apariencia de coche clásico, atemporal. Su creación más icónica fue el Panther De Ville, inspirado en el Bugatti Royale y conducido por Cruella De Vil en la película 101 Dálmatas. Panther quebró en 1980, y la empresa pasaría a manos coreanas (Jindo Corporation) antes de ser comprada por la archiconocida Ssangyong.

Tras su aventura a los mandos de Panther, Jankel fundó Robert Jankel Design, una empresa dedicada a recarrozar modelos por encargo. Debido a su extenso pasado en la industria automotriz, el proyecto de Jankel no pasó desapercibido, y rápidamente comenzó a colaborar con marcas como Mercedes-Benz o Jaguar, llegando incluso a crear una versión de 4 puertas del Ferrari 400i, conocido como “Le Marquis”. Jankel materializó el pedido del sultán entre 1989 y 1992, produciendo un ejemplar en 1989, otros dos en 1990, siete en 1991 y otro último en 1992. Por lo tanto, a día de hoy, se sabe de la existencia de once ejemplares.

Ferrari 400i Le Marquis - Jankel

Con un precio base de más de 1,2 millones de libras

Como curiosidad, mientras un Bentley Turbo R apenas sobrepasaba la barrera de las 100.000 libras esterlinas, el precio base de cada Val d’Isere sobrepasaba las 1,2 millones de libras, superando así el precio del celebérrimo McLaren F1. Su alto precio no supuso ningún impedimento para Jefri, quien invirtió más de cinco mil millones de dólares de dinero público en coches a lo largo de su etapa como ministro de finanzas de Brunéi. En 1997, Bolkiah sería arrestado por haber gastado 15 mil millones de dólares de dinero público.

Caracteristicas y curiosidades

Un ‘shooting brake’ del Bentley Turbo R

Estéticamente el Val d’Isere podría parecer básicamente una versión “shooting brake” del Bentley Turbo R, y es que Robert Jankel usó su chasis como base. En un primer momento se diseñó partiendo del Continental Turbo R y el concepto clásico de shooting brake: un coupé de 3 puertas con los pilares C y D sobreelevados para poder albergar armas de caza, aunque finalmente se optó por una carrocería familiar de 5 puertas.

Boceto de 3 puertas del Val D’Isere, todavía con el nombre “Continental”.

Existen varias curiosidades acerca de este modelo que lo hacen aun más especial. Para empezar, el Bentley Turbo R compartía motor, transmisión y suspensión con el Rolls Royce Silver Spirit. Este hecho, de alguna manera, justifica que dos de los once Val d’Isere salieran recarrozados sobre un Silver Spirit en lugar de un Turbo R. Además, dos de esas once unidades se construyeron con una batalla más larga. Una de ellas se carrozó sobre una versión facelift del Turbo R, mientras que otra se construyó sobre un Silver Spirit, recibiendo el nombre de Rolls Royce Provence. Todas las versiones eran propulsadas por un motor V8 sobrealimentado de 6,75 litros que producía 390 CV y un par máximo de 775 nm. Por último, cabe destacar que a cada Val d’Isere se le asignó un número de chasis específico, que nada tenía que ver con la línea de producción de chasis del Turbo R.

Por dentro, aunque cada uno de los once Val d’Isere se confeccionó de manera exclusiva para su comprador, era similar a lo que podrías encontrar en un Turbo R normal. Sin embargo, los Val d’Isere destinados a la Familia Real de Brunei compartían una particularidad muy especial: tras los asientos traseros se instaló un baúl para portar escopetas de caza. El acceso a este compartimento se hace desde el maletero. Además, recientemente en el Reino Unido se ha dejado ver una de las once unidades fabricadas, que cuenta con un detalle muy peculiar, como es una imagen del sultán de Brunéi cazando, ubicada en el espejo retrovisor interior del copiloto.

Este baúl delata la razón detrás de este encargo especial, y es que varios miembros de la Familia Real de Brunei eran grandes aficionados a la caza. Para ello, en lugar de montar la propulsión trasera del Turbo R, Bentley ofreció de forma opcional para su Val d’Isere una mecánica de tracción a las cuatro ruedas que añadía a la transmisión dos motores hidráulicos para las ruedas delanteras, funcionando únicamente en primera y en la marcha atrás. El sistema se desconectaba al superar las 30 millas por hora, y servía de ayuda para días de invierno o para conducir por el campo durante las jornadas de caza de la peculiar realeza de Brunei. Este sistema de tracción es tan complejo técnicamente hablando que, a día de hoy, ningún trabajador de cualquier taller de Bentley sabría cómo arreglarlo.

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