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Ilustra una inteligencia artificial agéntica trabajando mientras los humanos están en huelga
Ilustra una inteligencia artificial agéntica trabajando mientras los humanos están en huelga (Foto: DALL·E ai art)

El auge de la IA agéntica, el fin de la interfaz tal como la conocemos

Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
domingo 15 de junio de 2025, 19:11h

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El auge de la IA agéntica marca un punto de inflexión en la historia de la tecnología; su impacto en el empleo, la ética y la estructura misma de las interfaces digitales redefine los límites de la automatización y la interacción humana con las máquinas. El reto inmediato será equilibrar innovación y responsabilidad y asegurar que el poder de estos agentes se utilice de forma ética, segura y transparente, en beneficio de toda la sociedad.

Ya adelantamos durante el MWC, en la entrevista que realizamos al CTO de Fujitsu, Carlos Cordero, que la inteligencia artificial agéntica sería la protagonista indiscutible de la revolución tecnológica en 2025, y tanto es así, que está transformando la manera en que interactuamos con la tecnología y redefiniendo el papel de las interfaces tradicionales.

Y es que estos agentes no solo responden a preguntas, sino que toman decisiones y ejecutan tareas complejas de manera autónoma, lo que promete liberar a los usuarios de labores repetitivas y abrir una nueva era de productividad y automatización.

Impacto en el trabajo: transformación o desaparición de empleos

Según todas las consultoras, la irrupción de la IA Agéntica está generando un profundo impacto en el mercado laboral. Por un lado, muchos trabajos rutinarios y repetitivos, especialmente en sectores administrativos, atención al cliente y logística, se están automatizando; lo cual implica la desaparición de ciertos roles tradicionales, aunque también la creación de nuevos empleos relacionados con el desarrollo, supervisión y mantenimiento de sistemas de IA, así como de áreas de interpretación ética y legal de sus decisiones.

Los expertos señalan que la clave estará en la capacidad de adaptación de la fuerza laboral y que profesiones centradas en la creatividad, la resolución de problemas complejos y la supervisión de sistemas inteligentes cobrarán mayor relevancia. Además, la proliferación de plataformas ‘no-code’ (herramientas de desarrollo que permiten crear aplicaciones, sitios web y flujos de trabajo automatizados sin necesidad de escribir código) y de herramientas de IA accesibles permitirá a más personas interactuar y programar agentes sin conocimientos técnicos avanzados.

Implicaciones éticas y de seguridad: el responsable de los errores de la IA

El avance de la autonomía en los agentes de IA plantea desafíos éticos y legales inéditos. Cuando una IA agéntica toma una decisión errónea o causa daño, la atribución de responsabilidad se vuelve compleja. La responsabilidad puede recaer en los desarrolladores, fabricantes, usuarios finales o incluso en un modelo de responsabilidad objetiva, dependiendo del contexto y la legislación vigente.

La opacidad de muchos algoritmos (caja negra) dificulta entender cómo se toman las decisiones, lo que complica la transparencia y la posibilidad de auditar los procesos de la IA. Por ello, se están exigiendo marcos regulatorios más claros y mecanismos de supervisión que garanticen la ética, la seguridad y la privacidad de los datos. La responsabilidad última, sin embargo, sigue recayendo en los humanos que diseñan, entrenan y despliegan estos sistemas, aunque los contratos de uso intenten, a veces, trasladar parte de esa carga a los usuarios finales.

La IA agéntica en acción

La IA agéntica ya está transformando sectores clave:

  • Atención al cliente avanzada: agentes que gestionan consultas complejas, resuelven incidencias y personalizan la experiencia del usuario en tiempo real.
  • Gestión de proyectos: sistemas que planifican, asignan tareas, monitorizan el progreso y optimizan recursos sin intervención humana directa.
  • Automatización de procesos empresariales: desde la contabilidad hasta la logística, los agentes de IA identifican cuellos de botella, proponen mejoras y ejecutan acciones correctivas de forma autónoma.

Estos ejemplos muestran cómo ‘la agéntica’ no solo aumenta la eficiencia, sino que también permite a las empresas escalar operaciones y ofrecer servicios personalizados a gran escala.

El futuro de las interfaces

Así, la proliferación de agentes de IA plantea un cambio radical en la forma en que interactuamos con la tecnología. Si los agentes pueden anticipar nuestras necesidades, ejecutar tareas y tomar decisiones en nuestro nombre, la interfaz tradicional basada en aplicaciones individuales se quedará obsoleta.

En este nuevo paradigma, los usuarios interactuarán con ecosistemas de IA a través de lenguaje natural, comandos de voz o incluso mediante instrucciones implícitas y delegan la gestión de múltiples servicios a un único agente inteligente. Esto supondría el fin de la fragmentación de aplicaciones y la consolidación de experiencias centradas en el usuario, donde la IA actúa como intermediario universal y proactivo.

En este momento, todo es una suposición lógica, pero si algo nos ha enseñado la tecnología a lo largo de los años es que cada x tiempo surge algo que revoluciona la industria y que está fuera de los esquemas y previsiones que cualquiera pudiera hacer. Pero lo que está claro, es que por muy cómodo que resulte, a la IA no hay que quitarle el ojo de encima y si algo no podemos permitir es que nos sustituya por obra y gracia de nuestra dejación.

El origen de los datos que gestiona la IA es humano y como tal, puede estar plagado de errores y sesgos que corremos el riesgo de perpetuar.

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