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Por Javier López Tazón
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javierlopezgmailcom/11/11/17
jueves 06 de julio de 2023, 10:30h

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El demonio ha regresado. Bueno, digamos que Lilith. Lo hace, como siempre, de la mano de Blizzard y para todas las plataformas. Lo hemos probado para la PS5.

Me adelanto: probablemente, lo debería haber probado en un ordenador, como jugué con el título original hace ya ¿25 años? El caso es que desde la agencia que lleva Blizzard me aconsejaron la versión para la Play. Ojo, no está mal, pero me quedo con las ganas de pasear de cerca por las mazmorras, de estar más cerca de la pantalla.

La industria del videojuego movió en 2022 casi 230.000 millones de dólares

La verdad es que traigo muy pocos, poquísimos, videojuegos a este espacio. Pero hay momentos en los que se impone. Éste es uno de ellos, como, al menos para mí, lo fue el gran Ghost of Tsushima. Y es que la industria del videojuego movió en 2022 casi 230.000 millones de dólares, que, para 2027 se espera que alcancen los 400.000 millones de dólares largos. Así que, aunque sea únicamente por atender a este dato, está bien que le hagamos un poco de caso. Y más cuando se trata de una franquicia que lleva 25 años en el mercado y ha vendido más de 100 millones de copias.

La historia

Pero aquí lo que nos interesa es otra cosa: el juego en sí. Y tampoco se trata de contar la historia. A grandes rasgos, es la historia del combate eterno entre el bien y el mal. De cómo, cansados de tanta pelea el arcángel Inarius y la diablesa Lilith crearon Santuario, un mundo en el que pudieran vivir en paz ángeles y demonios. Pero, claro, las cosas se torcieron porque si no, no habría juego.

Y en ese terreno es en el que deberemos hacernos cargo de un personaje, que podemos personalizar con cierta profundidad partiendo de cinco caracteres básicos y aplicándoles características físicas diferenciadoras. Tampoco nos volvamos locos: podemos elegir entre el bárbaro, la hechicera, la pícara, el druida o el nigromante. A ver, recordando entregas anteriores, yo me decanté por el bárbaro.

Porque, en definitiva, se trata de recorrer un mundo tenebroso (incluso en la superficie y dentro de las ciudades) y liarse a mamporro limpio. Muy en la línea de las primeras entregas. El mundo se puede recorrer de forma lineal, cumpliendo las misiones principales, picando de otras misiones recomendadas (valga la redundancia es lo recomendable porque nuestro personaje irá ganando en experiencia, armas y habilidades) o recorriendo el mapa al libre albedrío. El tiempo de juego dependerá de la elección entre las 30-40 horas de campaña lineal hasta el infinito.

La mecánica es entrar en combate siempre con la precaución de llevar al máximo las pociones de salud y vigilar el medidor, acumular experiencia, equipamiento y oro, redimir la experiencia completando el árbol de habilidades y subiendo de nivel, vender equipo que no usemos, mejorar el que sí utilizamos y volver a la batalla.

Conforme se van ganando habilidades hay que ir aprendiendo a utilizarlas. Así, al principio apenas nos sirve con la tecla X del mando de la Play, pero luego hay que familiarizarse con la botonadura completa.

Está bien poder elegir el nivel de dificultad y cambiarlo directamente en el juego. Vaya por delante que conforme vas subiendo de nivel el personaje los retos a los que te enfrentas serán más complicados, pero a la vez puedes optar por un nivel Aventurero, Veterano, Pesadilla o Tormento. Los nombres no dejan lugar a dudas. Es recomendable comenzar por el principio y si lo vemos chupado, acudir al centro de una de las capitales y modificar el nivel.

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Estética

Que la estética general sea oscura y tendente a lo tétrico no quiere decir que sea monótona. Hay variedad. Y, sin embargo, no me parece que sea un punto muy importante en este título. Entre otras cosas porque apenas podremos disfrutar del panorama antes de que nos asalte una horda de las muy diferentes clases de criaturas que pueblan Santuario. Estoy pensando en la enorme diferencia de peso de la estética en títulos como este Diablo IV o Ghost of Tsushima, en donde es uno de los valores diferenciales y básicos.

Lo entiendo, pero no me gusta mucho la necesidad de contar con una conexión permanente a internet para jugar a Diablo IV. Vale que para participar en melés o en juego colaborativo tienes que estar conectado. Vale que tienes un modo MMO (Massively Multiplayer Online), vale que tienes una tienda en la que cambiar Platinos (la moneda de santuario) para poder adquirir equipamiento. Pero si no quieres participar de estas opciones no necesitarías esa conexión.

Jugando a este Diablo IV he reconocido las primeras versiones. Es algo bueno y malo a la vez. Bueno para los seguidores de la saga (no son pocos, ha vendido más de 100 millones de licencias) y malo porque es probable que para algunos la dinámica se haya quedado un poco anticuada.

Disponibilidad y precio

Está disponible para ordenadores con Windows, Xbox series X y S y PS 4 y 5. Conviene comprobar las características del PC necesarias antes de lanzarse a adquirirlo. Los precios varían desde los 70 euros hasta los más de 100 dependiendo de la edición. Hay tres: Standard, Deluxe y Ultimate.

Llevo como un mes sumergiéndome intermitentemente en el mundo de Diablo IV y digamos que ahora, por las mañanas, cuando atravieso la plaza del Ángel Caído del Retiro madrileño siento algo distinto. ¿Podría ser el arcángel Inarius?

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