La sala de las esculturas
Cada uno de estos automóviles sobresale por su excelencia técnica y su belleza. Se trata de los Bugatti Type 57 Atlantic, Delahaye Type 165 Cabriolet, Pegaso Z-102 Cúpula y el Bentley R-Type Continental.
En la segunda sala de la exposición Motion, Autos, Art & Architecture localizada en el Guggenheim de Bilbao podemos observar cuatro coches muy especiales que pueden incluso valorarse como obras de arte, como si fuesen esculturas vacías con ruedas. Cada uno de estos automóviles sobresale por su excelencia técnica, pero se ensalza la belleza de sus fluidas líneas. Se trata de los Bugatti Type 57 Atlantic, Delahaye Type 165 Cabriolet, Pegaso Z-102 Cúpula y el Bentley R-Type Continental. Todos ellos forman parte de un estilo de diseño clásico donde la forma y la estética del vehículo tenían un papel fundamental.
A la izquierda se encuentra el Bugatti, que a manos de su diseñador Jean Bugatti, se fabricaron 4 unidades en total en la década de 1930, siendo éste el primero de ellos, encargado para el barón Nathaniel Mayer Victor Rothschild, y otro de ellos desaparecido en la Segunda Guerra Mundial durante su traslado en tren hacia Burdeos conocido como “La Voiture Noire” quedando únicamente tres ejemplares en la actualidad. El expuesto en la exposición fue prestado por el Mullin Automotive Museum de California, concretamente el chasis 57374 de 1936.
Construido a partir de una carrocería de aluminio remachada en vez de soldada, con un diseño semejante a una gota de agua que presenta una singular aleta dorsal que recorre todo el perfil trasero del vehículo. Esta unidad concretamente está valorada en 25 millones de euros, adquirida por el prestamista californiano en 2010. A un lado se sitúa una vitrina donde se exponen dos obras escultóricas en tamaño reducido del escultor Rembrandt Bugatti, especializado en figuras de animales, concretamente se pueden apreciar dos figuras: una pantera y el icónico elefante que le representa en todas sus obras.
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A mano derecha se aprecia el Delahaye, considerado uno de los automóviles más bellos de la década de 1930, uno de los dos ejemplares que construyo el ingeniero Emile Delahaye, presentado en el Salón del Automóvil de París en octubre de 1939. Esta unidad fue incautada por las unidades aduaneras de Estados Unidos cuando se produjo la ocupación alemana de Francia en la Segunda Guerra Mundial. En su estado inicial, no contaba con el motor original, ya que no dio tiempo a fabricarlo.
Esta unidad fue seleccionada por el gobierno francés para representar a Francia en el Salón del Automóvil de Nueva York en 1939. Ya que no disponía del motor se puso una caja de dimensiones aproximadas para cubrir el espacio vacío. Más tarde, el motor original fue ensamblado y enviado desde Europa para su reencuentro con el chasis. Curiosamente, Peter Mullin del Mullin Automotive Museum de California, su actual propietario, lo encontró en Honolulu, Hawai, sin su mecánica original, que por suerte fue restablecida a posteriori satisfactoriamente por su amigo Jim Hul.
En frente se aprecian los dos siguientes coches en fila, el primero es el Bentley R-Type Continental, propiedad de la colección de la familia Foster, que se caracteriza por tener un chasis de aleación al que se acopló una carrocería de aluminio ligera y aerodinámica. Lanzado en 1953 como el coche más caro del mundo con un valor de 6.928 libras esterlinas, se convirtió en el primer modelo de la gama Continental de la firma británica Bentley.
Con tan solo 208 unidades producidas, el diseño de Ivan Evernden logró convertir aquel vehículo en el coche de cuatro asientos más rápido del mundo, debido a su gran aerodinámica, diseñado en el túnel de viento de Rolls-Royce, y al uso de materiales como el aluminio por parte de los carroceros HJ Mulliner.
El segundo se trata del único ejemplar de Pegaso en la actualidad, el cual logró ser el coche más veloz del planeta en 1953, el Pegaso Z-102 “Cúpula”. Su carrocería tan peculiar fue fabricada en la factoría española ENASA, se adoptaron soluciones futuristas propuestas por estudiantes de diseño como esa luna trasera con forma de cúpula que da origen a su nombre.
El Pegaso fue obra del ex-ingeniero de Alfa Romeo, Wifredo Ricart, que logró crear todo un icono de la automoción en España. Este ejemplar se presentó en el Salon del Automovil de Nueva York en 1953 demostrando que la nación española podía desarrollar un proyecto de tal envergadura posicionándose como una potencia mundial.
Se fabricaron un total de 82 unidades en sus diferentes versiones impulsadas por dinero público y a su vez siendo una herramienta de promoción franquista durante una época de escasez económica en España. Adquirido en 2006 por el actual dueño y prestador del modelo el Louwman Museum en La Haya de Países Bajos, en 2016 participó en el Concours d’Elegance de Amelia Island, el cual fue galardonado como el mejor del certamen.
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Como el propio nombre de la sala indica, entre los cuatro coches se dispone una escultura de una figura recostada obra del escultor Henry Moore.
En la antesala a la siguiente, llamada “Model cars”, se encuentra un estante con coches a escala en miniatura. Esta zona específica refleja como la importancia que ha tenido el automóvil culturalmente se expande hasta llegar al mundo del juguete y la maqueta a escala. Dentro de una vitrina dividida en varias baldas, se disponen una selección de modelos en miniatura de una época en la que se apreciaban este tipo de objetos mecánicos.
Después de las salas Beginnings y Scultures con su anexo de modelos en miniatura, la siguiente se llama Popularising.
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