La decisión del tribunal confirma el fallo emitido el pasado año. Esta resolución implica que Uber tendrá que asegurarse de que sus conductores en la región reciban un salario mínimo y que paguen el tiempo libro. Este hecho crea un problema tanto para la compañía como para otras firmas que dependen de la denominada ‘gig economy’, que depende de trabajadores que no cuentan con un contrato formal.
Las empresas que abrazan este tipo de contratación defienden que estas prácticas laborales aumentan la flexibilidad en ambos lados, pero los más críticos afirman que el sistema es explotador y que priva a los empleados de salvaguardias importantes como el seguro de desempleo.
Esta decisión llega después del golpe más duro que ha sufrido Uber hasta la fecha, cuando la autoridad de transporte de Londres prohibía a la compañía operar en la capital británica.
"Pueden esconderse detrás de la tecnología, pero las leyes están ahí y debe ser obedecidas y respetadas"
En el caso, dos hombres, James Farrar y Yaseen Aslam, habían desafíado a Uber en nombre de un grupo de hasta 19 conductores que defienden que la firma les había negado las protecciones básicas al clasificarlos como trabajadores por cuenta propia. Uber ha vuelto a utilizar el argumento que ha usado por todo el mundo: sus conductores eran contratistas independientes.
“Pueden esconderse detrás de la tecnología, pero las leyes están ahí y debe ser obedecidas y respetadas”, ha señalado Aslam después de que se anunciara la decisión del tribunal. “El impacto de este fallo podría afectar a miles de conductores, y no solo a conductores, sino a millones de trabajadores en todo el Reino Unido”, ha advertido en referencia a la ‘gig economy’. “Simplemente –ha concluido- significa que no podemos ser explotados”.
El jefe en funciones de Uber en Reino Unido, Tom Elvidge, ha anunciado que la compañía apelará la decisión, ya sea ante el Tribunal de Apelaciones o ante el Tribunal Supremo de Gran Bretaña.
Los problemas se multiplican
El caso de empleo es uno de los varios desafíos a los que se enfrenta la compañía. Pese a los 70.000 millones de dólares que vale la compañía, las críticas son numerosas, entre ellas, problemas con que no hace lo suficiente para investigar a sus conductores o las revelaciones sobre el uso de un software para evadir a las autoridades.
Además, las quejas sobre la cultura laboral agresiva y el machismo forzaron la dimisión del fundador de la compañía que abandonó el cargo de CEO el pasado año, sucedido por el exCEO de Expedia, Dara Khosrowshahi, quien ha apostado por un tono más conciliador.
Expertos en legislación laboral han advertido que las leyes de la mayoría de países no han logrado mantener el ritmo de los avances en tecnología y el aumento de las nuevas formas como la ‘gig economy’.