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¡Quiero un móvil sin musiquita!

miércoles 22 de octubre de 2014, 13:04h

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Javier FoncillasHace un par de días salí a cenar con unos amigos y, como no puedo evitarlo, acabamos hablando de las últimas novedades en el mundo de los teléfonos móviles.  Uno de mis compañeros de mesa me hizo una pregunta que ya me suena reiterativa por la cantidad de veces que me la plantean:  ¿Ya no hay teléfonos de los de antes? Quiero un móvil que no tenga musiquitas  y que sea fácil de utilizar.  ¡Eso sí, que tenga Bluetooth para que lo pueda usar en el coche!

Nos hemos metido todos en una carrera tecnológica donde es fácil olvidarse de que no todo el mundo quiere lo último. ¿Cómo puede ser que hayamos llegado a este punto?

El móvil sigue siendo el gancho que usan la mayoría de los operadores para captar nuevos clientes: “Vente a Vodafone y consigue este móvil por 0 Euros".  El anuncio ofrece un teléfono atractivo y con las últimas funcionalidades.  Los potenciales clientes firman un contrato de permanencia de más de un año para poder conseguir el móvil deseado y, gracias a este compromiso de negocio,  el operador puede pagar una buena comisión al distribuidor y recuperar la subvención del teléfono.  Así, los fabricantes de teléfonos han crecido a la sombra de este modelo de negocio y se han hecho grandes ofreciendo productos en exclusiva a uno u otro operador.  ¿Por qué? Porque estas exclusivas reportan mayores márgenes y aseguran el lanzamiento de nuevos productos.  Al final,  todo el mundo parece  ganar, excepto tal vez el cliente que hubiera necesitado un móvil más adecuado a sus necesidades.

 

Por si el incentivo de captación de clientes fuera poco,  los que trabajamos en el sector solemos ser grandes consumidores de nuestros propios productos.  Los disfrutamos con entusiasmo  y pensamos que, algún día, todo el mundo entenderá las maravillas que se pueden hacer con nuestro invento.  Pero, en el fondo, estamos cometiendo un clásico error de marketing: pensar que todo el mundo tiene las mismas necesidades que nosotros.  ¡Después de todo, nuestros colegas y amigos suelen disfrutar tanto como nosotros de los nuevos inventos que les enseñamos! Desgraciadamente esta miopía está muy extendida,  nos olvidamos de que hay una gran masa de gente ahí fuera que piensa de forma diferente.

Por último, a los operadores les queda la esperanza de los nuevos  negocios:  los móviles de última generación permiten vender productos adicionales, como por ejemplo acceso a Internet.  Estos productos suelen llevar asociada una nueva cuota mensual,  que ayuda a que el operador continúe incrementando su facturación.  Y es que  un teléfono sofisticado es  la llave de toda una serie de nuevos ingresos y ningún operador quiere cerrarse esa puerta; ya que es la esperanza que hace soñar: “algún día todos mis clientes accederán a Facebook desde su terminal” -piensa más de uno-.

¿Pero, ustedes creen que esto satisface a la inmensa mayoría de los usuarios?  Recientemente  participé en un estudio sobre los motivos por los que la gente quería tener un Iphone.  Me llamó la atención una señora de unos cuarenta años que había ahorrado tres meses para comprarse uno que sólo usaba  para escuchar música.  "Para hacer llamadas tengo este otro móvil pequeñito que es mucho más fácil de usar".  ¡Triste situación!  Por imagen y/o influencia mediática se había comprado un móvil que en el fondo no le solucionaba su necesidad principal: la de hablar por teléfono.  Al final todo el mundo había hecho su papel. El operador la había enganchado con un contrato de 18 meses, Apple había vendido su Iphone y la señora había conseguido el móvil de la televisión; pero con un resultado que debe hacernos pensar.

Volviendo al tema de la cena: ¿Qué teléfono le recomendé a mi comensal?  El Bueno, Bonito y Barato; uno de los de toda la vida…..

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