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Los móviles son tan cancerígenos como el café

Por Pilar Bernat
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pbernattelycom4com /7/7/16
miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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Tras una reunión en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la OMS (IARC siglas en inglés), el portavoz de un grupo de 31 científicos procedentes de 14 países aseguró que “utilizar un teléfono móvil podría incrementar el riesgo a desarrollar ciertos tipos de tumores cerebrales y que los usuarios deberían considerar formas de reducir su exposición”. La alarma saltó inmediatamente a los medios de comunicación y todos los organismos afectados incluida la OMS realizaron acotaciones y aclaraciones que parecen haber pasado desapercibidas: “el riesgo es el mismo que el de tomar café o consumir determinadas verduras”; “debería ser clasificado como posiblemente cancerígeno”; “es necesario realizar investigaciones más detalladas”; etc.

La polémica, que ya ha surgido en varias ocasiones sin conseguir que la comunidad científica, organismos e instituciones se pongan de acuerdo, lleva a la propia Organización Mundial de la Salud a caer en contradicción, ya que hasta ahora había asegurado que “no había pruebas de una conexión entre el cáncer y los teléfonos móviles”.
De hecho siempre ha mantenido la necesidad de realizar investigaciones nuevas y concretas que permitan hacer mejores evaluaciones de riesgo en la salud y ha promovido dichas investigaciones entre las agencias que podían financiarlas, con los siguientes resultados, no exentos de polémica: “Las evidencias científicas actuales indican que es improbable que la exposición a campos, como los emitidos por los teléfonos móviles y sus estaciones base, induzcan o produzcan cáncer. Varios estudios en animales expuestos a campos similares a los emitidos por los teléfonos no encuentran evidencia de que causen o estimulen tumores cerebrales. Tampoco, estudios epidemiológicos recientes han encontrado evidencia convincente del incremento de riesgo de cáncer o cualquier otra enfermedad debido al uso de los teléfonos móviles”.


Sin embargo, algunos científicos si han hablado de otros efectos de incidencia mínima y sin efecto aparente sobre la salud, los cuales incluyen cambios en la actividad normal del cerebro, en el tiempo de reacción y en los patrones de sueño. Además, cuando los teléfonos móviles se utilizan cerca de determinados aparatos médicos (incluyendo marcapasos, desfibriladores y algunos audífonos) existe la posibilidad de causar interferencias electromagnéticas. También hay riesgos potenciales de interferencia entre los teléfonos móviles y la electrónica de los aviones y, evidentemente, han marcado el incremento en el riesgo de accidentes automovilísticos por distracción del conductor.

Recomendaciones sobre campos electromagnéticos
Hasta ahora, la OMS recomendaba la estricta adhesión a los estándares internacionales que se desarrollaron para proteger a los usuarios de telefonía móvil, a las personas que trabajan cerca o viven alrededor de estaciones bases o, incluso, a la gente que no hace uso de este tipo de comunicación. Las recomendaciones internacionales desarrollados por la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP) están basadas en un análisis cuidadoso de toda la literatura científica (sobre efectos térmicos y no térmicos) y ofrece protección contra todos los peligros identificados debido a la energía de radiofrecuencia, con amplios márgenes de seguridad.
En España, la polémica que surgió hace años entorno a las antenas debido a un cluster de cáncer infantil producido en un colegio de Valladolid y desvinculado de la telefonía móvil tras la investigación científica y policial llevó al Gobierno a realizar todo tipo de estudios y pruebas y a publicar el RD 1066/2001 de 28 de septiembre de 2001 que recoge un  Reglamento que establece las condiciones de protección del dominio público radioeléctrico, restricciones a las emisiones radioeléctricas y medidas de protección sanitaria frente a emisiones radioeléctricas (el documento es público y se puede encontrar en la web del Ministerio de Industria). Así, las mediciones, obligatorias para todos los operadores móviles, muestran que los niveles de las señales de RF provenientes de estaciones bases, en áreas de acceso público, están muy por debajo de los valores establecidos como medida de prevención.
Lo mas curioso es que la alarmante noticia de la OMS se produjo no después de realizar nuevos estudios o tener nuevos datos, sino "Tras revisar básicamente todas las pruebas relevantes”. Entonces, “el grupo de trabajo clasificó ciertos campos de radiofrecuencia electromagnética como posiblemente cancerígenas para los humanos", explicó el presidente de la IARC, Jonathan Samet.
Samet aseguró que algunas pruebas sugerían una conexión entre el uso de los teléfonos móviles y un incremento del riesgo de padecer glioma, un tipo de cáncer cerebral; problema que, según los analistas se solventaría utilizando accesorios como los auriculares manos libres.   
Inmediatamente, la IARC obtuvo contestación desde muchos organismos nacionales e internacionales como la respetada FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) quien determinó que "no hay evidencia científica que haya relacionado los teléfonos móviles con ningún problema de salud" o la Asociación Británica de Operadores Móviles, cuyo director ejecutivo, John Cooke, declaró que la IARC sólo ha advertido de un posible peligro pero que "afirmar si los móviles representan o no un riesgo requiere más investigación científica". Por su parte, el director de medicina e ingeniería clínica del británico Royal Berkshire Hospital, Malcolm Sperrin, apuntó que cree que la postura de la IARC sólo refleja la "evidencia anecdótica de que los cánceres pueden ir asociados al uso de teléfonos móviles; pero es vital entender correctamente que no hay una correlación definitiva".
De hecho, existe un estudio realizado en 2010 que mantuvo en observación 13.000 usuarios de teléfonos móviles durante 10 años y no pudo dar una respuesta clara sobre si los dispositivos móviles causan tumores cerebrales.

