Las autoridades rusas han anunciado la imposición de restricciones parciales a las llamadas realizadas a través de las aplicaciones de mensajería WhatsApp y Telegram.
El organismo regulador Roskomnadzor justifica esta medida como una estrategia para combatir delitos como estafas, extorsiones y la supuesta implicación de ciudadanos en actividades de sabotaje y terrorismo. Según el regulador, ambos servicios se han convertido en los principales canales utilizados para este tipo de prácticas y han ignorado las solicitudes para aplicar contramedidas.
Según reportan medios locales, Roskomnadzor afirma que las limitaciones afectan a las llamadas de voz y vídeo, sin detallar el alcance exacto de los bloqueos. Sin embargo, datos de Downdetector muestran más de 7.000 incidencias reportadas en Telegram y más de 3.300 en WhatsApp en las últimas horas, con un pico entre las 9:30 y las 13:00.
Por su parte, WhatsApp ha asegurado en un comunicado que “el servicio es privado, con cifrado de extremo a extremo, y resiste los intentos gubernamentales de vulnerar el derecho de las personas a comunicarse de forma segura”, defendiendo que continuará trabajando para mantener la disponibilidad de su tecnología en Rusia.
Un movimiento que coincide con la creación de un ecosistema propio
Esta decisión se produce apenas semanas después de la aprobación del plan para lograr un “internet soberano” en Rusia, que busca sustituir los servicios de mensajería extranjeros por alternativas nacionales más controlables. Entre las medidas anunciadas figura el lanzamiento de MAX, una aplicación de mensajería aprobada por el Estado que vendrá preinstalada en todos los smartphones vendidos en el país a partir de septiembre.
El Kremlin también ha ordenado aplicar nuevas restricciones sobre software y plataformas procedentes de países considerados “hostiles”. El vicepresidente del comité de tecnologías de información de la Duma Estatal, Anton Gorelkin, apunta que WhatsApp, propiedad de Meta y catalogada como “extremista” en Rusia, podría estar entre los principales objetivos de estas medidas.
El bloqueo parcial coincide con la intensificación del plan ruso para aislar a su población de contenidos considerados prohibidos, incluidos aquellos relacionados con derechos LGTBI y las actualizaciones sobre la guerra en Ucrania no alineadas con la narrativa oficial. Este movimiento se enmarca en un contexto más amplio de censura y propaganda, reforzado tras el inicio de la invasión a gran escala en 2022.
Estas restricciones digitales coinciden, además, con la inminente reunión entre Vladímir Putin y Donald Trump, lo que genera preocupación en la Unión Europea por el impacto que pueda tener en la guerra y en la estrategia de desinformación del Kremlin.