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Por Alfonso de Castañeda
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alfondcctelycom4com/8/8/17
jueves 25 de abril de 2024, 09:00h

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Cualquier persona que haya visto más de una película tendrá en la cabeza una imagen de Estados Unidos como un país de “libertad y oportunidades” y no seré yo el que lo desmienta, pero tampoco lo defenderé: desigualdad económica abismal; racismo; discriminación; un lamentable y carísimo sistema de salud; xenofobia; adicciones; y una cuestionable participación política en la que se vende como la mayor democracia del mundo.

Esa misma persona que ha visto más de una película tendrá en la cabeza una imagen de que China es una cerrada dictadura, carente de derechos humanos con cuestionables políticas medioambientales y con un férreo control de la información. No lo negaré, y creo que nadie puede hacerlo.

El aprendiz superó al maestro

Ni una es tan buena ni la otra tan mala. Si nos seguimos fijando en la historia, el principal enemigo de Estados Unidos siempre había sido Rusia (la URSS en tiempo mozos), pero en este siglo el enemigo es otro totalmente diferente: China, un enemigo que han alimentado, criado, educado… hasta que se ha hecho mayor y, como dice el refrán, “el aprendiz superó al maestro” y así ha ocurrido.

Tres ejemplos sencillos. Tradicionalmente, Estados Unidos ha sido la economía dominante y ha establecido muchas de las normas y prácticas que rigen hoy en día la economía global. China, por su parte, ha vivido un cambio absoluto desde que se arrancó la apertura económica en 1978 bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, equiparándose a EEUU en PIB nominal y dominando la deuda de decenas de países.

"Sin embargo, y a pesar de las sanciones y los enfrentamientos, China es hoy un líder indiscutible en tecnologías clave, como la 5G"

Hogar de Silicon Valley y cuna de innovaciones que han transformado el mundo, Estados Unidos siempre ha destacado por ir un paso más adelante, desde internet hasta la biotecnología. Sin embargo, y a pesar de las sanciones, los enfrentamientos, los largos años de aprendizaje en las oficinas de empresas e instituciones y universidades occidentales han permitido que China sea hoy un líder indiscutible en tecnologías clave como la 5G con la sancionadísima Huawei a la cabeza; inteligencia artificial de la mano de gigantes como Baidu, Alibaba, Tencent e incluso la protagonista del día, ByteDance; comercio electrónico, con plataformas como Alibaba y Tencent y servicios financieros como AliPay y WeChat Pay; drones, liderando el mercado en producción y exportación, con gigantes como DJI; telefonía móvil, con empresas globales como Xiaomi, BBK (Oppo/OnePlus, Vivo y Realme), Motorola (propiedad de Lenovo), Transsion (Tecno, Itel e Infinex), TCL-Alcatel.

Y especialmente (lo más importante y fruto de todo lo anterior), su influencia a nivel internacional que enfrenta indiscutiblemente a los dos mundos: Estados Unidos y Occidente con sus aliados a un lado; China, Rusia y sus aliados al otro. Un mundo cada vez más dividido, pero al mismo tiempo interconectado que se necesita el uno al otro y que la pandemia ha dejado en evidencia, ¿o es que ya hemos olvidado lo catastrófico que fue el colapso de los puertos de suministros chinos para la economía global? Estoy seguro que los fabricantes de tecnología no lo han hecho.

Y qué pinta TikTok en todo esto

Una aplicación de vídeos, en su mayoría inofensivos, no debería ser un obstáculo y tampoco convertirse en un problema internacional, sin embargo, lo es y lo es precisamente por lo que hay detrás: a un lado, las plataformas occidentales (YouTube, Twitch e Instagram especialmente), al otro lado, TikTok, huida a Singapur para tratar de evitar las sanciones y el control del régimen de Xi Jinping y siendo la aplicación que más rápido ha crecido en la historia con más de 1.000 millones de usuarios (sin contar los cientos de millones que tiene en China su versión local, Douyin).

“Unos lo llamarán defensa de la seguridad nacional, otros estratégicas político-económicas, y alguno racismo tecnológico”

El constante enfrentamiento entre una potencia y otra llega a todos los extremos hasta el nivel de tratar de bloquear servicios y aplicaciones por el simple hecho de ser un sitio u otro. Unos lo llamarán defensa de la seguridad nacional, otros estratégicas político-económicas, y alguno racismo tecnológico.