El COIT contundente
El Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación españoles lanzó una nota de prensa en relación a esa clasificación 2B (posible agente cancerígeno sobre las personas) de los campos electromagnéticos de los teléfonos móviles reacilizada por la International Agency for Research on Cancer (IARC), perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), diciendo que:
“El Real Decreto 1066/2001, de 28 de septiembre por el que se aprueba el Reglamento que establece condiciones de protección del dominio público radioeléctrico, restricciones a las emisiones radioeléctricas y medidas de protección sanitaria frente a emisiones radioeléctricas, establece los límites de exposición a campos electromagnéticos que recomienda la Unión Europea y que la Organización Mundial de la Salud reconoce como seguros para garantizar la protección sanitaria. El respeto a estos límites tanto por las antenas de telefonía móvil (estaciones base) como los teléfonos móviles y el cumplimiento exhaustivo y riguroso de los mecanismos de control existentes son actualmente la garantía ofrecida a los ciudadanos.
Periódicamente, los límites de exposición se revisan teniendo en cuenta los resultados de la evidencia científica más reciente.
Pero ante esa evidencia limitada hallada por la OMS, es conveniente seguir investigando y realizando más estudios a largo plazo; ya que ésta es la propia esencia de la actividad científica y del desarrollo del conocimiento como en cualquier otro ámbito de la Sociedad.
El COIT como colectivo representante de los ingenieros de telecomunicación, con muchos profesionales expuestos en su actividad laboral a campos electromagnéticos, es el primer interesado en que se investigue y se informe adecuadamente sobre los hallazgos encontrados.
Con respecto a la inclusión del uso del teléfono móvil en la categoría 2B, recordamos que en esta clasificación se encuentran, entre otros, agentes como el café o los polvos de talco, productos de uso cotidiano y la fibra de vidrio utilizada en determinadas actividades profesionales.
Dada la alarma social que se genera con los temas relacionados con la salud, es un deber tratarlos con responsabilidad y rigurosidad por parte de todos.
El COIT asume las disposiciones y recomendaciones de la OMS en esta materia como lo ha venido haciendo hasta ahora, como máximo organismo responsable en Sanidad pero quiere poner en valor la importancia de las telecomunicaciones en general, y de la telefonía móvil, en particular, para el progreso de la Sociedad”.

Las cosas claras

Dado el gran número de usuarios de teléfonos móviles y teniendo en cuenta las dudas que se han suscitado en los últimos días –al igual que ocurrió en años anteriores- hay que señalar que son varias las consideraciones que deben tenerse en cuenta cuando se realiza la evaluación de posibles efectos en la salud por campos electromagnéticos.
Primero, las ondas de radio y las microondas son formas de energía electromagnética que se engloban dentro del término de radiofrecuencia o RF. Las emisiones de RF y los fenómenos asociados pueden ser discutidos en términos de energía, radiación o campos. La radiación es definida como la propagación de energía a través del espacio en forma de ondas o partículas y la radiación electromagnética puede ser descrita como ondas de energía eléctrica y magnética moviéndose conjuntamente (campo electromagnético) a través del espacio.
Segundo, actualmente los sistemas de telefonía móvil operan en frecuencias comprendidas entre los 800 y 2.000 MHz y es importante no confundir los campos de RF con la radiación ionizante como los rayos X o los rayos gamma, que son capaces de romper moléculas, y si rompen la cadena de ADN puede llegar a producir cáncer. A diferencia de la radiación ionizante, los campos de RF, a las frecuencias de trabajo de los móviles, no pueden producir ionización en el cuerpo y por esta razón, los campos de RF son llamados no ionizantes.

Niveles de exposición
Tercero, los teléfonos móviles y las estaciones base de radio (BTS) representan situaciones de exposición completamente distintas. La exposición a la RF por parte de un usuario de un teléfono móvil es mucho mayor que la de una persona que vive cerca de una estación base. Sin embargo, el teléfono portátil transmite energía RF únicamente durante el tiempo en el que la llamada está siendo realizada (además de para mantener conexión con estaciones bases cercanas), mientras que las estaciones base transmiten señales permanentemente. Equipo portátil: Los teléfonos móviles son transmisores de RF de baja potencia, emitiendo potencias máximas en el rango de 0,1 a 0,6 W. La intensidad del campo de RF (y por tanto la exposición del usuario) desciende rápidamente con la distancia al equipo. En consecuencia, la exposición a la RF de un usuario cuyo teléfono se ubica a 50 cm de la cabeza (utilizando un equipo manos libres) es más baja que la de un usuario que coloca el teléfono portátil pegado a la cabeza.
Estaciones base: Las estaciones base transmiten niveles de potencia desde unos pocos vatios hasta un máximo de 500 W, dependiendo del tamaño del sector o ‘celda’ para el cual están diseñadas. Las antenas de las estaciones base, normalmente se montan en edificios o en torres a una altura sobre el suelo que va desde los 10 m hasta los 50 m. Estas antenas emiten haces de RF que, normalmente, son muy estrechos en la dirección vertical pero relativamente anchos en dirección horizontal, por lo que la intensidad del campo directamente debajo de la antena es muy baja.

Efectos en la salud
Cuarto, los campos de RF penetran los tejidos expuestos a profundidades que dependen de la frecuencia, llegando hasta un centímetro en el caso de las utilizadas por los teléfonos móviles. En estos casos, la energía de RF es absorbida en el cuerpo y produce calentamiento, pero el proceso termorregulatorio normal lo disipa. Todos los efectos establecidos debido a la exposición a la RF están relacionados con el calentamiento; mientras la energía de RF puede interactuar con tejidos del cuerpo a niveles muy bajos para producir un calentamiento insignificante, no hay estudios que hayan demostrado efectos adversos en la exposición a niveles que se encuentran por debajo de los límites internacionales.

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