Desde entonces, la sostenibilidad se ha convertido en una piedra angular en las estrategias de la mayoría de las empresas, que han querido adaptar sus formas de actuar para dar respuesta a las preocupaciones de los ciudadanos responsables. Y, como si se tratara de un deporte olímpico, este movimiento es cada vez más importante y va cada vez más aprisa y más lejos.
Hay bastantes sectores en los que la sostenibilidad se ve como algo lógico y aceptado: nadie ve mal los mercados de segunda mano de electrodomésticos o incluso de ropa. Pero este enfoque aún es poco común en los mercados corporativos. La mayoría de las empresas que tratan con clientes finales tienen estrategias de sostenibilidad claras a la hora de ofrecer productos y servicios, pero no son tan evidentes cuando se trata de negociar con otras empresas. Es decir, en realidad, son los propios consumidores los que están liderando el cambio y las empresas solamente se están adaptando a esa revolución. De hecho, según un estudio reciente que hemos llevado a cabo en Solera en concreto para el sector automotriz, el 75% de los conductores admitió que estaría dispuesto a cambiar de proveedor de seguros para elegir una compañía con una política verde clara y coherente. Algunas empresas pueden ver esto como un desafío que les supera, pero la realidad es que se trata de una oportunidad de oro para priorizar la sostenibilidad en sus estrategias y fidelizar a los clientes más consientes.
Ventajas no tan claras
El 99% de las entidades de seguros admite la importancia de la sostenibilidad en sus respectivos negocios, pero también alerta de los obstáculos con los que se encuentran a la hora de intentar adaptar el negocio a la nueva realidad. Por ejemplo, los presupuestos; muchas entidades no han sabido entender aún los beneficios de la reducción de costes que supone una inversión en sostenibilidad, especialmente en las áreas de siniestros y reparación. Es algo muy parecido al ahorro que esperamos en el momento de apagar las luces o la calefacción en las oficinas, cuando no hay trabajadores.
A pesar de que la nueva regulación está a punto de entrar en vigor, seis de cada diez entidades de seguros no consideran que su negocio esté “bien preparado” para cumplirlas
Si subimos el ángulo de visión, la realidad puede ser incluso más dura. La sostenibilidad está dejando de ser una simple opción. A lo largo de este 2024, todas las grandes empresas o aquellas cotizadas en la Bolsa que operen en la UE están obligadas a cumplir con la Directiva Europea sobre Divulgación de Información de Sostenibilidad Corporativa (CSRD), que exige informar sobre el impacto ambiental y social de sus actividades corporativas, incluyendo obligaciones de auditoría y reporte. Y el problema es que, según el informe de Solera, a pesar de que la nueva regulación está a punto de entrar en vigor, seis de cada diez (61%) entidades de seguros no consideran que su negocio esté “bien preparado” para cumplirlas, una proporción que sube a tres de cada cuatro entidades (75%) en España.
En nuestro país, las sanciones por no presentar este informe son equivalentes a las aplicadas por no presentar las cuentas anuales en el Registro Mercantil, es decir, entre 1.200 y 60.000 euros. Por eso, es imprescindible estar preparado y, para conseguirlo, el uso inteligente de los datos y la Inteligencia Artificial son clave, especialmente, en el caso concreto de las compañías de seguros o fabricantes de piezas para automóviles.
Solo el 53% de las entidades de seguros especializadas en Europa son capaces de medirlas correctamente, por lo que los informes no incluirían la huella de carbono real
Como vemos, la proactividad en este sentido puede salvarnos de posibles daños tanto en nuestra reputación como en nuestra situación financiera, pero es difícil ser proactivo si no se pueden manejar de forma inteligente los datos con los que se cuentan en las entidades de seguros, especialmente en aquellas especializadas en seguros de automóviles. Por ejemplo, las emisiones de Alcance 3 incluyen la medida de las emisiones ocurridas en la cadena de valor, incluyendo los procesos de reparación. Y, a pesar de que se trata de una métrica crítica, solo el 53% de las entidades de seguros especializadas en Europa son capaces de medirlas correctamente, por lo que los informes no incluirían la huella de carbono real.
Un control de la trazabilidad y de la gestión de los datos relativos a las emisiones puede facilitar la toma de decisiones informadas, también en el ámbito de la sostenibilidad y esto, a su vez, puede reducir los costes si se aprovechan correctamente. Por ejemplo: el hecho de utilizar piezas recicladas reduciría los costes en las reparaciones para los propietarios del vehículo y para las entidades de seguros que, además, verían cómo se reducen también las emisiones de CO2 en todos los procesos.
En definitiva, como estamos observando, la demanda de prácticas “eco-friendly” en la reparación de los vehículos es una tendencia al alza, pero las intenciones, por sí solas, no bastan. El futuro se vislumbra sostenible, así que es necesario que todas las empresas den un paso al frente, especialmente si desean evitar ser sujeto de las sanciones previstas. Y, para ello, el mejor comienzo es implantar procesos de reciclado o, aún mejor, de gestión sin el uso de papeles. Esto ayuda a reducir los desechos, pero también reduce costes y mejora la experiencia de usuario. Una vez resuelto esto, el siguiente paso sería mejorar la medición de las emisiones de Alcance 3, lo que supondría una importante diferencia en las iniciativas de reducción de la huella de carbono.
La presión ejercida por los ciudadanos conscientes es considerable, por lo que las prácticas sobre sostenibilidad ya han dejado de ser una elección responsable para convertirse en una obligación. El futuro es verde, y cuanto antes nos demos cuenta, mejor.
Autor: Bill Brower, vicepresidente senior de relaciones con la industria en Solera
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