A día de hoy, desde que arrancó todo el movimiento contra la plataforma en tiempos de Trump, TikTok ha dado decenas de pasos para cumplir con las normativas: creó el Proyecto Texas, gestionando todos los datos en centros de datos controlados por Oracle, empresa estadounidense; trasladó su sede a Singapur, Islas Caimán y Los Ángeles, lejos de los lazo con Pekín; su consejo de administración tiene mayoría estadounidense (tres miembros frente a uno de Singapur y otro de Hong Kong), entre otros ejemplos.

Pese a ello, la amenaza estadounidense avanza y Joe Biden ha hecho suya la que un día fue una coacción trumpista: forzar la división de TikTok y que la filial que opera en Estados Unidos pase a ser propiedad de una empresa de Estados Unidos, o exponerse a su bloqueo nacional.

Así, tras el voto favorable del Congreso y del Senado (encapsulado dentro de un paquete de ayudas a Ucrania), Joe Biden ha firmado la orden que obliga a TikTok a vender sus operaciones en el país en doce meses o, en caso contrario, será bloqueada. Se aprueba, además, en un año electoral que enfrentará a Biden con Trump y en unas elecciones en las que TikTok jugará un papel fundamental y es que el 30% de los estadounidenses de menos de 30 años usan la plataforma como principal fuente de información.

Con esta decisión, Estados Unidos le dará a China de su propia medicina: recordemos que en el país asiático no está permitido el uso de las redes sociales de Meta o los servicios de Google y sus aplicaciones, entre algunos ejemplos.

Más allá de TikTok

El proyecto de ley que se ha aprobado va más allá de la propia TikTok y permite al presidente de Estados Unidos designar aplicaciones de redes sociales no estadounidenses como una amenaza para la seguridad nacional, forzándolas a garantizar que no tienen vínculos con ningún “adversario de Estados Unidos” en un plazo de seis meses.

"Esto marca un precedente único en la historia, atacando directamente a los principios de web libre y abierta y exacerbando el tecnoimperialismo estadounidense"

Esto marca un precedente único en la historia, atacando directamente a los principios de web libre y abierta y exacerbando el tecnoimperialismo estadounidense, sin meternos siquiera en el impacto que tendrá sobre la libertad de expresión y la competencia.

Es incuestionable que hay muchas cosas que se le pueden echar en cara TikTok: una pesadilla de privacidad; algoritmo es un agujero de contenidos dañinos y facilita la creación de burbujas de información; desinformación; malas decisiones en la moderación de contenidos… Pero ¿a qué red social no le pasa lo mismo?

Por tanto, cabe preguntarse si la decisión de Estados Unidos no es tanto la defensa de la seguridad nacional como la defensa de su hegemonía tecnológica mundial (Huawei sabe mucho de esto) y de las tensiones que genera esta guerra fría tecnológica.

“Sí, pero Pekín puede pedir a las empresas que les den acceso a sus datos”. ¿Acaso no hace lo mismo Estados Unidos? Las revelaciones de Snowden sobre la conexión entre la Agencia de Seguridad Nacional y las empresas tecnológicas son una prueba de ello. Australia, aliado de Estados Unidos, por ejemplo, tiene una ley similar a la de China, ¿bloqueamos también todos sus servicios?

Además, si los chinos quisieran acceder a datos de ciudadanos extranjeros, ¿por qué no simplemente se lo compran a los intermediarios de datos, como ya hace Washington o utilizar herramientas espía, como usan todas las agencias internacionales (hola Pegasus)?

“Las redes sociales proporcionan datos de manera regular a las fuerzas del orden y a los servicios de inteligencia”

La realidad es que la vigilancia digital estatal y corporativa van de la mano. Las redes sociales proporcionan datos de manera regular a las fuerzas del orden y a los servicios de inteligencia.

No seré yo quien quiera quitarle miga al asunto del control del régimen chino, pero la miopía con la que se está mirando el asunto de TikTok como si fuesen los malos de la película (sí, una de esas de las que hablábamos al principio) despista el foco sobre cómo deben gestionarse los datos privados de los ciudadanos. Quizás el RGPD no sea algo tan malo.

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